En una galaxia no tan lejana... 💫
"Las estrellas no se ven más grandes, pero seguro que sí se ven más brillantes".
Una astronauta llamada Sally Ride.
Los seres humanos somos unos avorazados. A mi mente, un tanto reduccionista, le cuesta trabajo imaginar cómo era soñar con el espacio antes de que llegáramos a él. O sea, en la antigüedad, ¿habría algún incauto soñando con pasear encima de la Luna?, ¿qué detalles habría habido en su cabeza?
Sé que seré parte de la generación de la transición. Probablemente me toque ver más vuelos privados al espacio, pero dudo que llegue el día en que sean tan baratos como para que alguien como yo, una mortal cualquiera, se los pueda pagar. Pero quizá sí me toque ver un aterrizaje marciano.
Mientras hago estas chaquetas aeroespaciales en mi imaginación, vamos con lo de hoy.
*Un videojuego 🎮*
¿Te acuerdas de Armageddon? ¿Esa película que pasaban una semana sí y otra también en canal 5? Ya sabes, donde sale la guapísima Liv Tyler y en la que Bruce Willis tiene que detener un asteroide que va a impactar en la Tierra. Imagínate que las cosas fueran al revés. O sea, que una nave humana fuera a impactar contra un planeta externo y habitado. Esa historia no sólo la puedes ver o leer, la puedes jugar de primera mano.
Estos días se celebró el día del gamer. Entre las cifras más sorprendentes (y que me da gusto saber) es que ya más de la mitad de la población mexicana juega videojuegos y, por supuesto, los más populares son los que tenemos al alcance de los dedos: los juegos para celulares.
Samorost es una trilogía que trata de un gnomo que vive feliz en un asteroide. Hasta que, de pronto, descubre que su vida corre peligro porque se acerca una nave que se desplaza a toda velocidad. No culpo al gnomito. A mí también me daría más miedo un transbordador con humanos dentro que un meteorito.
Esta es una trilogía muy fácil de jugar, sólo tienes que accionar distintas cosas que van apareciendo en la pantalla; tiene una estética muy peculiar, surreal y divertida. En el planeta Tierra "samorost" sí significa algo, es una palabra checa, usada para describir esculturas hechas de pedazos que sobran de la madera.
Curiosamente, para móviles primero estuvo el Samorost 2 y 3. Así que te dejo las ligas para el 1 (iOS, Android), y el 2 (iOS, Android), en caso de que quieras empezar por orden de lanzamiento y no cronológico.
*Un libro 📖*
Imagínate llegar a un planeta donde sus habitantes, para demostrar cariño a su pareja, juntan los orificios por donde introducen su alimento, compartiendo fluidos: asqueroso, ¿no?
Así piensa el alien de esta novela, libro que cae en la categoría de “las mejores cosas que leí mientras estuve fuera del país”. Esta ficción de Matt Haig es ligera para leer, profunda para pensarle y sumamente divertida.
Nuestros personajes hacen aparición cuando un profesor de Cambridge resuelve un gran problema matemático relacionado con los números primos y, gracias a eso, puede desentrañar un montón de paradojas en el universo. Unos alienígenas detectan este logro y mandan a uno de los suyos a robarse la teoría, metiéndose en el mismísimo cuerpo del profesor.
La novela es una bonita exploración de la condición humana porque vemos a un extraterreste que llega a la vida de un hombre con problemas maritales, familiares y de relaciones laborales. Las reflexiones del alien pasan de lo divertido a lo hermoso. Es la clase de libro con la que una agradece estar viva justo en este tiempo y lugar, como diría Carl Sagan.
Vale la pena como lectura para el verano, lo puedes comprar aquí; hay una versión en español, pero como está descontinuada, es algo más cara. Te dejo la liga acá.
*Una recomendación 💡*
Si eres de los que fantasean con ir al espacio y crees que le puedes ayudar a la NASA, esta es tu oportunidad. Gracias a Zita Reyes, que además de ser una excelente colega (que siempre anda pensando en diseño estratégico) es una enamorada del espacio exterior, me enteré de la existencia del hackatón anual que organiza la NASA para la creación de soluciones innovadoras.
Desde 2012, la agencia aeroespacial estadounidense convoca a un encuentro internacional de manera virtual para que personas de todo el globo propongan soluciones a temáticas y problemas que la NASA impulsa. Hay un montón de desafíos que van desde proponer interfaces para entender mejor ciertos materiales que usamos para ir al espacio hasta aplicaciones que puedan calcular la contaminación marina, pasando por creación de piezas de arte para explicar asteroides o hacer un juego donde el objetivo sea mantener viva a una tripulación.
La idea es promover la colaboración, pero si tu equipo gana, hasta podrías viajar a la NASA para ver un lanzamiento y presentar tu idea ante un consejo de la agencia o de compañías externas (wink wink SpaceX y Blue Origin).
Puedes revisar todos los challenges acá, ojo, que los detalles se lanzan este mes para empezar en octubre.
*Una minificción 🖋️*
Esta mini-ficción es parte de un autorregalo que me quiero dar este año por mi cumpleaños, que resulta ser este mes. Te cuento que normalmente hago un “writing challenge” en diciembre: escribo diario una ficción sobre temas preestablecidos. Este año voy a hacer una edición más pequeña (sólo escribiré entre semana). Puedes conocer los detalles de este challenge de septiembre próximamente en mi cuenta de Instagram.
Esa noche, desde la ventana, Charly vio una luz blanca, al principio fue tenue y luego ocupó toda su vista. Imaginó que la luz estaría por sobre su cabeza. Como si un helicóptero con un reflector enorme se hubiera posado encima de su hogar. Para investigar, salió al jardín y vio hacia arriba. La luz era tan potente que tuvo que desviar la mirada, con los ojos lampareados.
De pronto, justo enfrente de él apareció un portal, como si fuera magia, y de él salió lo que luego Charly describiría como una sombra al revés. Es decir, se veía como una sombra amorfa flotando, pero producía luz. Si hubiera sido negra, él la habría descrito como fantasmagórica, pero con esa luz se le ocurrió la palabra “angelical”.
Ángel, fantasma o alucinación, Charly sintió miedo.
Claramente Charly se llamaba Carlos. Pero así se presentaba él.
No, no. Charlie no. Charly.
En fin, continuemos.
Para su sorpresa, la figura lumínica habló. O, al menos, hizo algo parecido. No oyó su voz, sino que la pensó. Como si alguien hubiera puesto en su cabeza un diálogo.
—Tú, ¿quién eres tú?
El hombre no supo si hablar o pensarlo, así que hizo ambas cosas.
—Soy Charly.
—¿Qué es un Charly?
—Eh… bueno, es que tu pregunta fue quién, no qué.
—¿Hay alguna diferencia?
—Este, sí… ¿Tú quién y qué eres?
—Somos un $·%$%· y estamos buscando a un ser humano, sabemos que hay muchos aquí.
Charly sintió como un escalofrío le recorría la espalda, esa cosa quizá era más de “una” cosa.
—¿Y para qué lo quieres?... ¿Quieren?
—Para descubrirlo. Sabemos que son seres medianamente inteligentes, que se las arreglan para dominar el mundo.
Charly ya se había convencido de que no quería ir con la luz ni ayudarla.
—Este… —. Justo en este momento, una gata se metió entre sus piernas: Dorotea. Se restregaba pidiendo comida. Era la gata gris que a veces venía a solicitarle una lata de atún y que impedía plantar cualquier cosa bonita en el jardín: todo se comía y destruía, la Dorotea.
—¡Mira! ¡Qué suerte tienes... tienen! ¡Un humano!
Charly alzó a la felina gris, que intentó morderle las muñecas, sin mucho éxito.
—¡Son criaturas tan aguerridas como sabíamos! Lo percibimos.
La luz se desplazó hacia adelante y envolvió a la gata, que flotó entre la masa informe. Entonces Charly oyó en su cabeza interferencias y alaridos. La luz sufría: se hacía grande y pequeña. Aunque parecía materia informe, el felino mordía, daba arañazos y maullaba desesperadamente; sí le estaba haciendo daño a su captor
—¡Qué clase de…. ! ¡No podemos entrar en tu mente! Mira, humano, compórtate, sólo queremos dialogar contigo.
La luz pasó por el portal, con gata incluida, y Charly oyó destrozos dentro: cosas se caían y otras más explotaban. Después de unos minutos, la gata regresó corriendo a sus pies. La luz ya no volvió a salir.
—¡Seres del planeta Tierra! Quédense con los humanos. Entendemos cómo seres tan violentos han dominado este orbe, pero no valen la pena —escuchó el hombre en su cabeza.
La luz enorme del cielo desapareció y Charly quedó rodeado por la noche y los grillos.
Dorotea se sentó junto a él y se lamió una pata, de manera elegante.
—Bueno, no cuidas a mis plantas, definitivamente no. Pero sólo porque nos acabas de salvar a todos, vamos por atún.
La gata hizo caso omiso y esperó, como aristócrata, su latita de pescado.
*Una reflexión 💭*
Me gusta pensar en el milagro que es la vida, en todos los factores que deben tener coincidencia para que un animalito pueda respirar. No por nada nos gusta adjudicarle estas circunstancias a la divinidad. A veces, pensar en el planeta Tierra como uno que alberga vida es demasiado para nuestra sencilla mente humana.
Sea como sea, no me imagino a Dios diciendo: “Bueno, sólo voy a echarme este experimento de siete días cósmicos juuusto en este planeta”, ¡pues no! Ahí, a millones de kilómetros debe haber más vida, otros planetas con quién sabe qué clase de seres inteligentes.
Y, bueno, si bien me parece sumamente antropocéntrico pensar que somos la única forma de vida inteligente en el universo, no sé si creer en que hay alienígenas diciéndonos “quiúbole” desde platillos voladores. Es más, si esos seres son más inteligentes, dudo que se pongan en contacto con nosotros.
Por lo pronto, nos queda ser testigos de lo que la ciencia nos depare. Seguramente en próximas fechas veremos más lanzamientos con humanitos que incluso lleguen a Marte. Y seguramente oiremos de más cuerpos celestes con agua, ese recurso para hacer pociones de vida.
Al final, pensar en la existencia más allá de nuestra atmósfera es pensar en la esperanza de superar fronteras, de explorar, de llegar más lejos, de descubrir no sólo el destino sino el origen de lo que somos.
Digo, es poco probable que nos toque quedarnos en hoteles en la Luna o sacarnos selfies con asteroides de fondo…. Aunque… bueno, nada nos cuesta soñar.
P.D
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¡Hasta el próximo miércoles!
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Con cariño libre de virus,
J. McNamara, aka Geeknifer.
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