Tan cerca de la Luna y tan lejos de la Tierra
Los seres humanos, los que soñamos con estrellas... y nos olvidamos de los granos de arena
A veces creo que con el rollo medioambiental nos pasa que tenemos tanta sobreinformación que ignoramos el tema. La cosa es que no podemos tomar a la ligera que el mundo en el que vivimos se nos acaba. Me encanta, no te voy a mentir, imaginar los viajes interestelares; pero a la vez, me da muchísima gracia que pensemos tanto en lo que hay afuera de la Tierra cuando es el único planeta donde, al menos de momento, podemos vivir.
Así que, tomando esto de hilo conductor, te cuento qué traigo hoy.
*Un producto 🔮*
Ir de compras se vuelve una válvula de escape que puede ayudarnos a tener mejor salud mental, liberar estrés y disfrazarnos con nuestro propio estilo. El problema es que la producción de vestido es la segunda industria más contaminante en el planeta, sólo por debajo de la industria petrolera, de acuerdo con la revista Forbes.
Una de las maneras en la que desde nuestra trinchera se puede disminuir la huella de carbono causada por la ropa que usamos es comprarla usada. Me dio mucho gusto saber que la hippie de mi hermana anda incursionando con su propio negocio bebé en Instagram vendiendo prendas en buen estado que ya nadie usa.
El McBazar ha abierto en Puebla, pero si resides en Ciudad de México u otra locación, podemos ponernos de acuerdo para hacerte llegar la prenda que te haya gustado. Échale ojo, tiene cosas bien lindas.
*Una recomendación 💡*
Piensa en tu animal favorito. ¿No te gustaría encontrarte una cuenta en Instagram que tenga ilustraciones excelentes de ese animal en el que pensaste? En mi caso es complicado, pues no me gustan los tigres o los lobos. Soy como la nube negra del corto de Pixar Partly Cloudy: amo a los animales feos; o, al menos, esos animales que son poco populares. Y desde niña tengo una obsesión insana por el mar. Estar cerca de él me pone automáticamente de buenas, me convierto en el arremedo de un perrito que ha llegado al máximo de reencarnaciones de un alma: soy feliz y estoy en paz. Me encantaría, un día, retirarme a disfrutar de las olas y escribir todos los días con vista al mar.
En lo que ese sueño guajiro se me hace realidad, te recomiendo esta fabulosa cuenta de Instagram: Sharktopia. Caiti Rose es la ilustradora detrás de los tiburones más tiernos y amables de la red. Sin embargo, también hace ilustraciones muy fuertes; de hecho, me topé con su arte por una campaña en contra del cercenamiento de aletas de tiburón.
Un bocetito que realizó por la campaña
No sé si te has enterado, pero los seres humanos podemos ser de lo más crueles. En varias partes del mundo, pescadores atrapan tiburones, les cortan las aletas y los devuelven al mar, aún vivos; la carne de tiburón es pesada y lo único que se considera valioso para la sopa de tiburón son las aletas. Los animales acaban muriendo ahogados, porque no pueden moverse sin sus aletas. Es una práctica por la que se ha reducido hasta el 80 por ciento de la población total de tiburones en el mundo y se calcula que cada año 73 millones de ejemplares mueren por esta práctica.
Si te encuentras un lugar que ofrezca sopa de tiburón, evítala. Y date una vuelta por Sharktopia, que tiene desde arte con tiburones, sirenas y tortugas hasta páginas gratuitas para colorear.
*Una playlist 🎵*
Si hay algo que puede detonar la imaginación es la música. Pensar en la naturaleza va de la mano con reparar en la música que hemos creado para describir nuestra relación primigenia con la Tierra.
En la actualidad, estos ritmos parecen música ritualística, contemplativa o, en algunos casos, tribal. Total, que creo que este arte es una muy buena plataforma para repensar al planeta. Esta playlist está hecha, en cierta medida, con esa idea en la cabeza. Con un poco de magia y ocultismo como aderezo.
Hace unas entregas te comentaba que son pocas las listas de reproducción que hago yo que tengan algo de sentido. Pero con esta que te recomiendo, me he esmerado. En pos de incentivar algo de colaboración, te la dejo pública, por si quieres dejar alguna buena canción que vaya con el mood.
*Seis minificciones🖋️*
¿Recuerdas que hace una semana te pedí que imaginaras tu día perfecto? Estos días hice una dinámica por Instagram para que mis seguidores me contaran el inicio de sus días perfectos. Escogí tres de estos inicios y otros tres más los seleccioné aleatoriamente mediante un live de Instagram ayer. Los seis me sirvieron para hacer minificciones. Si aún no me sigues ahí, te dejo mi perfil, porque ahora tengo contenido mucho más divertido y habrá nuevas dinámicas.
Así que: seis días…. ¿perfectos?
@adantamariz: Bajando de la cama y encontrando mis chanclas a la primera, sin tocar el piso frío. De haber sabido cómo iba a acabar ese día, habría pensado que esa era la cábala que necesitaba desde hacía 23 años. Debí saber lo increíble que sería cuando mi novia me trajo, a manera de sorpresa de aniversario, pan de El Globo. Quizá para ti pudiera ser normal, pero para mí ese domingo ya tenía detalles de que cambiaría mi vida. Todo culminó a eso de las dos de la tarde, cuando recibí la bendita llamada. Mi mejor amigo tenía boletos para el estadio. Justo hoy. ¿Habría vendido un riñón para conseguirlo? No lo sé: pero yo iba. Hay sueños de niño que ya no dependen de ti como adulto. En otras palabras, hay días perfectos... y luego está ver al Cruz Azul campeón.
@emcarmina: Con un café y sin llamadas del trabajo. Así empezó el mejor día de mi vida. Sin embargo, todavía me había quedado trabajando hasta muy tarde en la estación espacial. Mi torre estelar era el control K678 de naves. Yo decidía quién pasaba, quién no y qué ruta tenía que seguir. Una cadenera de naves. Pero mi estación estaba en el culo del universo.
Eso quiere decir: mucha soledad y muuuchas horas extras. Unos meses antes, al señor de la limpieza, mi único compañero, le había dado un derrame cerebral. La empresa tardó dos meses en llevarse el cuerpo. Yo no podía ir a la planta baja por el olor. Ahora, sin él, todavía me quedaban varios meses sola porque no habían contratado a nadie más.
Cada semana, eso sí, venía alguien de mantenimiento a revisar que todo estuviera bien. No había novedades. La última nave pasó esta frontera lejana hacía dos días. Se suponía que mi zona era segura porque estaba junto a un planeta rocoso. Nadie me avisó que hubiera un problema. Mis sensores no detectaron nada desde entonces. Salvo un asteroide perdido. Pero ahora ni eso. Me empecé a quedar dormida.
Entonces, a lo lejos, vi una explosión. Yo había visto videos muy antiguos de una bomba atómica estallando en la Tierra. Pero aquello era sumamente extraordinario y distinto: empezó como un punto de luz distante que se expandió en listones de colores cálidos. Amarillo, naranja, rojo. Primero, parecía que estaba muy lejos, con las cuerdas de luz acercándose muy lentamente. Pero esto sólo duro un par de hermosos minutos. Pronto, los listones, que resultaron ser llamaradas, activaron los sensores y los avisos de emergencia sonaron por todo mi punto de control. Nada se podía hacer. Pensé en cuánto se tardarían en encontrarme los de mantenimiento, ¿cinco días? La explosión llegó hasta mis ojos. Sobra decir que fue lo último que vi, antes de tomar un sorbo final de café, sonriendo.
@ladivadelcopy: Un día nublado con un café en la mano y la certeza de que conquistaré el mundo. Mi amigo el turco me había pegado la costumbre de tomar café. Acabó por convencerme de que era mejor que el vodka. Y, sin duda, mi puntería había mejorado.
Vi la hora, dejé la taza en el suelo y me propuse cumplir mi objetivo. Salí de la casa de campaña y caminé agazapada. Pronto, coloqué el fusil SVT-40 en el lugar indicado y disparé. Uno, dos, tres. Sonreí. Había batido un récord, pero sobre todo, había vengado a mi prometido: 309 bajas.
—¡Lyudmila!— escuché que me gritaban. Vi la metralla cayendo sobre mí y cerré los ojos.
Supe que me estaban sacando de ahí, de Sebastopol. Me hubiera gustado seguir peleando, pero mi día había sido perfecto. Conquisté el mundo.
@georgiezillafor2: Cualquier día que vaya al autódromo es un día perfecto para mí. Desayuno allá mientras espero. Las sesiones de práctica, clasificación o carrera. El olor a petricor es más notorio que el caucho o combustible por las condiciones del lugar. La lluvia ligera me empapó, era de esa que caía tan fina que uno cree que no se moja. Pero a quién le importaba eso. La pandemia se había hecho a un lado y el Gran Premio había regresado. Ahí, en la tribuna, yo había sido testigo de un hecho histórico: un mexicano había ganado, en México. Me volaba la cabeza eso. Estaba tan eufórico cuando salí, que saqué mi teléfono. ¿Qué podía salir mal?
—¿Bueno?
—Hola, Linda.
—Holiii. Se oye muchísimo ruido.
—Por el autódromo.
—¿Ganó Checo?
—Sí, sí ganó.
—¡Qué bueno!
—Oye, yo sé que tiene desde que empezó la pandemia que no nos vemos...
—Ajá...
—¿Ya estás vacunada?
—Sí, sí. ¿Me estás queriendo invitar a algún lado?
—¿Te dejarías hoy?
—Si es contigo, sí.
—Te propongo que sea sorpresa y paso por ti a las ocho.
—Aquí te espero.
... Pinche Checo, me cae. Me hizo partícipe del triunfo.
@memomcna:
—Tachas en la playa.
—No, lo mejor de tu cumpleaños fue que agarré morra.
—Me quedo con las tachas.
—Ni me hables de eso, porque tú con tu pinche paranoia nos arruinaste ese fin.
—¡Cuál paranoia! Estaba en las noticias.
—¡Todo estaba en tu cabeza!
—¡Había tormenta!
—¡Del otro lado del pinche mundo!
—Que no.
—Que sí.
—Que no, idiota.
—Oye…
—¿Mande?
—Tachas en la playa.
—¿Qué tienen?
—Pues ves que ahora todo mundo hace podcasts.
—¿Y?
—Nada, güey. Yo sí escucharía uno que se llamara “tachas en la playa”.
—Haz lo que quieras. Pero yo jamás vuelvo a consumir drogas contigo.
—¿Ya ves? Siempre andas conmigo así que... ¡gracias a mí, hasta limpio vas a estar!
@arimolinav: Escuchando las pisadas de mi perrito corriendo hacía mí para ir a verme a la cama. Yo estaba bastante enferma, me sentía fatal. Me dolía el estómago por comerme la planta que no me debía comer. Mi perrito empezó a darme de lengüetazos y, pese a su olor a croqueta, me sentí infinitamente mejor. Le devolví el gesto; después de todo, mi lengua era mejor que la suya, sin duda. Luego, recostó su cabeza de pastor cerca de mi vientre. Puse una de mis patitas sobre su hocico. Era un buen chico, mi perrito. No sé muy bien por qué Karen no dejaba de tomarnos fotografías, como si fuéramos celebridades. La verdad, estar enferma no está mal: la consienten mucho más a una. Hasta me dieron una tapita llena de leche. Ser una gatita de casa es como ser una reina... pero mejor.
*Una reflexión 💭*
En estos de lluvia me es imposible no pensar en este lugar y en la suerte que tenemos de haber caído aquí. Sería una estupidez imaginar que somos el único planeta en el universo entero que tiene vida. Pero no hay muchos a la redonda.
La exploración espacial me emociona, no puedo negarlo, pero también soy consciente de que hay un sinfín de cosas que no entendemos de la naturaleza. Los océanos son un lugar en buena parte desconocido por nosotros y, cada nueva especie de animalejo que descubro, me lleva a pensar que la vida es increíble: un verdadero milagro.
Es difícil no sentirse bendecida cuando aspiro el aroma a tierra mojada, cuando veo a mi gatita brincoteando por toda la casa, cuando presencio atardeceres que parece que derriten los colores. El hecho de que los políticos, las empresas y nosotros mismos no respetemos lo poco de Tierra que nos queda es sumamente peligroso.
A estas alturas ya deberíamos estar más concientizados de cómo disminuir nuestra huella de carbono. No por un rollo político o científico, sino sencillamente porque el suelo por el que caminamos diario es el único que tenemos para existir. Nos queda cuidarlo y cuidarnos a la vez.
P.D
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¡Hasta el próximo pinche miércoles!
Con cariño libre de virus,
J. McNamara, aka Geeknifer.
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