El pinche miércoles
Mi mejor amigo decía que los miércoles apestan. Yo contestaba que era superchería suya. Y luego mi mamá falleció un miércoles.
A ver, mandar un newsletter en lunes es un clichezaso. Todas las cosas quieren llegar a primera hora para encontrarte con una actitud zen de reinicio tras el domingo... O con más predisposición a realizar compras compulsivas post fin de semana a manera de procrastinación laboral o estudiantil, según sea el caso.
El martes —ya desde el nombre dedicado al dios de la guerra romano— probablemente te encuentre con ganas de pelear con la existencia y recuperarte de la impresión de que el lunes no salió como esperabas. El jueves solo quieres que sea viernes y el viernes es parte del fin de semana.
Me queda el espantorrípido miércoles. Me agrada pensar en la posibilidad de que es hoy cuando uno toma aire para enfrentarse a lo que falta, que es un hiato entre dos grandes frentes. Y que, por tanto, no está mal recibir una cartita. No sé de dónde le venga a este amigo, al que cariñosamente llamo ‘mi hijo’, pensar que los miércoles son el peor día de la semana. Mando este newsletter hoy como homenaje a la posibilidad de que la mitad tiene esperanzas.
*Un videojuego 🎮*
Ghost of Tsushima
Pues si creen que lo único que recomiendo son libros, se equivocan. Probablemente por eso veo tan lejano llegar a los 300 ejemplares que leyó mi amiguita ésta en Goodreads el año pasado (les dejo la liga a su perfil, para que vean que no invento; tiene buen gusto, además).
A lo largo de mi vida me han llamado nerd, geek (evidentemente) y gamer. Pero otaku nunca. La verdad sea dicha, nunca he sido clavada de mangas o animés y sé bastante poco de la cultura japonesa comparado con otros compañeros. Ese era mi pretexto para no jugar Ghost of Tsushima. Estaba cayendo en un error. Tras presión familiar, y hasta amorosa, decidí bajarlo para el Play.
Me está pareciendo una joya. Este videojuego de acción y aventura, en mundo abierto, toma lugar en la isla de Tsushima, perteneciente al archipiélago japonés, durante la primera invasión mongola (que sucedió en el año 1274). Por ahí tiene su primer punto conmigo: amo la historia. Ustedes quizá no están para saberlo ni yo para contarlo, pero alguna vez fui profesora de esta materia para escuincles de secundaria. Ese fue mi segundo trabajo, después de ser mesera en un bar cholulteca de manera ilegal.
Anyways, decía yo que el videojuego en esto tiene su primer cosa linda: la narrativa apegada a la historia. El personaje principal es un samurái que pretende rescatar a su tío de las garras del líder mongol. Hay dos cosas interesantes acá: Se termina conociendo la filosofía de honor de los samurái y, segundo, el juego mete jiribilla porque el personaje decide asesinar gente sigilosamente, como un ninja, de una manera poco honorable de acuerdo con su esquema de valores. Parte de la trama tiene esta dimensión ética que me parece súper.
Si tienes un PlayStation 4, ganas de ver un juego que parece pintado y volverte un espadachín de katanas experto, hazte un favor y usa los últimos días de ofertas de PS Store en Ghost of Tsushima.
*Un libro 📖*
Doble intención - Ethel Krauze y Beatriz Rivas
A petición del público (y por público me refiero a una amiga muy querida), voy a hablar brevemente sobre este librito que llegó a mis manos como regalo el año pasado.
Voy a tener que hacer un pequeño recuento personal aquí. Durante buena parte de mi vida tuve más amigos que amigas y es hasta fechas recientes (hará unos tres años) que hice algo así como las paces con mi lado femenino. De las cosas más bonitas que descubrí es que las mujeres somos muy cómplices.
Este libro tiene una complicidad grandiosa entre dos señoras escritoras. ¿Por qué leerlo? Porque en un mundo en donde en redes se pide a gritos más feminismo y surgen movimientos fuertes y polémicos, estas mujeres se preguntan dónde quedan ellas. Ellas, las que se enamoran, las que ya no son jóvenes, las que no siempre han sido fieles, las que tienen hijas, las que disfrutan de sus privilegios, las que todavía ven desigualdades.
Justo estas cartas de Doble intención pueden darte luz sobre temas de la vida cotidiana a ti, si eres mujer; y regalarte un rato agradable a ti, si eres hombre, con reflexiones que a lo mejor no te pasan por la cabeza.
Brindo por ser tu cómplice con esta cartita semanal.
*Una minificción 🖋️*
Esta es la historia de una chica que odiaba el home office llamada Rebeca. Como cualquier persona normal, en realidad. A ella lo que le gustaban eran los chismes de oficina y darse un respiro a mediodía para bajar con su mejor amiga al Starbucks de la esquina.
'Rebe' odió la dinámica de estar en casa hasta que descubrió que podía despertarse solo unos minutos antes de las nueve y asistir en pijama a su primera junta del día. Nunca prendía la cámara. Fue feliz durante semanas. La cosa es que su vida de godín empijamada cambió radicalmente cuando conoció al chico del equipo de desarrollo, Pablo, quien empezó a llegar a las mismas juntas.
Ahora, Rebeca llegaba puntualmente a las nueve y ensanchaba el video de Pablo, que sí prendía su cámara. Le gustaba ver cómo se ajustaba los lentes cada dos minutos. Sus ojos, repletos del aburrimiento que solo una junta godín a tales horas puede causar, eran perfectos, de pestañas largas. Le gustó con la barba de varios días y el cabello revuelto. Pablo era auténtico. Su cuarto invariablemente estaba repleto de ropa tirada. Ese video pineado en su computadora le permitió admirar las paredes azules, donde había un par de diplomas de quién sabe qué. Vio la foto de su antigua generación de la prepa, en la que seguramente Pablo salía más bañado y sonriente. Rebeca se aprendió el patrón a cuadros de la colcha y la manera en la que su crush de oficina jugaba con un lápiz sobre el escritorio. Soñaba despierta con los labios que besaban la taza de café con leche, para mantenerse despierto; soñaba también con que esos labios la besaban a ella con la misma genuina pasión. El de sistemas y su café. Ella y los labios del de sistemas.
Unas semanas después, Rebe tomó la determinación de buscar a Pablo, tras la junta, por mensaje: se inventó un pretexto idiota para decirle que su proyecto necesitaba de “mejor código” (en su cabeza hizo sentido, perdonen a Rebeca, ella no entiende de desarrolladores). Pablo aceptó la junta en su calendario.
Rebeca hizo ese lunes lo que por meses evitó. Se levantó temprano y pasó horas en el baño: se alació el cabello y usó el maquillaje que hacía tiempo no abría.
La junta grupal de las nueve pasó sin pena ni gloria. Pero ella ya tenía agendada una reunión privada a las doce. Llegó a tiempo, no encendió la cámara inmediatamente: necesitaba ver el rostro de Pablo cuando la descubriera, de verlo feliz, de verlo infatuado, enamorado como por arte de magia.
¡Oh!, ¡el horror! Pablo llegó a la junta de las doce y el fondo había cambiado: ya no había colcha con patrón de cuadros. Había un comedor y un bodegón kitsch al fondo. “¿Hola?”, saludó Rebeca. “Dame un segundo”, respondió él. El micrófono se silenció y junto a Pablo apareció una muchacha de rastas en jeans y ombliguera que le plantó un beso a los labios de café con leche.
Rebeca no prendió su cámara. En vez de eso, abrió el micrófono: “Perdóname, Pablo, te tengo que dejar, se me olvidó que programé un rappi para esta hora, tengo que bajar por el súper”, dijo, y salió de la reunión virtual.
Lloró toda la tarde, pero lloró con glamour: con rímel y delineador corrido. Y Rebeca maldijo, por siempre, el home office.
*Una rolita 🎵*
Odio que me pregunten qué música me gusta porque de verdad escucho muchas cosas. Hay géneros que no pongo a voluntad propia, pero que si los escucho en una fiesta “pues órale, va”.
Mi recomendación para esta semana es "ACC Kirtan" una canción de Stephen Malkmus, mejor conocido por ser el líder de Pavement. Si no ubican a la banda, no pasa nada, porque la canción es parte de su nuevo álbum como solista y tiene su propio sello. A saber, una combinación de rockcito chill con mucho folk mundial.
Vaya, ahorita don Malkmus anda de gira con Qais Essar, un afgano que le pone sonido único al disco.
La canción está chidita como para aplastarse en la cama, pensar en nuestro crush de pandemia —a la Rebeca— y hacerle promesas de amor al techo.
*Una reflexión 💭*
Estos tiempos de pandemia, que nos tienen a todos hartos, también implican que tenemos todavía más miedo que antes. Sé que puedes entenderme porque no conozco alguien que no haya tenido miedo en 2020: por la salud, el trabajo, por los sueños. Quiero creer que 2021 es una posibilidad para ser más valientes, para luchar por lo que queremos, para darnos cuenta de lo mucho que necesitamos las conexiones profundas con otras personas, porque necesitamos la intimidad.
Si eres nuevo por aquí, agradezco mucho la suscripción. Creo que a los que creamos contenido, a los que emprenden, nos une algo que no nos gusta admitir, pero que es real. Tenemos muchísimo miedo. El miedo es una constante cuando te da por ser creador o creadora: al ridículo, al fracaso, a la crítica con saña, a nunca armarla… Este proyecto es para demostrarle a mi escritora interna que hay personas allá afuera como yo, que me pueden apoyar y que sí les gusta leerme. Te lo agradezco de corazón.
Espero que en estas cartitas encuentres un pedacito de intimidad.
Con cariño libre de virus,
J. McNamara aka Geeknifer.
P.D. Por favor, no olvides darme tus ideas y opiniones para este espacio respondiendo a este mail.
¿Me ayudas? Dile a un amigo y a un enemigo que se suscriban aquí: https://tinyletter.com/Geeknifer