El niño que todavía vive
COLEGIO HOGWARTS DE MAGIA Y HECHICERÍA Querido suscriptor/a: Tenemos el placer de informarle que, aunque no dispone de una plaza en el colegio Hogwarts de Magia y Hechicería, tiene la oportunidad de realizar hechizos a diario. Sólo es cosa de que le sonría al mundo. Esperamos su lechuza. Es decir, escriba pronto. Muy cordialmente, Una muggle cualquiera
Imagina, sólo por un instante, que puedes hacer magia. Que los dragones existen y que vas a aprender un montón de cosas en un colegio para brujos. Conozco muy pocas personas de mi generación —en realidad, de cualquier generación— a las que no les emocione Harry Potter. Esta carta viene a cuento porque hace poco salió un especial en HBO para conmemorar los 20 años de la filmación de las películas, uno que reúne a los actores principales (Robbie Coltrane, “Hagrid”, se roba el asunto, eh).
Aunque seas de esos extraños seres que no están tan en contacto con este mundo, invito a que hoy te quedes con esta carta, porque no quiero hablar del niño mago más famoso en balde, sino con la certeza de que los libros de J.K. Rowling formaron a muchísima gente y siguen, de cierta manera, poniéndole polvos mágicos al mundo actual.
*Un libro 📖*
Yo tenía siete años e iba de vacaciones con mi familia. Para ser honesta, no recuerdo del todo a dónde íbamos en esa ocasión. Seguramente a la playa. Pero sí que recuerdo estar tomada de la mano de mi papá y meternos en una librería del aeropuerto donde ya lo conocían. Palabras más, palabras menos, mi papá le dijo a a la encargada de la tienda, una señora entrada en años que se acomodaba los lentes una y otra vez, que yo ya leía y que era tiempo de abandonar los libros con dibujos.
Primero me mostró un ejemplar de letras grandes y pocas hojas. Seguramente habré puesto cara de fuchi, porque mi papá dijo “no, algo más libro”. Y la dependienta sacó un libro amarillo. Dijo: “Este libro está siendo un gran éxito. Tal vez exagero, pero yo creo que va a cambiar el mundo”.
La señora no se equivocaba. Rápidamente tomé el volumen y lo estudié. En la portada había un niño montado en una escoba, al fondo se veía un bosque donde corría un unicornio, un castillo con un cancerbero en un balcón. Al darle vuelta, quedé atrapada. Siempre había sido fanática de la historia del rey Arturo y ver un mago que parecía Merlín me hizo sucumbir.
Harry Potter y la piedra filosofal es el libro del que hablo, pero hoy no recomendaré esa edición, la de Salamandra.
Hace realmente poco, Minalima, una dupla formada por Miraphora Mina y Eduardo Lima, adquirió los derechos para hacer una edición ilustrada de los primeros tomos de Harry Potter. No sólo tiene ilustraciones sino las páginas interactivas que veías en libros infantiles. Así, puedes abrir tu carta a Hogwarts o jugar con los ojos de la Señora Gorda que cuida la casa Gryffindor.
Es imperdible si eres potterhead —muy fan de Harry Potter, pues—.
Puedes encontrar la versión firmada aquí. Aunque en Amazon se puede conseguir la versión normalita sin firma.
*Una recomendación 💡*
Las series de fantasía exitosas hacen algo muy bien: tienen una cosmogonía detallada.
Hay obras que incluso son grandes alegorías de sistemas religiosos. Si en alguna ocasión vuelves a leer Las crónicas de Narnia (o tomas la saga por primera vez), léela a la luz de que todo es una gran referencia a cómo funciona el cristianismo.
Tolkien en el Silmarillion no deja duda de su gran influencia judeocristiana.
Bueno, ¿y Rowling? Los libros y películas de Harry Potter le dieron al clavo a uno de los temas que más morbo, curiosidad y engagement genera en el siglo XXI: los signos del zodiaco.
Nos encanta que nos digan quiénes somos y en qué nos parecemos. Nos gusta que nos digan que somos especiales y diferenciarnos. La figura del sombrero seleccionador, un objeto mágico que discrimina a los escuincles que entran a Hogwarts para ponerlos en distintas “casas” de acuerdo con su personalidad, es uno de los mejores inventos de la autora.
Si bien los personajes principales pertenecen a Gryffindor (la casa de los valientes), con el tiempo Rowling supo sumar personajes que provenían de todas las casas: Ravenclaw para los listos, Slytherin para los orgullosos y Hufflepuff para los justos. En la actualidad es más bien común encontrarse personas que no quieren ser Gryffindor y se enorgullecen de ser Hufflepuff (cuando salieron los libros eran tachados de ser medio aburridos; hoy sabemos que son los que mantienen la paz en el planeta tierra).
Hoy, la página oficial del contenido de Harry Potter tiene varios tests sumamente divertidos cuando creas una cuenta: uno para conocer tu casa, otro para ver cómo es tu varita y uno final que revela tu Patronus —uno de los hechizos más poderosos en este mundo mágico—.
La página para descubrir tu signo zodiacal a la Potter, o la casa donde tendrás que aprender a trabajar en equipo en una escuela de magia, es esta.
Cuéntame qué te sale. Yo salí Slytherin (claro que sí, Merlín era Slytherin 💅🏼), mi varita es de secuoya con núclero de corazón de dragón y gran flexibilidad, y mi Patronus no es un tiburón (maldita sea) sino un Rottweiler. Aún no sé qué pensar de esto último.
*Una rolita 🎵*
Trata de pensar en tu película favorita de la infancia. Recuerda los créditos: ¿oyes la canción principal? O bien, ¿te acuerdas de la banda sonora que más te haya gustado en la vida?
Hay algunas películas cuyo soundtrack tiene el poder de ponerme la piel de gallina. Muchos de esos sonidos que reverberan en mi cabeza fueron compuestos por una sola persona: John Williams.
Pienso en la canción principal de Tiburón, en el intro de la Guerra de las galaxias o en Jurassic Park. El hombre tiene más de 45 bandas sonoras compuestas y lo suyo es hacer memorable las melodías que salen de su cabeza.
No imagino un mejor compositor para crear el mundo mágico que hace soñar a cientos personas, desde el lado auditivo, que este señor. Y este año salió un precioso sencillo en streaming. John Williams con la filarmónica de Berlín interpretando “Harry’s Wondrous World”. Lo puedes oír acá.
Si te echas a llorar, chócalas. Andamos en las mismas.
*Un producto 🔮*
Cuando imaginamos un mundo fantástico normalmente pensamos de manera muy visual y, gracias a la mente de personas como John Williams, a veces lo hacemos de manera auditiva. Pero raras veces pensamos en el lado olfativo de las películas. ¿A qué huele el salón donde Harry toma clases de pociones? ¿Y la oficina de Dumbledore?
Tengo algo mejor.
¿A qué diablos huele la cerveza de mantequilla?
Bueno, pues Interludio, una pequeña empresa que se dedica a hacer velas aromáticas inspiradas en libros, películas y series imaginó su propia versión de este peculiar olor basado en canela.
Te dejo la liga del producto, pero te recomiendo darte una vuelta por todas sus velas.
*Un minifanfiction 🖋️*
Ilustración por vivsisters
Cabeza de Puerco estaba casi vacío. Una chimenea de colores crepitaba. Era el único sonido. Salvo el murmullo de dos magos.
—Debes dejar a tu marido.
—No sé cómo te atreves a decir una cosa así.
—Porque me preocupas.
—Mi relación está bien, Severus.
—¿Y si James supiera que en realidad si...?
—Probablemente me dejaría si supiera que estuve enamorada de ti, sí. Pero eso fue hace tiempo.
—No tanto. Ese niño pudo haber sido mío.
—Tal vez. Pero no. Estoy segura. ¿Entonces? ¿Viniste a decirme que el divorcio me hará feliz o me citaste por otra cosa?
—Estás en peligro.
—¿Cómo lo sabes?
Severus vio hacia abajo y el cabello negro le cubrió la cara. Levantó la cabeza y no pudo sostenerle la mirada a los ojos verdes que él amaba. Discretamente se señaló el brazo izquierdo.
—Me imaginaba que eras uno de ellos. ¿Estás loco?
—Va a ganar.
—Jamás.
—Necesito que me dejes cuidarte.
—Mi lugar está con mis amigos. No puedo estar del lado de la muerte.
—No quiero... no puedo... Te amo, Lily.
Lily Evans apoyó sus manos en su regazo, los ocho meses de embarazo le habían regalado una panza en la cual recargar sus largos dedos.
—Prométeme que, en el peor de los casos, recordarás eso y protegerás a mi criatura.
—No me pidas eso. Es una crueldad.
—Por favor.
—No vamos a tener que llegar a eso si te separas —dijo sarcásticamente Snape.
—Sabes que no sucederá.
—Entonces escóndete bien. Albus los cuidará.
—A veces, querido, siento que no será suficiente.
Lily se levantó de su silla rápidamente, no le dio tiempo a Snape de ponerse en pie para ayudarla. Dejó sus dos sickles en la mesa. Se acercó a Snape y le puso el cabello negro detrás de la oreja. Le dio un beso en la mejilla y salió de la taberna, desapareciendo entre la nieve, que no cesaba de caer.
*Una reflexión 💭*
Manejo un bajo perfil con respecto a mi idolatría a Harry Potter. En buena parte, porque durante años fui demasiado purista con respecto a ser fan. Es decir, confieso aquí que, hasta hace un par de años, no había visto todas las películas.
Espera, no te vayas, tengo una razón para ello. Resulta que mis personajes favoritos de la saga son Severus Snape y Albus Dumbledore (un antihéroe y el mago cuya ilustración captó mi atención la primera vez que vi La piedra filosofal). Ambos tienen un papel preponderante en el sexto libro, El misterio del príncipe. Y después de que falleciera quien interpretara a Dumbledore en las dos primeras películas (Richard Harris), las cosas no me checaban con quien tomó su lugar, Michael Gambon. En mi cabeza, el anciano era un ser sumamente amable, misterioso, pero incluso algo dulce. La idea de tener un Dumbledore algo más seco me daba mala espina. Y luego el señor salió a decir que no veía necesario leer los libros.
Y, perdón, se nota. No soy la única que lo piensa, eh.
Sé que son series distintas, pero para El señor de los anillos Christopher Lee (el actor que interpreta a Saruman) leyó mil veces las novelas e incluso le daba recomendaciones a Peter Jackson.
Ya sé. “Pero no manches, ¿tanto como para no ver las pelis?”. Qué te digo. Durante años fui celosa de lo que había en mi imaginación. Con todo, después de verlas quedé satisfecha de su ánimo algo más oscuro y maduro.
Bueno, después de este breve espacio de friki-diatriba, sí quiero decir que Harry Potter tiene un lugar especial en mis "cosas favoritas" porque fue la manera en la que oficialmente me empezaron a gustar las historias complejas en papel.
El día que una de mis mejores amigas y yo fuimos a los estudios en Londres, lloramos a moco tendido. Y fuimos unas ñoñazas: un tour que dura dos horas lo hicimos en casi cinco para estudiar todos los detalles de la producción. El año pasado que fui a Orlando a ver el mundo de Harry Potter que han creado ahí hasta varita compré.
Me parece que es una historia con la que crecí. Evolucioné de una manera muy parecida a la que hicieron los personajes. Ellos subían de año y yo también. Empezaron a salir con personas y yo también. Se pelearon y se contentaron como amigos: yo lo hice con los míos. Incluso las páginas de la autora reflejan el avance de la interacción con la web (los viejos fans seguramente recuerdan que podías jugar a descubrir cosas en la página oficial de Rowling).
Lamentablemente, nunca llegó mi carta a Hogwarts (a pesar de que recé para que lo hiciera), pero sí se queda conmigo saber que la magia no está en decir hocus pocus (o pronunciar correctamente wingardium leviosa), sino en las personas con quien podemos disfrutar los productos culturales que se nos meten a las fibras más profundas del corazón.
P.D
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¡Hasta el próximo mágico miércoles!
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Con cariño libre de virus,
J. McNamara, aka Geeknifer.
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