¿Qué le hacemos al hogar?
El planeta Tierra nos ve con demasiados buenos ojos. ¿No? Los seres humanos bien haríamos en pensar que este lugar es nuestra casita y, por tanto, merece ser cuidada.
¿Prefieres escuchar esta carta? Activa el audio con el botón de arriba 👆🏼
Si has estado leyéndome (o escuchándome) suficiente tiempo, sabes que adoro el mar. La realidad es que me llama la atención saber cualquier cosa relacionada con la naturaleza.
Pensar en que este planeta es uno en quién sabe cuántas posibilidades matemáticas para que se dé vida es abrumador. Cuando pensamos en la escala del universo entero, ¿no es imposible no sentir ternura por la Tierra?
Y, pese a ello, nos empeñamos en consumir productos innecesarios que le dan en la torre. En marcar huella de carbono. Tal vez porque no somos conscientes de que somos demasiados seres humanos.
Hoy quiero darte una probadita de lo precioso que puede ser el planeta. En esta edición encuentras un libro 📕, un documental 🎥, una app 📲, un cuento 🖋️ y una reflexión 💭.
Un libro 📕
Últimamente hay una tendencia literaria en la que se escribe sobre lo rural. No por nada veo que la gente habla del libro Te di ojos y miraste las tinieblas (mi unpopular opinion sobre esta nueva novela de Irene Solà es que peca de soberbia intelectual, pero ajá).
El libro del que quiero hablar también es sobre una comunidad rural; una ficticia de nombre Maran, que tiene similitud con una aldea armenia. Lugar que la escritora Nariné Abgarián conoce bien porque aunque es rusa, su origen es armenio.
La novela Y del cielo cayeron tres manzanas empieza con una mujer que está muriendo. En su soledad, y pese a la idiosincrasia casi inamovible de esa aldea perdida del Cáucaso, las cosas cambian de manera lenta porque un habitante del pueblo se enamora de ella.
Me gusta que es una colección de recuerdos y estampas que sumergen en un modus vivendi que, al menos a mí, me parece muy ajeno. Tanto porque la historia transcurre en un pueblo en medio de la nada, como porque Armenia es una tierra en verdad distinta.
Sale también a cuento porque, debido a este particular modo lento y natural de vivir, las montañas acentúan las atmósferas que hacen de esta novela un recuento de amistades íntimas e historias profundas.
Lo puedes conseguir en este enlace.
Un documental 🎥
De las cosas que más me gustan de ser parte del siglo XXI está poder observar espectáculos que seguramente mis antepasados ni imaginaban.
El truco es seguir teniendo capacidad de asombro.
Our Planet es de los mejores documentales sobre naturaleza que haya visto. Tiene dos temporadas y es una belleza. Debido a que es una producción inglesa, la versión en inglés está narrada por el legendario David Attenborough, pero para Hispanoamérica la narradora es Salma Hayek y, si te inclinas por el acento español, Penélope Cruz es la voz detrás de los episodios.
A lo mejor has oído de Planet Earth, una serie documental de la BBC multipremiada. Pues el equipo de producción para esta joyita es el mismo.
Algo que me parece interesante, a diferencia de la original de la BBC, es que Our Planet sí toma el toro por los cuernos cuando se trata de hablar del daño que ha sufrido la Tierra por causa nuestra.
Lo puedes ver en Netflix con este enlace.
Una app 📲
¿Y si reciclaras para ganarte premios?
Bueno, Ecolana es una app que propone justo eso. Lo único que tienes que hacer es entrar a la aplicación, hacer tu cuenta y registrar lo que vayas reciclando. De esta manera, se gana algo llamado “ecolanita”, que puedes canjear por promociones y productos.
La aplicación te pone todo muy fácil porque te despliega cuáles son tus centros de acopio más cercanos (dependiendo de lo que quieras reciclar).
Te dejo el enlace a la tienda de Google y también a la de Apple para que la descargues.
Una recomendación 💡
Hablando de cómo sentirse chiquita en el planeta, el eclipse del lunes da una muestra clara de ello.
El novio de mi hermana (que no es mi hermana) está participando en un concurso de fotografía del eclipse para la UNAM y necesita votos.
Por eso te comparto las ligas a sus imágenes para que les des like. ¡Vale la pena ver las demás fotos porque hay una competencia muy linda!: Foto 1, Foto 2, Foto 3.
Un cuento 🖋️
Gaia
Quisiera recordar mejor los momentos felices. En esta nube azul se me vuelven borrosas las aletas que me acariciaban el vientre. Apenas puedo escuchar el canto de mi mamá, que me arrullaba de noche y de día. Ahora es sólo un eco en mi cabeza que siempre repite la misma frase: “Te quiero”, “Te quiero”, “Te quiero”.
Pero recuerdo muy bien el día en que me perdí. Viajaba con mi familia alrededor. Todos juntos, yo nadaba de un lado para otro sin parar. Quizá esa es mi última memoria en grupo. Yo había oído decir a una vieja barracuda que no debíamos acercarnos mucho a la costa. Había más peces, más color, pero no siempre se regresaba de ahí. Fuimos inconscientes. Veníamos cantando como si la vida se nos fuera en ello.
Nuestro ulular fue devorado por un sonido que, a mí, me recuerda a la muerte. Creo que los de la costa lo llaman “metal” y “máquinas”. Por encima de nuestra cabeza pasaban estas máquinas a toda velocidad, rompiéndonos los tímpanos en pedacitos y desorientándonos. Oí a mi mamá cada vez más lejos. Cuando me di cuenta, la bruma costera me impidió ver y los perdí.
Nunca más vi a mi familia. Y ahora nado sola, cantando un “Te quiero”, para reencontrar, aunque sea, una pieza de lo que perdí.
Una reflexión 💭
No soy quién para juzgar el compromiso planetario. Soy omnívora y me gusta el papel.
Pero creo que debemos estar conscientes de que, sólo hablando en cifras, nosotros apenas representamos el .01% de la vida en este planeta. Pero hemos producido el 83% de la pérdida de vida silvestre desde que estamos aquí.
Perdón, pero somos parásitos en este planeta. Hay gente que cree que haciendo todo digitalmente ayuda a la Tierra, cuando la verdad es que para mantener los servidores que nos permiten tener Internet, se consume una cantidad absurda de energía.
En otras palabras, lo menos que podríamos hacer es tenerle respeto al lugar donde vivimos. Casi que es una casa ajena.
No es tema para pensar sólo el 22 de abril, que es Día de la Tierra, sino cada vez que tenemos una planta a la que mimar cerca, cuando tenemos un animalito acurrucado o cuando, sencillamente, salimos de nuestra casa y tenemos por dónde andar.
Porque, ¿a poco no te daría miedo quedarte sin este hogar?
Un meme 👾
¿Es tu primera vez? Te dejo más cartas aquí.
Con cariño libre de virus,
J. McNamara, aka Geeknifer.
Puedes ponerte en contacto conmigo por Instagram, Telegram, Facebook, Twitter y LinkedIn.
Hola! Te conocí hace poco y me ha gustado mucho lo que escribes.
Debo decir que soy una apasionada ambientalista y me encanta encontrarme con personas que de pronto salen de su contenido habitual y descubro que también les mueve la crisis eco-social (porque no solo es climática) lo suficiente como para hablar de ella. Por eso quiero compartirte la lección que aprendí muy temprano cuando daba mis primeros pasos en este camino de reaprender a ser una mejor humana para relacionarme de manera distinta con todo lo que me rodea y que al igual que yo pertenece a la naturaleza.
Hablo de la idea de que la humanidad es un parásito, un cáncer, una plaga... Pensarnos en esos términos nos deja paralizadxs en la indiferencia y nos hace pensar que es más fácil solo desaparecer, extinguirnos. Al despreciarnos estamos despreciando una parte de la naturaleza, nosotrxs. Pensarnos como una plaga nos impide ver lo que sí somos capaces de hacer, cuidarla(nos) y regenerarla(nos) porque somos parte de la naturaleza.
Es más fácil desaparecer, no requiere ningún esfuerzo, lo que sí requiere el cambio.
Decir que somos lo peor y deberíamos extinguirnos es peligroso porque no nos motiva a actuar. Para qué hacerlo si ya todo está perdido y no tiene caso cambiar.
Cambiar implica cuestionarnos profundamente y romper paradigmas. Y eso solo es posible cuando deseamos conservar y proteger lo que amamos (la humanidad y el planeta).
Además también debemos pensar que a lo largo de la historia ha habido comunidades humanas que han sabido relacionarse con los ecosistemas de los que son parte sin dañarlos. El problema no es la humanidad solo por ser humana, es el sistema en el que vivimos que tiene como único fin seguir creciendo hasta el infinito en un planeta con recursos finitos.