Un anuncio 🌊
¡Te doy la más abracadabrante bienvenida! Esta carta es distinta porque, como había anunciado hace un par de semanas, cambié de plataforma para que estas misivas lleguen sanas y salvas a tu mail.
Aquí viene el clásico aviso oportuno para recomendarte que me agregues a tus contactos y pases este correo a la pestaña de ‘Recibidos’.
A mí me va a dar la posibilidad de ofrecerte más contenido y de formalizar mi quehacer (psst, mi página de ko-fi seguirá abierta para que me invites café y tendrá los mismos beneficios que acá en Substack).
Pasa algo curioso en el verano con los creadores de newsletters: o se detienen por completo y se van de vacaciones o hacen una edición especial en estas semanas más lentas. Mi favorito es Ola, de Carmen Pacheco.
Escríbeme pronto siempre tiene un gran hilo conductor y se alimenta de contenido variopinto relacionado con dicho hilo. Sin embargo, para agosto y septiembre, optaré por la segunda opción de los newsletteros.
Tendremos temporada veraniega.
Prepárate para correos más ligeros para leer junto a la playa (o para que te den ganas de leer en ella)
¡Eso no significa menos calidad! Sino correos más frescos.
Por eso hoy voy a hablar de lugares felices. Y, a veces, esos lugares no tienen espacio definido y, más bien, habitan el pasado.
Una recomendación 🤘🏻
El semestre perfecto sí existió.
Clase con mi profe favorito. Filosofía con un genio. Foucault con una alumna suya. Compartir banca y literatura con mi entonces crush. Mucho periodismo. ¡Ah! Y los Beatles.
Oh, sí. Tomé un semestre entero de una materia llamada “La música de los Beatles”. Qué te digo: me ha servido más que el binomio cuadrado perfecto.
La experiencia me gustó tanto que cuando se me atravesó otra materia de música en mi último semestre, la metí sin pensar. “Introducción a la música clásica”.
La dinámica fue increíble, con una combinación entre historia, teoría musical y datos curiosos.
Resulta que ese mismo profe ahora da cursos online. Hace un par de años lanzó una clase llamada Classic Rock Albums y me la perdí. Estas semanas ha iniciado su segunda edición y ahora sí, no se me perdió.
Además de que la clase es con un musicólogo que mezcla la situación social, política y contextual de cómo nació el álbum a tratar, se mete con ganas al análisis musical. Cada clase es como una especie de podcast.
Con decirte que he visto que uno de mis compañeros pone la clase en su tele y su familia le revolotea junto, entre escuchando la charla que traemos y haciendo sus cosas.
Son 12 sesiones con The Beatles, Pink Floyd, Deep Purple, Genesis, Led Zeppelin, Jethro Tull y Queen. Te juro que está imperdible.
Si quieres saber más, puedes visitar el Facebook de Juan Carlos Cortés Stefanoni, el profe, aquí.
Una película 🎸
La mayoría de nosotros tiene una etapa rebelde. Hay quienes fuman, hay quienes beben. Y estamos los que escuchamos rock.
En una época donde el reggaeton viejito era la onda, apartarme oyendo heavy metal era rebeldía. Además, es música anti-religión. Y a mis 15 años no había mayor enemigo en mi mundo que cardenales encubriendo pederastas.
La cosa es que este fin de semana vi una película que me hizo sentir justo lo que me electrocuta el corazón cuando oigo un riff de guitarra eléctrica.
Tenía pocas expectativas de Elvis. Digo, sabía que la actuación de Tom Hanks sería buena. Pero no le tenía fe a Austin Butler, el actor que hace de Elvis, porque el señor Presley es quizá uno de los personajes más choteados de toda la cultura pop.
Me callaron la boca. Es la primera vez que no veo a un Tom Hanks bonachón que sufre por alguna desgracia, sino a un villanazo. Y Austin Butler no sólo baila increíble en la peli sino que ¡sí canta las canciones del filme!
Acuérdate de mí con la escena en la que Elvis es manoseado en una carpa religiosa, que la música puede ser así de apoteósica.
Podría escribir mucho sobre la peli. Podríamos hablar de la figura oscura del manager de Elvis. Sobre todo porque representa los intereses que han movido los hilos de la música una y otra vez.
¡Pero eso mejor lo dejamos para posts exclusivos!, que en estas ediciones no habrá tanta oscuridad.
Elvis se encuentra ahorita mismo en cines, yo que tú planeaba una excursión a la pantalla grande.
Una minificción 🖊
Decidí que quería sus dedos sobre mí, pulsándome el vientre y las curvas de mi escote. Su voz aguardentosa susurrándome al oído, transportándome a los parajes en donde el sonido era total y yo podía gritar sin remedio y sin culpa y sin mordaza.
Quería mover, como ahora, la cabeza adelante y atrás. Convulsionar en el aire. Mirar al cielo y que el mundo se me viniera encima y escapara por las estrellas. Quería dedicarle mis gemidos, casi maullidos, casi aullidos, al bajo, la batería y la guitarra. La maldita guitarra. Que me haga suya, ya.
En fin.
Yo quería al rock and roll de amante.
Una reflexión 💭
¡Qué casualidad que haya sido el rock en dos variantes lo que me haya devuelto a momentos clave del pasado! No quiero regresar a esos días en carne propia. Pero sí quisiera robarme algo del espíritu de esa muchacha.
¿Cuál? La que salía contenta de una clase de música clásica. Su mejor amiga la esperaba afuera porque le encantaba el profe. En su defensa, le gustaban todos los profes. De ahí íbamos por un café y a reírnos en su habitación llena de calzones en el piso.
Yo me reía de todo y de nada. Y también me sentía muy feliz. Imparable.
Tal vez ahora que medio me rapé, Satanás y su espíritu rocanrolero me posean. ¡Buena falta me hace sentir el mundo a mis pies y ver el mundo con lupa, como en la universidad!
Seguro que si hurgas en tu pasado, descubrirás algún momento por el que decir: “¡uff! Esto me súper inspira”. Para mí es un género musical, pero para ti quizá sea un álbum de Taylor Swift, un aniversario de trabajo, una charla con tu mejor amigo. Un beso robado.
Hoy te deseo un viaje al pasado, no para quedarte en él, sino para que hurtes la mejor versión de ti y te la traigas. La necesitamos.
Oye, oye… ¿te gustó el cambio? ¡No olvides contarme tus opiniones respondiendo a este correo!
¡Hasta dentro de dos miércoles!
¿Es tu primera vez? Te dejo más cartas aquí.
Con cariño libre de virus,
J. McNamara, aka Geeknifer.
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