El secreto para no morir
“El amor es una cosa maravillosa como la oreja rosa, que en mi mente se posa como alguna mariposa, por amor a vivir, a existir, a reír, a seguir para no morir”
¿Has sentido ansiedad, tristeza, emoción, frustración, estrés y dicha en el mismo día? Si sí, te doy la bienvenida a este capítulo de la vida llamado: somos seres humanos. No deja de maravillarme nuestra capacidad para sentir y no volvernos locos en el proceso.
Te cuento que esta semana estoy a full con el trabajo (aunque esto me da muchas horas bellas, porque estoy haciendo algo que me fascina hacer: a saber, andar encontrando palabras adecuadas y homologando todo un discurso) y el fin de semana tengo un evento muy importante en mi vida que me llena de nervios y emoción. Está relacionado con eso de enamorarse y ver cumplir sueños.
*Una rolita 🎵*
Es el amor (Negro Dub remix) - Systema Solar
Voy a aprovechar que el clima romántico en mi vida está a la orden del día y que necesito algo de alegría extra en estos días nublados. Por eso, voy a recomendar la rolita de un grupo orientado puramente a la fiesta llamado Systema Solar. Son colombianos y le autollaman a su estilo “berbeneutika”: combinan cumbia, vallenato, bullerengue, champeta y algo de salsa, de la mezcla surgen canciones muy pegajosas que contagian las ganas de bailar aunque esté lloviendo afuera.
Estos siete muchachos se juntaron en 2006, cuando la DJ belga Vanessa Gocksch organizó que una banda tocara en la Bienal de Arte de Medellín. Systema Solar fue la elegida y entre más pasa el tiempo, más se desplazan a otros lares con su música. Con decirles que hace algunos años hicieron hasta una colaboración con Blondie.
La canción de hoy es obvia hasta con el título, se llama “Es el amor” y sí: describe bastante bien cómo se siente estar enamorado. Buen pretexto para tener una fiesta dentro.
*Un libro 📖*
Lamentaciones de un prepucio - Shalom Auslander
Detengamos la cursilería un instante. No hace mucho, alguien me pidió recomendar libros de no ficción. Probablemente este ejemplar sea mi favorito en cuanto a ensayos autobiográficos se refiere. El libro empieza con su autor, un judío de nombre Shalom Auslander, preguntándose si debería circuncidar a su hijo, si no es sufrimiento innecesario. Ya había dicho alguna vez que me encantan los libros cargados de humor e ironía. Siiin duda, Lamentaciones de un prepucio cumple con estas características.
Me preguntarás, ¿por qué los debrayes de un judío y sus encuentros y desencuentros con la religión podrían parecerte atractivos?, ¿acaso eres judía? No, no realmente. Pero como buena poblana estudié en un colegio católico y quizá eso me lleva a pensar de más en la religión, es un tema que me vuelve loca. Deberías ver el estante de libros que tengo por encima de mi cabeza en este instante: descansan una Biblia y un Corán, pero también estudios sobre el Talmud, Lenin debrayando sobre religión, estudios sobre otras religiones y hasta algunos volúmenes de demonología.
La cosa es que leer a Auslander me recordó todos mis años en colegio católico. Así como en mi escuela había concursos para buscar citas y pasajes bíblicos, la escuela de Auslander tenía concursos para aprenderse las bendiciones correctas para cada tipo de comida. Me fascina la genial escena en la que el personaje principal olvida cómo bendecir un helado en cono y se inventa no bendecirlo por cierto hueco legal relacionado con excrementos.
Total, que el libro es realmente muy divertido, lleno de humor negro. Lo publicó en español una de mis editoriales favoritas ever: Blackie Books. Lo encuentras acá.
*Una minificción🖋️*
Foto de Jannes Jacobs
Está prohibido que me comunique contigo, ¿lo sabías?
Pero creo que me merezco algo de crédito: un choque de puños ahora que estamos en pandemia, un abrazo… una palmadita en la espalda, aunque sea.
Te quiero contar un secreto: actúas como si estuvieras sola, pero nunca lo estás.
Te sigo cuando vas por la calle, te veo de lejos. Te sigo cuando vas al supermercado, estoy a tres pasillos de distancia. También voy en moto cuando tú vas en el coche. Estoy en la calle más oscura que frecuentas. Y en el parque en el que te sientas a revisar tus mensajes.
Y ya sé que estás pensando que la idea de alguien siguiéndote para todos lados es una invasión a tu privacidad y que te mueres de miedo sólo de pensarlo. No te preocupes, te dejo en paz la mayor parte del tiempo y nunca te hablo. En realidad, es parte de mi trabajo no hacerlo.
¿Te acuerdas del día en que lo conociste? Yo fui ese impulso sin palabras que te animó a hablarle. También te susurré al oído que le dieras un beso. Y hasta te puse en el celular que lo buscaras después de la gran tragedia de tu vida. ¿Y viste lo que sucedió? ¡Un milagro! Mira, he cuidado a muchos humanos y, después de milenios, a nadie había visto así de feliz y en paz.
En pocas palabras: me merezco un gracias.
Potestades, virtudes y serafines, todo mundo nos quiere con alas, espadas y buena fortuna. La verdad es que la mayoría andamos de sudadera y tenis. Decimos cosas que duelen pero que te ayudan, te enviamos por el camino en el que no te iban a asaltar, te empujamos a salirte de la caja y conocer al amor de tu vida.
Yo seguiré aquí, esperando mi palmadita en la espalda, aunque nadie crea ya en los ángeles de la guarda.
*Una reflexión 💭*
Da la casualidad que una de mis viejas conocidas, a la que admiro muchísimo, mandó hoy un newsletter donde finalmente confiesa que está enamorada. Algo que me parece muy lindo y gracioso porque conozco al ser enamorado del béisbol que ahora quiere (hasta fuimos co-conductores en un programa de radio) y, bueno, me remito a decir: ¿qué onda con las diosidencias?
Si alguien me hubiera dicho hace un par de años en dónde estaría mi corazón en este momento, me hubiera reído y no habría creído nada. Sobre todo porque siempre he sido muy independiente y entre mis amigos es popular la idea de que suelo meter la pata durísimo en mis relaciones amorosas. Con los años aprende una que estar sobre-enamorada puede ser síntoma de apego y que si duele y no creces, tu relación tiene poco que ver con amor.
Hago corazones en días nublados. Consíganse amigas que tomen fotos así de buenas.
Hoy sé que el amor no es sólo esta sensación increíble de dicha y carcajadas y color de rosa. Parece algo obvio, pero no lo es tanto. Un día me topé con una persona con la que puedo ser muy yo, con la que me siento con la paz que no había encontrado, con la que nunca me siento juzgada, con la que me río a mares y, todavía más, a la que considero mi familia. Sin duda soy bendecida por quién sabe qué deidad por toparme a la persona indicada para mí: la que juega videojuegos al mismo tiempo que yo y hacemos una partida online en casa, la que preparó quesadillas todas las mañanas en cuarentena, la que me imita de manera inigualable, la que me echa porras cuando no me la creo, la persona más valiente e inteligente que conozco, con la que hablo de cosas ñoñísimas y otras muy tontas. Claro, eso no significa que no tengamos nuestros desencuentros (no le vamos al mismo equipo de futbol americano, oh, tragedia), pero Dios: ¡hemos sobrevivido a una pandemia juntos! Nada puede detenernos.
Espero que así sea con pareja, con amigos o en soledad, sientas luciérnagas revoloteándote en las tripas. Al final, el amor, en cualquiera de sus variantes, nos hace vivir.
P.D
Como Facebook prometió desde sus buenos tiempos, este newsletter SIEMPRE será gratis. Pero el trabajo creativo no deja de ser trabajo. Así que te dejo este link por si quieres invitarme un cafecito, con la promesa de un día tomárnoslo en la misma mesa, y animarme a seguir con este proyecto y extenderlo a otros lares.
¡Hasta el próximo miércoles!
Con cariño libre de virus,
J. McNamara, aka Geeknifer.
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