Calacas, Ubers y fantasmas
Mi adicción favorita: asustarme en ambientes controlados. Hoy terror, calacas y un trayecto en Uber que nunca termina. ¿Te subes?
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Querida persona que me lee:
Entre todas mis adicciones, la que más me gusta (y parece ser más sana) es mi adicción a asustarme en ambientes controlados.
O sea, soy adicta al cine de terror.
Y antes de que me digas que eso de sano tiene lo que yo tengo de cirujana plástica, déjame decirte que el terror es algo de lo más bueno para tu cuerpo. Por ejemplo, estudios recientes revelan que los fans del terror tuvieron más resiliencia durante la pandemia de Covid1. Otros artículos sostienen que el terror puede ayudarte a mejorar tu ansiedad2.
Para mi fortuna, nací en México. Una tierra en donde ya existe una hibridación jalogüinesca con Día de Muertos. Los niños cantan “Queremos calaverita” y, aunque sabemos que existe el “Dulce o truco”, filosóficamente, la distinción que alguna vez Octavio Paz articuló persiste: los esqueletos que aterrorizan en la cultura occidental bailan coloridamente en las calles de mi país.
Así que el menú de hoy es requetesano. Tiene un libro gratuito para asustarse 📕, unas películas para morir de miedo 🎥, un cuento sobre un trayecto en Uber 🖊️ y un regalito exclusivo de Día de Muertos.
A todos nos ha pasado “algo”. Incluso aquellos incrédulos incansables admiten que hay una ventana de posibilidad: Sentí que alguien me tocó. Algo se movió de forma inexplicable. Bajó la temperatura.
“Quizá sí fue algo”, decimos.
León Rico es un escritorazo al que una vez le pasó algo con una puerta vieja. A raíz de ese incidente, desarrolló toda una novela. La astilla en el ojo me mantuvo al filo del asiento y devorando páginas cuando León me la dio a leer.
Además, su estructura es interesantísima. Como una persiana en acordeón: va del capítulo uno al trece y luego del trece al uno. Los personajes son memorables. Sobre todo Guus, el archivista holandés que se topa con una casona inquietante.
¿Lo mejor? La astilla en el ojo es gratis en esta temporada y la encuentras en este enlace.
Este año me mantendré escueta. Tres películas, tres líneas por cada una (más o menos)
Nosferatu (HBO). Este remake de la clásica Nosferatu me devolvió la esperanza en los ambientes oscuros. Si eres fan de los vampiros es un must. Si no, al menos vela porque visualmente es hermosa.
Longlegs (Amazon Prime Video). Mitad película de asesino serial, mitad ocultismo. Es lo divertido de esta cinta: ¿qué tan ficticio es lo que vemos? Por cierto, el diablo aparece diez veces en segundo plano. Cuéntalas.
The Woman In the Yard (Para renta en diferentes plataformas). ¿Qué pasaría si una mujer vestida de negro hace plantón en tu jardín? Pues esta peli es ese cuento de hadas. Con final para volarte la cabeza.
Un Uber
—No, señorita. Si dicen que por aquí espantan.
—¿Ah, sí? —pregunté, divertida.
—Bueno, no nada más dicen. A mí me han pasado cosas raras.
Yo iba en el Uber de camino a casa de mi padre, que estaba retirada. Había ido a la boda de una vieja amiga de la primaria. Era lindo volver a Puebla por una razón que no tuviera que ver con mi sangre.
—¿Como qué le ha pasado?
—En otra vida yo fui trailero. Una vez, de madrugada, venía yo de Veracruz y pasé por este camino que se ve por allá. Yo iba para Izúcar. Y de repente vi en la orilla del acotamiento a un señor caminando derechito, derechito. Piense: ¿Por qué alguien andaría a las dos de la madrugada solo?
Me encogí de hombros y me percaté de que habíamos dejado atrás las luces de las casas y nos internábamos en la oscuridad del campo. Vi por el retrovisor la lejana luz del faro de una motocicleta antes de clavar la mirada de nuevo en el conductor. Tenía ojos juguetones debajo de unas cejas ásperas.
—A lo mejor salía de trabajar —contesté.
—Ahí esta otra cosa extraña, señorita. El hombre venía vestido como de minero. Pero de minero de museo; del siglo pasado, pues.
Nerviosa ahora, desvié los ojos para escudriñar los límites de la carretera. No había ni un alma. Si, como el chofer decía, se me apareciera alguien vestido como en otra época, me habría zurrado de miedo.
—¿Y qué hizo?
—La verdad, pensé en detenerme a ayudar justo después de pasar junto al minero. Y ahí está el detalle: cuando vi por mis retrovisores, el hombre ya no estaba.
—Igual era por la oscuridad —aventuré.
—Tal vez. Pero las luces traseras de un tráiler iluminan bastante cuando la noche se cierra.
Por instinto usé el retrovisor derecho a ver si yo veía alguna luz. Sólo vi el fulgor de los propios faros del Uber y el resplandor anaranjado de la moto que iba detrás, acercándose. El conductor aceleró.
—¿Le ha pasado algo más? —pregunté.
Miré entonces el navegador del celular, que marcaba ya sólo diez minutos para el destino.
—Yo creo que lo peor que me pasó fue una vez en que creí que me iba a morir.
—Ay, ¿por qué? ¿Se sintió mal manejando?
El conductor apretó el volante antes de declarar:
—No. Peor. Algo me seguía.
En cuanto dijo esto, busqué la luz de la moto, pero no alcancé a verla.
—¿Un fantasma? —sugerí.
—No. O no sé. Haga de cuenta, señorita, que apareció detrás de mi coche, porque esa vez sí traía yo carro, una luz roja que se movía para un lado y luego para el otro. Obviamente primero pensé que era otro carro, o una moto, o una bici o cualquier cosa. Pero la luz no era redonda, era como un fuego. Y no un fueguito: era un fuego volador.
Tragué saliva en la oscuridad y apreté mi cartera. Vi de reojo la luz de la moto otra vez y ya no me dio tranquilidad. Nosotros íbamos más rápido y la moto estaba más cerca.
—El fuego se fue acercando —continuó el chofer— y le juro por lo que quiera, señorita, que sentí… que me sentí en peligro. Como amenazado. Como cuando alguien te está vigilando de lejos.
Tomé aire para calmarme. Volví a ver el teléfono del conductor. Seguía marcando diez minutos para el destino. Giré despacio la cabeza hacia ambos lados y sólo vi negro. Normalmente se vería el Popo. Cuando hay luna se ve, al menos.
—¿Qué hizo entonces? —pregunté.
—Le pisé. Me quería deshacer de esa cosa, porque mis compañeros siempre me habían querido espantar advirtiéndome de las brujas.
Atrás de nosotros, la luz de la moto ya estaba muy cerca. Me pareció que no era un faro eso brillante. Era un fuego.
—¿Y perdió a la cosa esa? —dije a punto de gritar.
El conductor no alcanzó a responderme. El auto ya iba a una velocidad endemoniada y salió volando por el barranco.
Algunas noches sin luna todavía me da por seguirlo. A ver si ahora sí lo alcanzo.
En vez de demorarme mucho reflexionando sobre lo irreflexionable en esta época, te dejo un regalo de Día de Muertos. Una calavera literaria, para ti, persona que me lee.
En caso de que no las conozcas, las calaveras son poemas corto y satíricos que se escriben para el Día de Muertos en México. Usan humor y doble sentido para burlarse de la muerte y de personajes públicos.
En este caso tú eres mi personaje público.
Andaba la Calaca flaca
buscando a quién llevarse ya,
cuando vio en su compu Mac
a alguien leyendo sin parar.“¿Qué lees ahí tan atenta?”
—preguntó la Huesuda fiel—
“Un newsletter que me alimenta
más que el pan y que la miel”.La Muerte leyó un pedazo
del cuento y la reflexión;
aseveró: “Esto es un hitazo,
¡qué clase de diversión!”Se sentó a tu lado
la señora Calavera,
leyendo lo que has guardado
en tu inbox desde otra era.“No te llevo todavía
—dijo mientras se reía—
primero acabas la carta,
y esa serie que te encanta”.Y así la Muerte se fue
dejándote un rato más,
porque hasta ella quiere ver
qué recomienda Geeknifer de más.Pero advirtió al despedirse,
la Flaca negro vestir ”
No dejes de suscribirte
y compartir o no te dejo vivir”.
Espero que tu spooky season esté llena de sustos, dulces y, de ser posible, de ofrenda a quienes extrañas, de olor a incienso y cempasúchitl.
Otros especiales de terror:
¿Es tu primera vez? Te dejo más cartas aquí.
Con cariño libre de miedos ,
J. McNamara, aka Geeknifer.
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Scrivner, Coltan, et al. “Pandemic Practice: Horror Fans and Morbidly Curious Individuals Are More Psychologically Resilient during the COVID-19 Pandemic.” Personality and Individual Differences, vol. 168, Jan. 2021, p. 110397, https://doi.org/10.1016/j.paid.2020.110397.
Getzlaff, Courtney. “Psychology Behind Horror Movie Enjoyment.” UND Scholarly Commons, University of North Dakota, 30 Apr. 2024, https://commons.und.edu/psych-stu/52.










A mi me encanta que a la hibridación que llevamos haciendo tiempo en España entre nuestro Día de todos los Santos (comer buñuelos y castañas, ir a cementerios...) con Halloween cada vez se le esté añadiendo más el Día de los Muertos mexicano que a mi personalmente me parece una pasada :)
Pd: pillado el libro, que lo has vendido muy bien
Saludetes
Maravilloso, me encantó de inicio a fin!