Soy una persona, no spam
Después de una breve pausa, corroboro que este correo se hace de manera artesanal y que, siempre, para hacer arte se necesita corazón.
¿No tienes tiempo de leer? Escucha con el botón de arriba 👆🏼
“La gente experimenta el arte como un evento transformador cuando en realidad sólo refleja y despierta lo que ya existe dentro de ellos”.
Stewart Stafford
Hace dos semanas pasó algo que no había ocurrido antes en dos años. No escribí la carta que prometo entregarte quincenalmente.
Te debo una disculpa, sin duda. Porque al final, tengo un compromiso contigo, del otro lado de la pantalla. He de decir que preparo estas cartas con mucho gusto y energía.
Pero ahora mi humanidad anda fallándome. He tenido unas semanas que no han sido las mejores.
El lado positivo de esta pausa escritural es que he tenido tiempo para recomponerme o, al menos, para reencauzarme.
Así que: te doy la bienvenida al miércoles.
Un libro 📙
No me había animado a leer a Alma Delia Murillo porque sus columnas en cierto periódico fifí me parecen un poco de flojera.
Pero tenía a la mano un volumen de Las noches habitadas y quería leer algo más ligero después de aventarme a terminar Lolita (spoiler: la obra magna de Nabokov no me gustó nada).
Esta novela de Alma Delia Murillo tiene la dosis ideal de drama y comedia. Sus personajes, además, me parecieron muy redondos. Seguimos a cuatro mujeres que sufren de insomnio. Tres de ellas están emparentadas y una es una vecina. Las cuatro son muy diferentes y me gusta cómo, a través de esta condición en común, conocemos sus momentos más íntimos.
Disfruté leer cómo se transforman y cómo sus deseos e inseguridades evolucionan. Fue como espiar a través de una ventana a estas cuatro personajes desdoblándose de manera amena.
Astro-recomendado como lectura de fin de semana. Lo consigues en Amazon en este enlace.
Una película 🎥
Hay noches de soledad en las que una nada más quiere llorar y necesita un pretexto.
Living fue el mío en estas semanas.
En pocas palabras, esta película trata sobre un burócrata inglés que descubre que se va a morir. Es una adaptación del filme japonés Ikiru, dirigida nada más y nada menos que por Akira Kurosawa.
Y bueno, imagínate un godín que ha hecho lo mismo durante décadas y de pronto la cercanía del final hace que replantee su vida entera. Es de esas películas en las que “no pasa nada”. Pero pasa mucho a la vez.
La actuación de Bill Nighy es una cosa preciosa y seguro la peli te deja calientito el corazón. Claro, después de llorar mucho.
Además, su soundtrack está espectacular.
La puedes rentar en YouTube en este enlace.
Una rolita 🎶
¿Y si juntamos genios de música de los ochenta con voces de la peli Gladiador?
Dependiendo de tu edad y gustos musicales es posible que los nombres “Nena” y “Falco” te suenen. Si no, quizá te sean más familiares sus éxitos “99 Luftballons” y “Amadeus”. En esos años, en la década de los ochenta, este par de músicos no fueron los únicos alemanes que se hicieron con grandes éxitos. Es posible que te hayas topado con “Goldener Reiter” de un tal Joachim Witt.
Bueno, pues el señor Witt ha hecho prácticamente de todo. Desde pop hasta… metal. Y acaba de sacar una baladita remasterizada de su disco medio rock/popero llamada “Hoping”. Tiene como artista invitada a mi contralto favorita, Lisa Gerrard.
A quien probablemente ubiques mejor por su participación en la película Gladiador.
La señora Gerrard en realidad también es parte del dúo Dead Can Dance y este año lanzó un álbum en vivo imperdible en compañía de Jules Maxwell, tecladista que los acompañó en muchas giras.
Que sirva mi introducción de este par de grandes, Witt y Gerard, para decir que la letra de la canción se me hizo de lo más lindo del mundo dado mi estado anímico. Te dejo el link de Spotify.
Un cuento 🖋
Alicia se despertó con la convicción de que esa noche de luna creciente era la noche de su vida, en la que su alma gemela aparecería, en la que tendría éxito.
Vio su celular para descubrir, en el grupo familiar, que su hermana se quedaría de vacaciones en Australia. Ella, siempre tan exitosa. También aprovechó para confirmar que en Tinder y Bumble la habían dejado en visto. Con una mueca, se levantó de la cama.
Tras bañarse, se vio en el espejo y acarició el tercer pezón que le asomaba a mitad del tronco. Era su signo y esperanza de vivir mejores tiempos.
Con este pensamiento salió de su casa, atravesó la ciudad en su viejo auto, se enfrentó al tráfico, que era la única parte emocionante de su día, hasta que llegó al edificio donde trabajaba. Dejó su bolsa en seguridad y subió a su piso. Ahí, se sentó en la silla número 43. El teléfono sonó sólo una vez antes de que ella descolgara.
—Buenos días, mi nombre es Alicia López. Está hablando a la línea de atención de Pagos en un clic, ¿en qué le puedo ayudar? —Así empezaba otro día de la marmota… hasta que el sol se escondiera.
Mientras tanto, del otro lado de la ciudad, Franco pausó Devil May Cry X, el videojuego que lo inspiraba para la sesión a celebrarse en la noche. Abrió su computadora y tecleó sin parar. Durante tanto tiempo lo hizo, que la consola entró en modo de ahorro de energía. Él seguía escribiendo como si la vida se le fuera en ello. Cerró el mensaje de Instagram con un “Pronto estaré contigo”.
Volvió a su televisión, la traducción de la interfaz del juego tenía que cambiarse por completo.
No vale la pena reparar en los ires y venires de la trabajadora del call center o del tester de videojuegos. Cerremos el día. Que aparezca el cielo anaranjado.
Alicia se detuvo en su casa para sacar un par de cosas de la cocina: un corazón de buey y tres envases de a litro de yoghurt; no contenían lácteos, ni frijoles, sino sangre de borrego.
Llegó al bosque al mismo tiempo que Franco, que caminaba envuelto ya en una túnica negra. Ella se puso su túnica bermellón y, con ese simple gesto, pasó de ser operadora a la matriarca del aquelarre.
Ambos, sin hablar, se internaron en las profundidades del bosque. El suelo respiraba neblina y la luna lloraba sangre. Sus pasos eran la música del rocío. La naturaleza los seguía.
Los esperaban los otros once asistentes. Con el número mágico de participantes, se formaron alrededor de la pira que ya había hecho el oficiante de la asamblea, quien era plomero de día, brujo de noche; boy scout en la infancia, satanista en la madurez.
—In nomine dei nostri, Satanas luciferi excelsi —dijeron todos al unísono.
Los grillos respondieron. No pasó nada.
Volvieron a conjurar a su señor y tampoco pasó nada.
“La tercera es la vencida”, pensó Franco y, con su voz gangosa, emitió en un alarido:
—¡In nomine dei nostri, Satanas luciferi excelsi!
Para placer de Alicia, un portal violáceo apareció en medio de la pira, era una mancha brillante que daba vueltas, tragándose el fuego y que devolvía luces neón. Los vellos de su nuca se excitaron cuando una voz, que era también la voz de una caverna en las profundidades de los abismos, sentenció:
—Lo sentimos, el portal que usted invocó está fuera de servicio. Su invocación es muy importante para nosotros, por favor inténtelo más tarde.
El silencio se apoderó del aquelarre, roto por el crepitar de las llamas y, después de un minuto, de la risa desaforada de Franco.
Alicia, en cambio, cayó de rodillas y miró la luna creciente, que se alzaba por encima de su cabeza. En lo alto, con ese ángulo particular, pareció la única sonrisa burlona que le faltaba por ver.
Una reflexión 💭
La inteligencia artificial ya escribe correos electrónicos. Y, como claramente es bastante lista, aprende y sabe qué correos tienen más éxito en una audiencia. Con el paso del tiempo, la inteligencia artificial se convertirá en una máquina cada vez más convincente.
Pero bueno, yo no quiero convencer a nadie. Pretendo compartirte artilugios que me parecen interesantes y que mis correos sean un pequeño respiro a mitad de semana. La cosa es que nadie puede contar (o hacer) cosas si no está bien.
Me gustaría ser la máquina de contenido en la que nos quieren convertir los seres vende-cursos que habitan internet. Sólo que… soy una persona: tengo ires, venires, cambios de humor… y, a veces, no sé dónde tengo la cabeza o el ánimo.
Ojalá pudiéramos actualizarnos el software y reparar las fallas que tenemos de manera automática, pero, repito: somos personas. Y eso está bien, porque también es lindo sentir y tomarse tiempo para encontrarse.
Estas semanas han sido así para mí. Si me comparo con un artefacto lleno de cables, estoy actualizando mi sistema operativo. ¡Y aquí ando! Sobreviviendo y deseándote que estés teniendo una gran semana y un gran mes.
Si no, no te preocupes. Hay gente detrás de una pantalla que te echa porras y que, también, comparte los tropiezos.
Nos leemos muy muy pronto y recuerda que siempre puedes responder a este correo.
Un meme
¿Es tu primera vez? Te dejo más cartas aquí.
Con cariño libre de virus,
J. McNamara, aka Geeknifer.
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