El secreto de la amistad sin tiempo
Mantener amistades en la vida adulta no debería ser difícil. Esta carta incluye juegos en los que necesitas de alguien más, maneras para limpiar el correo y libros para tenerte al filo del asiento.
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De no tener amigos, me habría vuelto loca hace como 15 años.
Provengo de una familia pequeña (mis hermanos reales eran adultos cuando yo nací). No tuve demasiados primos. Mis papás dicen que lo que más me gustaba de la escuela era “ir con los niños”. En pocas palabras: tenía necesidades sociales que no eran del todo satisfechas en casa.
Cuando se separaron mis papás, en la adolescencia, mis amigos se volvieron indispensables. Porque, ¿quién no necesita un hombro para llorar de vez en cuando? ¿O una porra por un logro que no todo mundo entiende? ¿O un zape cuando la estás regando monumentalmente?
Soy afortunada por tener un grupo que en WhatsApp hemos bautizado como “Gurkefolk 🥒🍆”: La tribu de los pepinos (o de los pitudos, si estiramos la traducción), en alemán. Los seres que ahí habitan me dan vida. Tengo un pen-pal con quien alguna vez hice el ejercicio de describirlos como si fueran una preciosa partida de Calabozos y Dragones.
Sí, para qué les miento, son una cofradía de seres ñoñísimos.
Esta carta se trata de la maternidad medio fallida, de tener limpio el correo, de jugar en compañía, cantar como en discoteca de los setenta y en cómo la amistad puede hacernos mejores.
Un libro 📓
¿Qué necesitas para premiar una novela con cinco estrellas?
Una de las razones por las que uso Goodreads, una plataforma que te permite llevar registro de lo que lees, es saber cuáles de los libros que llegan a mis manos valen la pena. Y no por parecerte sangrona, pero soy bastante picky para dar 5 estrellas a los libros.
La última vez que le di 5 estrellas a una novela fue en agosto del año pasado (con Lo que hay, de Sara Torres). Me acaba de volver a suceder y: wow.
Pensé que El instinto, de Ashley Audrain, sería un drama femenino contado en capas. Pero no es eso. Es un thriller; con varias capas narrativas, sí, pero que se mete con un graaan tema tabú: la maternidad.
La protagonista se llama Blythe, una mujer que sueña con ser madre (con un fuerte componente de presión social). A la vez, conocemos retazos de la vida de su madre y de su abuela. Todas con una relación bastante errática con la maternidad.
Blythe dará a luz y aquí es donde se vuelve astro peliaguda la cosa porque el bebé no es muy dulce que digamos…
No voy a dar spoilers pero hace tiempo que un libro no me tenía al borde de la silla y me hacía sentir medio incómoda, el final es de escalofrío y me encantan las voces narrativas que complementan la historia. Un must.
Lo puedes comprar en Amazon a través de este enlace.
Un producto 🔮
Te podrás imaginar que me encanta leer newsletters. Me suscribo a varias para echarles ojo, con algunas me quedo y otras van acumulando polvo digital.
Y también es cierto que mi correo a veces se llena de promociones de marcas o de sitios que en algún punto me pidieron mi mail para hacer una cuenta (dicen que la mejor práctica es hacer un correo solo para eso, pero ya ves, soy rebelde).
Hay una herramienta que te puede ayudar mucho con eso. Se llama “Leave Me Alone” (Déjame solo) y te ayuda a hacer un escaneo de toda la porquería a la que te inscribes. Y además, te deja desuscribirte en la misma página.
A mi parte con trastorno obsesivo compulsivo casi le da el patatús cuando vio más de 100 correos inútiles. Y ahora hay un poco más de limpieza en mi bandeja de entrada.
Puedes echarle ojo a Leave Me Alone en este enlace.
Una rolita 🎶
Me gustan esas bandas que suenan a grupo viejo. TTRRUUCES es una de esas; se trata de un dúo que se conoció en Inglaterra conformado por Jules Apollinaire y Natalie Findlay.
Su onda es hacer rock psicodélico, por eso es que por momentos, el último disco de TTRUUCES (homónimo del nombre de la banda) se oye como un álbum que bien pudo haber salido en los sesenta o setenta.
El disco entero está divertido (tal como su página web y sus videos). Te dejo aquí una pequeña selección:
Un videojuego 👾
A veces relacionamos los videojuegos con una experiencia solitaria. El típico niño rata frente a su pantalla. Pero desde siempre los videojuegos han tenido un componente social: desde las maquinitas, pasando por los juegos con división de pantalla, hasta los multijugadores en línea.
Este juego es más sencillo. Sólo necesitas dos celulares y no necesariamente tienes que estar cerca de la persona con la que lo vas a jugar.
Y claro, es parte de una de mis series favoritas de juegos: Rusty Lake. Este se llama The Past Within. Una persona elige el futuro y la otra el pasado. La idea es que entre ambos vayan resolviendo un misterio tocando elementos de la pantalla.
Es muy sencillo de jugar y yo me divertí a mares con mi hermana: ya lo hemos superado dos veces, para ver ambas historias.
Lo puedes conseguir para iOS, Android o Steam.
Una minificción ✍🏻
Mi nombre es Francisco Carlos Valladares Prieto. Mis amigos lloran mi muerte, pero mi hermano me dio vida.
Somos gemelos con el mismo nombre. Mi padre, con una insana obsesión por homenajear a mi abuelo, nos bautizó de manera homónima: Francisco Carlos y Germán Carlos.
Idénticos. Compartimos ropa, mujeres, deudas de juego y gustos. Salvo en una estupidez infantil: a mí me gustaba La bella y la bestia. A Germán, El rey león.
Ahora ya no somos tan parecidos. Germán se deshizo de las deudas; contrató un seguro de vida que quedó a mi nombre. No se quería casar, se ahorró gastos.
Yo estoy ahogado en deudas. Necesito dinero y Germán es mi vía de escape.
En mi despedida de soltero, como pago por otra apuesta, tuve que vestirme de la Bestia.
–Ya estoy harto de este traje –digo en la habitación– súpleme un rato.
–Solo porque es tu despedida. Y porque el traje todavía huele bien.
Me pongo la ropa de Germán y salgo al balcón mientras él se ajusta la peluca. Me alcanza y pone la mano sobre mi hombro. El silencio arrulla las olas.
Tomo el brazo del príncipe y la Bestia cae al vacío.
Más tarde, veo cómo se llevan a mi hermano en la camilla.
Desbloqueo el celular de Germán, tenemos el mismo rostro. Me sorprendió encontrar tan rápido en su correo la copia notarial de su testamento.
“Yo, G.C.V.P, con domicilio en…”, bla, bla bla, “heredo el total de mis posesiones a Fernando López Cuenca”.
El imbécil que nos rentó el traje de la Bestia. No tengo aire. Nuestros gustos dispares van más allá de películas para niños. Los paramédicos se acercan, creen que tengo un ataque de ansiedad por la muerte de mi hermano.
Y están en lo correcto.
Una reflexión 💭
Me gusta eso de tener amistades porque no están sujetas a contrato.
Las amistades no suelen tener fecha de inicio, no hay un ritual para pedirle a alguien que sea tu amigo o amiga. Parte de su importancia reside en lo orgánico. De la misma manera suelen acabar. A veces ni siquiera tiene que haber una gran discusión.
Es decir, en ocasiones hay amistades que se nos disuelven en el mar de días. Y eso está bien también. Los seres humanos nos somos estáticos y hay relaciones que fluyen sin líos en momentos específicos de nuestras vidas. Y en otros no tanto.
Puedo decir que he tenido de todo. He tenido amistades que terminan de tajo. Otras que se difuminan en mi pasado (e incluso algunas que regresan). Y no voy a mentir, he tenido amistades que han perdurado de manera casi milagrosa. Mi mejor amiga “de toda la vida”, es casi eso: somos amigas desde que tenemos 4 años (o sea, ya llevamos más de cuarto de siglo contándonos tonterías al teléfono —porque es con la única con la que tengo pláticas así—).
Los años también me han enseñado que hay distintos tipos de… mantenimiento. Hay amigos, que considero mis mejores amigos, con los que probablemente hable unas 4 veces al año. Hay otros que necesitan más presencia (creo que también ya llegué a una edad en la que mis amigos son más asertivos diciendo qué necesitan).
A estas alturas, estoy segura del componente principal de la amistad: amor desinteresado. Ese tipo especial de cariño que te impulsa a crecer, pero también a disfrutar la existencia. Cuando esto no es así, lo más sabio es que las personas se alejen.
Considero que soy muy afortunada en ese sentido. Tengo una familia por elección. Aquí una muestra de lo felices que me hacen mis chiquilles con un video.
Ojalá que esta Semana Santa puedas robarle un café (o una cerveza) a una amistad, que siempre nos hacen falta los cómplices.
¡Nos leemos dentro de dos miércoles! ¡Recuerda que siempre puedes responder este correo!
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Con cariño libre de virus,
J. McNamara, aka Geeknifer.
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