Estamos re-que-te-güeyes
Oh, México: Jamás nos ponemos de acuerdo, cuando tenemos las mismas preocupaciones.
Se acerca la consulta ciudadana y yo no tengo idea de qué pensar y hacer. Si resides en un lugar fuera de México, te explico rápido que aquí tenemos elecciones "normales" cada tres años (algunos funcionarios duran seis años en el poder y otros tres). Pero ahora, nuestro presidente decidió que va a poner a consulta ciudadana directa algunas leyes. Se empezará con algo polémico: en México los presidentes tienen fuero incluso cuando terminan su mandato, por lo que técnicamente no pueden ser llevados a juicio. Entonces el presidente dice que se va a consultar a la ciudadanía a ver si dejamos que los ex presidentes sean enjuiciados (si se amerita).
Yo me pregunto: ¿entonces pa'qué diablos les pagamos tanto dinero a los legisladores en este país?
Sumado a esa queja, fui funcionaria de casilla en las elecciones pasadas y hay grandísimas posibilidades de que, porque no hubo tiempo de organizar mejor la logística, me vuelvan a requerir para ser voluntaria en domingo todo el día. ¿Qué les voy a decir a las personas que organizan la consulta? Todavía no sé.
En lo que cavilo esto y, aunque no sea el mes patrio, quiero hablar un poco de productos culturales y materiales que se hacen en este país. Al final, la política, ahí donde se hable de ella, tiene grandes posibilidades de deprimir a la gente y esta no es la idea.
*Una rolita 🎵*
La Internacional Sonora Balkanera - Marrakumbiah
Seguramente te enteraste, pero si no, te cuento el chisme en corto. Hace algunas semanas, Los Ángeles Azules, el grupo iztapalapense de cumbia, fue tendencia porque se volvieron virales algunos tuits en donde se decía que la canción “17 años” incitaba al estupro y a la violación (que cada quién saque sus conclusiones, yo no escucho que en la canción se mencione que sea un cuate de 40 cantándole a una adolescente, pero bue…). De toda esta polémica, algo bueno ha salido: la cumbia ganó popularidad en las listas de plataformas de streaming.
A estas alturas, sabes que me gustan las mezcolanzas raras musicales. Hoy te quiero recomendar un grupo de cumbia mexicano pero que combina su estilo con electrónica y ritmos de los balcanes; en pocas palabras, tiene un sonido que remite a la herencia musical turca y de Europa del Este. El nombre de la banda, además, no deja dudas de a qué se dedican: La Internacional Sonora Balkanera.
Estos muchachos empezaron como un sound system en 2008; es decir, tocaban pocas piezas de su autoría. Con el paso de los años se han integrado más miembros (como un par de clarinetistas) que les permitieron crear sus propias canciones. Han aparecido en el Vive Latino, en la Cumbre Tajín y han llevado su mezcla al Festival de Glastonbury en Inglaterra (en donde no sólo hay música, sino teatro, danza y presentaciones circenses; podríamos decir que es un cervantino inglés).
El año pasado, la Internacional Sonora Balkanera sacó un disco llamado #CuarentenaEnVivo. Perfecto para ponernos de buenas y a bailar en estos días lluviosos de pandemia. Les dejo mi favorita: Marrakumbiah.
*Un producto 🔮*
Todos tenemos esa etapa. A mucha gente de mi generación le pareció excelente idea dejarse fleco largo y ser emo, pero como yo me sentía muy exclusiva en la secundaria, me dio más bien por creerme gótica. Qué oso, sí. Los verdaderos miembros de esa subcultura se habrían burlado de mí llamándome baby-bat. Con todo, esa fase me dejó un idioma extra (me pareció muy atractivo aprender alemán y ver si entendía yo a Nietzsche en su idioma original —hasta la fecha sigo sin hacerlo). Me vestía con pura playera y jeans negros.
Hubo un día en que me retiré de estas prácticas y me empecé a poner vestidos y faldas. Y sí, soy de esas a las que les encantaría ser millonarias nada más para vestirse con puras cosas diseñadas por Pineda Covalin. Afortunadamente, no sufro porque cada vez hay más diseños mexicanos a un precio muy accesible.
Hace años abrió una tienda en mi tierra natal, de la que soy fan, llamada KarmaLove. Ahora sus diseños están disponibles en línea. De las pocas cosas buenas que deja una pandemia. Su estilo es bohemio y lo combinan con bordados provenientes de distintas partes de México (sí, participan varios artesanos poblanos).
Si quieres un diseño con un toque mexicano sin dejar de verte cool, te recomiendo checar su página.
*Una minificción🖋️*
Después de la tragedia de la línea 12 del metro, reflexioné: nunca me ha pasado nada interesante en mi diario viaje. Línea 3: De Zapata a Indios Verdes.
A diferencia mía, todos tienen alguna historia extraña en el metro: riñas, apariciones de espectros, personajes sacados de una serie rara. Ya sabes: que si un vagonero drogadicto hizo una pausa de su venta diaria para golpear un payasito que hizo un mal chiste. Que si un hombre se volvió loco y empezó a invocar a quién sabe qué en el vagón. Que si se fue la luz a la mitad del viaje y se pasaron horas adentro del túnel.
Esa noche, con las estaciones medio vacías, yo venía cabeceando en mi asiento y levanté una plegaria: “Oye, dios de los metros de todas las ciudades, quítame el aburrimiento en este viaje. Digo, no vayas a hacer que suceda una tragedia y muera. Sólo concédeme algo de entretención”. Me reí de mi estupidez y me acomodé para recargar la cabeza en la ventana. Todo iba a salir bien. Salvo porque sí me quedé dormido tres estaciones antes de llegar a Indios Verdes.
Y así, una mañana, tras un sueño intranquilo, desperté convertido en una monstruosa rata.
*Una reflexión 💭*
Noto una realidad en el país y espero no ser la única en este barco. Me encanta la política. Cuando era adolescente, y todavía unos años después de terminar la licenciatura, amaba discutir sobre ella. Con todo y que jamás he sido ni afecta —ni muchos militante— de un partido político, estaba (y creo que todavía lo estoy) convencida de que la participación ciudadana es vital. Vivía bajo el motto :“Ocúpate de la política antes de que la política se ocupe de ti”.
Llevo ya varios años un tanto al margen de la situación. Por ejemplo, ya no me dan ganas de externar mi opinión en Twitter, que antes era una buena plataforma para rebotar ideas, porque, como oí no hace mucho, Twitter en la actualidad parece ser el baño público donde todos vamos a rayar tonterías.
En esta línea, digo que estamos requetegüeyes porque vivimos una temporada en el mundo marcada por las divisiones. Pareciera que se forman bandos que defienden sus ideas sin ser capaces de escuchar al otro.
Estoy segura de que tú tienes ideas muy dispares a las mías. Y eso está increíble, ¿sabes? Hoy es el último día del mes de la diversidad. Por mi trabajo, estuve escuchando a varios miembros de la comunidad LGBTTIQ+ y en algo convergen todos: la diversidad se trata de empatizar y las diferencias nos enriquecen. No podría estar más de acuerdo. Por eso continúo el ejercicio de seguir personas en redes que a veces me caen mal, para no quedarme sólo con un pedacito del mundo. Aunque este es un gesto pequeño, no hay día en que no piense que México es un país enorme.
Sería imposible definir este país en un párrafo porque no es la misma realidad la que vive un empresario regio en el norte que un indígena en Chiapas al sur. La cosa es que estoy convencida de que si queremos tener un mejor México —no sólo me refiero al país, sino a nuestra comunidad cercana— haríamos bien en detenernos y parar la oreja para escuchar las preocupaciones de los otros. Quiero creer que todavía podemos acercarnos a discutir amablemente sobre cualquier tema. Como opinar sobre si sí participar en la consulta y cómo, por poner un ejemplo.
Espero tu punto de vista en respuesta a este correo, porque me siento perdida.
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P.D
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¡Hasta el próximo pinche miércoles!
Con cariño libre de virus,
J. McNamara, aka Geeknifer.
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