Sobrevive como lector en el s. XXI
En estos tiempos digitales, acercarnos a la lectura es más fácil que nunca. Hoy te dejo libreros virtuales, canciones para leer y retos de escritura, porque #SantJordi.
¿No tienes tiempo de leer? Escucha con el botón de arriba 👆🏼
Te doy la más cordial bienvenida. Existe un 3 por ciento de posibilidades de que esta sea tu primera vez aquí. Si es así, ten por seguro que encontrarás algo útil ⚒️, algo cultural 🖼️, un cuento 📝 y un pequeño ensayo 🗯️.
El fin de semana, mi mejor amiga me pidió que le recomendara un libro para regalar en Sant Jordi. Por supuesto, antes de darle mis valoraciones, me morí de risa: “¿Quién diablos celebra Sant Jordi en México?”.
El 23 de abril es Sant Jordi y el Día Internacional del libro (por eso tanto descuento en librerías). La creencia popular dice que es porque Shakespeare y Cervantes murieron en esa misma fecha, aunque todo parece indicar que Cervantes murió el 22 de abril y fue enterrado el 23.
Y haciendo eco de las costumbres catalanas de mi mejor amiga, aprovecho la fecha para celebrar y contarte cómo sobrevive (y evoluciona) un lector en el siglo XXI.
Ahora, si quieres regalar libros y rosas, es la mejor oportunidad por las ofertas.
Un libro 📕
Los lectores solemos pecar de románticos. Me refiero a que somos ingenuos y, si tienes el hábito consumado, seguramente uno de tus sueños frustrados es tener una librería-café con estética acogedora.
La realidad de la lectura actual es algo más… complicada.
Diario de un librero es la bitácora de Shaun Bythell, el dueño de una librería de segunda mano con 100 mil ejemplares en Wigtown, Escocia.
Cuando lo leí me reí hasta el cansancio porque sus comentarios van de lo misantrópico a lo ácido. Revelan lo difíciles que son las finanzas de los libreros, el monopolio que ejerce Amazon en el mundo editorial y de cómo mucha gente va a las librerías sin comprar nada, casi como si fueran museos.
Tiene un estilo fácil y satírico. Si eres fan del mundo de los libros (o no, en realidad), vale la pena ver esta suerte de registro sobre lo que implica tener un negocio físico en tiempos digitales.
Dice Bythell, por ejemplo:
“El primer cliente del día ha sido un hombre bajito con una barba rala que me ha dado un buen susto al plantarse de sopetón frente al mostrador. Me ha sonreído y me ha dicho: «Tiene un buen material por aquí, ¿no? Buen material. Buen material». Se ha quedado una copia de El hobbit. Estoy componiendo un rompecabezas mental con el aspecto que debe de tener un hobbit a partir de una amalgama de todos los clientes a los que le he vendido un ejemplar de la novela”.
…Me pregunto dónde entraría yo en semejante amalgama.
Puedes encontrar Diario de un librero en librerías El Sótano en la siguiente liga (no sería coherente compartir la liga de Amazon, pero ahí también está).
Un producto 🔮
He comentado que uso Goodreads para documentar el progreso de mis lecturas, pero no es el único repositorio que tengo.
Confieso que a lo largo de mi vida como lectora, he tratado de mantener por distintas vías algo así como un book journal. Para mí no es tan fácil tener una sola libreta donde quepa todo lo que me interesa sobre el contenido que consumo.
Pero vivimos en el siglo XXI y podemos echar mano de herramientas digitales.
Ahora uso una página dentro de la herramienta Notion; es una mezcla entre dos plantillas. La ventaja del Notion en cuestión es que puedo usarlo en cualquier dispositivo, así que si tengo una cita que quiero apuntar mientras estoy leyendo, puedo escribirla en el celular sin mayor problema.
Lo que me gusta de este librero digital es que no sólo tengo libros, sino citas, videojuegos, artículos, series, etcétera.
Te dejo este librero (le he quitado contenido para no spoilearte de próximas entregas) para que lo dupliques en esta liga.
Una recomendación 💡
Sospecho que un día contaré en este espacio con mayor detalle la manera en la que di con Laura, de L de Logar. Ese día habré publicado mi novela. Pero no nos adelantemos, que sigo trabajándola.
Laura es una fantástica persona que ofrece servicios editoriales y tuvo la genial idea de lanzar un reto de escritura.
En Estados Unidos, estos retos son muy comunes y están hasta institucionalizados. En noviembre, por ejemplo, es el National Novel Writing Month; nanowrimo, para los amigos. Un mes dedicado a tratar de escribir una novela.
L de Logar plantea escribir 25 mil palabras (más o menos un tercio de novela) en dos meses. El reto se plantea en dos fases, en la primera habrá recursos y recomendaciones para escritores y en la segunda ya nos dedicaremos a escribir.
Si te agrada escribir ficción es ideal que le entres. Yo estoy viendo si me planteo una nueva novela o una serie de relatos. Ya veremos.
Únete al grupo de Facebook para participar en el reto en esta liga.
Una rolita 🎶
Hay gente que prefiere leer en silencio. Yo, sobre todo si no es en la noche, prefiero poner algo de música. Pero no puedo poner ni algo con letra. Así que durante algunos años me ha acompañado Louie Zong.
Este muchacho es de Los Ángeles y, además de hacer composiciones, también es ilustrador (por eso las portadas de sus sencillos son tan atractivas).
Su lofi (música sin tanta producción) es ideal para estudiar, leer o trabajar. También dicen que el lofi es bueno para las plantas, vaya usted a saber si eso es cierto (pero las mías no se han muerto en tiempos recientes).
Te dejo esta lista que comienza con su último sencillo, algo más movidito de lo usual, pero excelente para retomar energía a mitad de semana.
Un cuento 🖋
El grito se incrustó en el silencio de la noche. Fue distinto a los disparos que a veces quebraban la quietud nocturna. Esta vez, lo vi todo desde el callejón. Me escondí a una distancia segura para ver mejor. No sé si fui el único testigo; no pude haber oído solo yo el escándalo.
Un hombre delgado traía de los cabellos a Laura, que luchaba por zafarse. La alzó para tenerla a su altura y arremetió su cuerpo contra la pared de la casa de Óscar. Le tapó la boca con la mano derecha para callarla.
Me asomé para admirar el rostro de Laura. Sus pupilas, desorbitadas, estaban indefensas. Pedían piedad.
Esa mirada la conocía bien: la había visto en cientos de ocasiones antes de que mis víctimas respiraran por última vez. Me encantaba verles esos ojos y extender su sufrimiento antes de arrebatarles la vida.
El hombre sacó una navaja de su pantalón de mezclilla. Una puñalada, dos puñaladas, tres puñaladas, más puñaladas. Su playera polo, de por sí manchada de restos de comida sebosa, se cubrió de explosiones de sangre. El cuerpo de Laura cayó, inerte; sus ojos quedaron muy abiertos, viéndome sin cesar desde el suelo.
Para mi sorpresa, el hombre volvió a tomar de los cabellos a Laura y la arrastró por la calle. Salí del callejón para ver hacia dónde la llevaba. Depositó el cuerpo en la parte trasera de una pick-up y arrancó sin vacilar, perdiéndose en las sombras.
No había jugado con su víctima. Menos la había partido en cachos para comérsela. No entendí nada. ¿Para qué la había asesinado?
Los primeros rayos de sol se colaron por los huecos entre casas. Me estiré y emprendí camino hacia la oficina del ministerio público. Era menester que alguien supiera lo de Laura. La necesitaba en mi existencia. Me negaron la entrada sin escuchar lo que trataba de decirles. Era un apestado.
Caminé de regreso con la cabeza gacha, de manera lenta. Tuve la esperanza de que alguien pudiera haber dado el mensaje por mí.
Me senté afuera de una tiendita, en el suelo, para esconderme del sol y tomar aire. Mientras la gente entraba y salía del local, escuché la radio: “Reportamos, como parte de los esfuerzos de la alerta Amber, la desaparición de Laura Esquivel Pérez, de 22 años de edad. La mujer es de tez clara, ojos negros y vestía con una blusa blanca y falda azul la última vez que se le avistó. Si usted sabe de su paradero, comuníquese al teléfono 65-63-67-82-21. Recordemos que los feminicidios siguen al alza en el país, con un promedio de 10 al día, especialmente en la ciudad se han producido…”.
Esa información me hizo levantar la cabeza. No tenía sentido, ¿el asesinato de Laura era una cosa normal? Su muerte no había sido útil.
Ya era hora de comer. Regresé al callejón y toqué la ventana de Laura, como solía hacer por las tardes. Clac, clac, clac. La puerta de la casa sí se abrió. Enfrente de mí apareció la figura de su madre, que yo nada más había visto un par de veces.
–¡Michi! –La mujer tenía los ojos rojos y la cara mojada–. Creo que Laura no podrá darte de comer hoy.
Sacó una lata de atún y me la puso delante. Comí acompasadamente. Laura se sentaba en el suelo junto a mí y me contaba sus días. Su madre optó por traer una silla afuera. No me contó nada, se limitó a derramar lágrimas que me cayeron en las patas.
Eso sí, me acarició detrás de las orejas. Como hacía su hija. Levanté la cabeza y la miré. No pude decirle nada. Pero quería que entendiera.
“Yo también la extrañaré”.
P.D. No, Laura de L Logar no es la del cuento. Pero tengo un pésimo tino.
Una reflexión 💭
Por azares del destino, tuve que ver un video en donde Pérez-Reverte presume que tiene una biblioteca personal con 32 mil volúmenes que, asegura, no presta a nadie.
Esto me hace pensar varias cosas:
Pérez-Reverte tiene muchísimo dinero.
Pérez-Reverte es un gran administrador del tiempo.
Pérez-Reverte vive en una mansión.
Yo no tengo dinero, ni tiempo, ni mansión. Por tanto, en los últimos meses vendo, dono y reparto mis libros físicos a quien se me cruce (si contestas a este mail, te regalo uno).
De un tiempo para acá, los únicos libros físicos que permito que lleguen a mis manos vienen en cajitas literarias. Siempre son sorpresa. Y no es que no me guste comprar libros en librerías, al contrario, es mi mayor vicio en cuanto a shopping se refiere.
…Por eso las evito: protejo mis finanzas.
Existe la creencia que indica que el siglo XXI y la tecnología matan lectores. Nada más falso. Estoy segura de que leemos mucho más que nuestros antepasados, pero leemos distinto: en Twitter, en internet, en pequeños copies.
Eso sí, como entes digitales, leer libros parecería una cosa extraña. Acercarnos a ellos no debería ser penuria. Y, a ver, no todos los estilos pueden ser fáciles y digeribles, hay historias que piden ser contadas de manera compleja ¡y está bien!
Estoy cumpliendo uno de mis objetivos de ocio personales: leer un libro por semana. El truco es hacerme espacios para ello, en mi caso, por las noches, cuando ya no quiero saber nada de pantallas.
La lectura ejercita nuestra empatía y nos obliga a reconfigurar la cabeza, algo que es necesario para ponernos en los zapatos de otros. Esto es esencial en un mundo que nos va segmentando algorítmicamente. De ahí que prefiera acabar libros aunque no me estén gustando. Sin embargo, la otra cara de la moneda también tiene algo de razón: tenemos poco tiempo de vida, hay que elegir bien los libros.
Como dije alguna vez: los libros son ventanas a otros mundos, pero también son espejos. En cualquier cristal, espero que te acerques a uno pronto.
¡Nos leemos dentro de dos miércoles! ¡Recuerda que siempre puedes responder este correo!
¿Es tu primera vez? Te dejo más cartas aquí.
Con cariño libre de virus,
J. McNamara, aka Geeknifer.
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