Siguiente parada: tercer piso
Cumplir años puede parecer asignarse sólo un número. Para mí es mucho más y por eso te cuento algunas lecciones que he aprendido ahora que voy a cumplir 30.
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Hace algunos ayeres mandé una carta que hablaba de mi último año en los veintes. Una vuelta al sol después, aquí estoy, a punto de que mi elevador de vida llegue al tercer piso.
Me gustaría decir que tengo todo resuelto y que llegar el domingo 25 a mis 30 me da más respuestas que preguntas, pero no es así. En los últimos días, al pensar en este número, he sentido miedo, confusión, alegría, agradecimiento, confianza. Todo a la vez. Los 30 son un oxímoron.
Podrías decirme que son sólo un número. Y estarías en lo correcto. Pero soy un ser humano y nos gusta conferirle simbolismos a las edades. Eso me pasa con esta tercera década. Quizá porque dejas de ser “adulto joven” y simplemente eres “adulto”.
No me espanta la independencia. Desde que estaba en la universidad moría por vivir sola, algo que logré y que disfruté muchísimo. Me espanta la idea de defraudarme a mí misma. Para ser franca, no me comparo con otras personas sino con las expectativas que tenía de mí cuando era más joven.
Una reverenda estupidez, porque la Jennifer del pasado, y esta que escribe, no son adivinas. Viví con la enraizada máxima de “visualízate en 10, 15 y 20 años”. De esas cosas que me planteé he logrado menos de la mitad.
¿Y sabes qué? ¡Vale gorro! He vivido cosas que no estaban en mi plan de ruta y por eso soy más feliz. Así que hoy será para mirar sobre mi hombro y compartirte algunos pedacitos, si no de sabiduría, de vida, que igual podrían servirte.
30 productos culturales 📚🎬👾
Muchas veces romantizamos la idea de la lectura. Una de las preguntas típicas para los famosos, sobre todo en Ferias del Libro es: “¿Puede decirnos 3 libros que le hayan cambiado la vida?”… Y ya vimos lo que sucedió con Enrique Peña Nieto.
¿Realmente lo que consumimos nos cambia la vida? Estoy en desacuerdo con que los libros, por ejemplo, te hagan mejor persona. Pero sí estoy convencida que lo que consumimos transforma las maneras en las que pensamos y sentimos.
Cuando hice el borrador de esta carta, escribí 30 productos culturales de cada categoría (en algunos casos más) que creo que me han cambiado la existencia. Sé que nadie tiene tiempo de leer tanto, así que lo resumí, enfocándome en mi última década: diez películas y series, diez libros, diez videojuegos y cómics con microreseñas. Tienen su enlace, y en caso de que no aparezca, están disponibles para renta o son de una plataforma específica, que citaré.
Unos libros 📕
Punto de cruz, Jazmina Barrera: Si la amistad femenina tuviera libro oficial, sería este.
Una parte del todo, Steve Toltz: Filosofía, humor negro, peleas familiares, ¿qué más se puede pedir?
Lamentaciones de un prepucio, Shalom Auslander: Fue el primer libro que leí de Blackie Books y cada vez que vuelvo a leer sus pasajes me acuerdo de que mi mente está condicionada por un colegio católico.
Miedo en el cuerpo, un montón de autores: Con este conocí la editorial Valdemar, cara pero perfecta si te gusta el terror.
Genealogía de la soberbia intelectual, Enrique Serna: Bien podría llamarse “dosis de humildad si te sientes Juan Camaney por leer a Bolaño”.
Instrumental, James Rhodes: Sufriste abuso sexual, fuiste adicto a las drogas, empezaste tarde a tocar piano. Pero aquí estás, rompiéndola.
NW, Zadie Smith: Una oda para el lugar de Londres que fue mi casa todo un año.
El libro de mi destino, Parinoush Saniee: Quien diga que la igualdad entre hombres y mujeres está resuelta, que lea esta belleza.
Lo que hay, Sara Torres: El último libro con el que pude platicar en un café.
El gran libro de Satán, otro montón de autores: Un compendio del mejor personaje de la literatura fantástica.
Unas películas y series 🎞
The Newsroom: De por qué el periodismo me acelera el pulso.
Three Billboards Outside Ebbing, Missouri: Cuando sea grande, quiero escribir historias tan fuertes como esta, pero con su mismo humor.
Lady Bird: Las aristas de una relación con una madre, lágrimas aseguradas.
Hereditary: Mi reina del terror. La he visto casi 10 veces y en todas he sentido miedo.
Midnight Mass: Un tratado sobre el significado de la muerte envuelto en una historia de misterio.
Youth (disponible para renta): Siempre suspiro con esta belleza de Paolo Sorrentino. Es como ir a un concierto inmersivo sobre la vida misma.
Fleabag: Ideal si estás por cumplir 30 años y ya eres más cínica que antes.
Orange Is The New Black: Esta fue la primera serie en donde me vi reflejada… en un montón de presas.
House of Cards: La narrativa de la primera temporada me sigue provocando un no sé qué. Es como ver un documental de tiburones.
The Marvelous Mrs. Maisel: Pese a que la historia está ambientada en los cincuenta, es vigente la disputa interna de una mujer por saltarse fronteras y seguir siendo ella.
Unos videojuegos y cómics 🕹
The mountain with teeth: Ale Gámez crea monstruos que hablan de las cosas más importantes de vivir.
Sharktopia: Los mejores tiburones animados.
Darbi: Dinosaurios en un drama desgarrador. ¿Qué más se puede pedir?
Slack Wyrm: Un dragón con la misma energía que yo en los domingos gobierna desde una torre.
Lore Olympus: Este estuvo en la primera edición de esta carta. Y es la mejor manera de consumir a Homero.
The Elder Scrolls (PS): Tanto Oblivion como Skyrim. Los dos RPGs que amo con toda el alma, después de Final Fantasy VII.
Rusty Lake (Celulares): Cube Escape es la mejor saga de videojuegos móviles. Son fáciles de manejar con una historia asombrosa para partirse la cabeza y una dirección de arte increíble.
Minecraft (PC): Necesita un lugar especial en mi corazón. Me cambia la vida cada vez que lo juego con mi familia.
Spiritfarer (PC): Parece un juego acerca de la muerte, pero es más sobre la vida. Y jugarlo da paz.
Horizon (PS): Cuando era niña, siempre quise que los personajes principales de mis videojuegos fueran mujeres. Se me cumplió.
Una playlist con 30 artistas 𝄞
No hay mucho que decir. La música de mi última década se merece su propia lista. Si tuviera que haber una banda sonora, sería esta. Escúchala con este enlace.
Una minificción 🖋
A veces me disfrazo y digo cosas.
En la ciudad del amor me enamoré del espejo.
Viajé a un pueblo donde no había brujas, pero sí sueños de niño.
La lengua de los caballos es en la que me pulsa la vena.
Los mejores besos saben a cerveza oscura.
En el metro más viejo reí con el eco de mis varias voces.
Y otras veces, más bien. Soy. Como acá, frente a las teclas, con el futuro entre líneas
Unas lecciones 💬
Hay gente que recuerda con mucho cariño la prepa. Puedo decir que fue una gran época, pero para mí, la vida me empezó a los 20.
Fue la década en la que me equivoqué, me enamoré, me rompieron el corazón, en la que hice las paces con mi lado femenino, en la que me permití creer en imposibles, en la que hice de esta ciudad donde vivo mi hogar, en la que gesté irme a otro país un tiempo, en la que me he asentado y ahora, en estos 30, donde elijo dibujar un camino en mis propios términos.
He reflexionado en mil cosas y quiero compartirte algunas que hubiera sido bueno que escuchara la Jennifer en su adolescencia.
Alzar la voz es algo muy bueno, no lo dejes de hacer. Pero ten astucia para hacerlo. Y todavía más: inteligencia emocional. La gente que te quiere lo apreciará.
Nunca dejes de aprender. Toma cursos de lo que te interesa. Lee cosas que jamás leerías, escucha a quien jamás escucharías y ve lo que jamás verías. Es entrenamiento para seguir abierta de mente.
Está muy de moda esto de separar el trabajo de tu vida personal. Pero lamento informarte que el trabajo es parte de tu vida personal, siempre escoge laborar donde te sientas plena. Si no: ¡huye!
Ten un plan de carrera realista (puedes incluir estudiar fuera). Platícalo en tu empresa. La proactividad se aprecia.
Tanto por el trabajo como por la vida: Deshazte del celular por las noches, antes de dormir y los fines de semana. Estar siempre frente a una pantalla hace daño, en serio.
Aprende a hacer todo en soledad. Ve de compras, ve al cine, invítate una cena romántica, viaja. El mejor hack para pasarla bien es que te caigas bien. Y si ese día no te caes bien: mándate a dormir.
El “no” ya lo tienes ganado. Es una regla de vida. Intenta eso que te da terror: desde hablarle a tu crush, hasta delinear un negocio, pasando por enfrentarte a una página en blanco.
Aprecia a tu familia. Sobre todo a tus papás. En la mayoría de los casos, hicieron todo por ti y no tenían un manual para hacerlo. Es poco el tiempo que tienes con ellos.
El tiempo no lo cura todo. Sólo te da espacio para alcanzar reconciliación.
Te verán como una loca por ver siempre el vaso medio lleno, pero créeme que tendrás más paz.
Escoge bien a tus amigos, son tu segunda familia. Búscalos, aunque sea por mensaje, una vez al mes.
Ahorra, no despilfarres. Está bien hacer planes a futuro, pero mantente abierto a nuevos caminos.
No quieras hacer de todo. Mi mamá decía: el que mucho abarca, poco aprieta. Enfócate en tus prioridades.
Suena a cosa del siglo pasado, pero defiende lo que crees y los valores que crees importantes. Que sean tu norte.
Agradece mucho. Si crees en Dios, vas. Si no: tienes vida, agradécele a ella.
Atesora tu vida también fuera del trabajo. Prueba cosas nuevas y haz espacios para tener tardes de películas y series. Haz de tu casa tu hogar.
Escucha con atención para no crear generalizaciones. No todos los hombres son horribles, no todas las mujeres son insoportables.
Atrévete a ir a terapia. Te ayudará para ti. Sólo recuerda que la terapia no te vuelve mejor automáticamente, cada quién tiene sus procesos y al final, es algo que haces por ti, no por los demás.
Ponte nuevos retos. Sobre todo si sales de tu zona de confort. Haz algo creativo y no te olvides de hacer cálculo mental. Recordar cómo hacer una regla de tres o una división con casita te mantendrá chispita.
Aprende a pedir perdón y a perdonar. Sobre todo a ti.
No porque sea mi línea de trabajo. Practica comunicarte mejor. De verdad, se aprecia cuando una persona sabe lo que quiere decir. Ahorrarás muchos malentendidos.
Ten una mascota y/o plantitas. Recuerda que esas cosas están vivas, cuidarlas nos hace tantito menos egoístas.
Hablando de egoísmo, piensa en lo que tu familia y amigos hacen por ti. Trata de devolverles el cariño que te tienen.
Tienes una parte masculina y otra femenina. Disfruta de ambas.
Neta, deja de criticar a todo mundo. Tu maestra tenía razón: lo que te choca, te checa. Si hay alguien a quien no soportas, piensa por qué.
Tampoco se trata de sufrir. Cuando alguien te hace más mal que bien, aléjate elegantemente de esa persona.
Aprende estrategias para motivarte. Te doy las que sabemos que sirven: báñate, sal a caminar, ve un capítulo de una caricatura.
Escribe mucho. Pero lee más.
Cuida tu cuerpo. Ya tienes canas y arrugas. El bloqueador solar y el hidratarte te harán bien. El ejercicio es vital.
Suena cursi, pero toma ventaja de que eres un ser humano. Siempre puedes ser mejor, siempre puedes perseguir la felicidad. No te obsesiones, simplemente fluye hacia eso.
Y bue… mi yo puberta está feliz porque cumpliré 30 en República Checa. La próxima carta te llegará desde Alemania, porque hay combo con luna de miel. De eso también se trata crecer y madurar: cumplir sueños que parecen pequeños, pero que hacen mucha diferencia.
No importa qué edad tengas. Mi mejor recomendación es tenerte paciencia, saborear todos los días y aprovechar que aún respiramos.
¡Hasta dentro de dos miércoles!
¿Es tu primera vez? Te dejo más cartas aquí.
Con cariño libre de virus,
J. McNamara, aka Geeknifer.
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