El "jajaja" sin risa
¿Estás harto de la pandemia? ¿La ansiedad te carcome? Lo que tú necesitas son… ¡personas! Y estás en el lugar correcto.
Normalmente escribo en cuasi soledad, en un escritorio lleno de libros, con café junto y, la mayoría de las veces, con una vela consumiéndose. Hoy no, hoy tengo público. Me preguntan que si voy a escribir sobre ellos —auguran que diría sólo cosas malas—, les da risa que escribo sin ver la pantalla y dicen que me leerán con gusto. Me refiero nada más y nada menos que a mi familia.
No hace mucho tomé un curso en el que hablábamos acerca de las audiencias para proyectos que apenas van naciendo. Y la persona que nos lo dio nos dijo que jamás tuviéramos pena de que "sólo nos leyeran nuestras tías”. Tiene sentido: en el mejor de los casos, la familia conforma personas que nos recomiendan, nos echan porras y hasta nos descubren gracias a los proyectos que emprendemos. No podemos obviar que nuestra familia también es nuestro público y es un gran pretexto para reconectar con ellos. A mí me sacan sonrisas genuinas cuando me contestan estas cartas.
Espero que en estos días de semi-vacaciones tengas tiempo para pasarla con tu familia, aunque sea un ratito.
*Un podcast 🎧*
Así como hay gente que escucha cumbias o salsa para hacer el aseo, normalmente yo oigo shows de comedia (standups, chistes o lo que caiga). Pero como se me están acabando, mi hermana (que no es exactamente mi hermana, pero es mi hermana) me mandó esta recomendación con la nota: “Te va a encantar”.
Y viene como anillo al dedo porque alguien me pidió que recomendara podcasts, pero lo cierto es que escucho muy pocos. Me gustan los explicativos, de noticias o guionizados; no le huyo personalmente a los que parecen plática de café, siento que no es mi estilo: para eso, creo que prefiero la radio.
Es cierto que puedo ser la clase de persona que ve el vaso medio vacío, y me gusta el sarcasmo y la ironía. Este podcast se llama La vida me da acidez y cada semana este hombre relata los detalles de algo que supuestamente le causa acidez. Empecé por “Mi gato me da acidez”, seguí con “Los influencers me dan acidez” y me he reído a carcajadas con “Los metaleros me dan acidez” y “Lo geek me da acidez”. Me gusta el formato porque no es pura queja, como si fuera feed de Twitter, sino que tiene un sentido sumamente narrativo y hasta aprendes algo con esta especie de ensayo grabado.
Les dejo "Mi gato me da acidez", que fue exclusivo un tiempo pero ahora está abierto para escuchar en Spotify, YouTube, Apple Podcasts o Google Podcasts.
*Un libro 📖*
Madres arrepentidas - Orna Donath
Hoy le entramos a la polémica por uno de los tabúes más grandes en el mundo. Muchas veces en la sociedad se habla de que la mujer que no tiene hijos se arrepentirá de esta decisión. Pero rara vez se habla de lo contrario: ¿habrá mujeres que se arrepientan de tener hijos? La respuesta sencilla es: sí.
Este ensayo, escrito por la socióloga Orna Donath, sigue 20 entrevistas realizadas a mujeres israelíes que tuvieron hijos por distintas razones: desde presión de amistades, pasando por pensar que era “el siguiente paso”, hasta evitar el divorcio.
Es un libro para discutir las verdaderas decisiones que desean tomar las mujeres y cuestionarnos cuántas cosas milagrosas le hemos colgado a la maternidad sin darnos cuenta de que es un camino que no es para todas y, además, que no llega al mismo tiempo.
*Una minificción🖋️*
1 de abril, 1914
Londres, Inglaterra
Amado Jimmy:
¿Quieres que te cuente las novedades de por aquí? Desean cambiarle el nombre a nuestra calle. ¿Por qué alguien querría eso en medio de una gran guerra? Blackman es un buen nombre para un lugar, ¿no te parece? Sobre todo cuando ahora la oscuridad parece más oscura y todo es negro. Ahora hasta la iglesia de St. George está cerrada casi siempre. Dios me quiere abandonar.
¿Hay cosas felices aquí? ¿Las hay y no las veo? Lucas no ha dejado de ladrar en todos estos meses. ¿Por qué me tuviste que regalar un ruidoso animalito antes de partir? ¡No me distrae de tu partida en absoluto! Sus constantes llamados y vueltas me hacen pensar en ti, en tus silenciosos pasos por la casa para no despertar a mi madre, en tu voz susurrándome chistes tontos, pero sobre todo, en cómo será la vida dentro de un buque de guerra. Lucas ya es casi del doble de tamaño que cuando llegó, y sí: se sigue tropezando con sus orejas.
Anda, volvamos a los buques. A mí siempre me dio miedo el mar. Es demasiado grande, demasiado profundo, demasiado. Qué valiente eres, odias que te lo diga, pero eres muy valiente, James. Escribo tu nombre porque es como escribir perfume. No tiene sentido lo que acabo de decir, ya lo sé, no espero que entiendas que al dibujar la jota y la ese, el papel huele a la tela de tus camisas. Valiente… ¿Ser voluntario en una misión donde podrías acabar ahogado? Yo no podría atreverme a semejante cosa. Pero al fin, mi mayor acto de valentía todos los días sólo es salir de la casa y ver el cielo. Dicen que en cualquier momento los alemanes podrían mandar esos monstruos de las nubes, llenos de gas, con bombas, y acabar con nuestro hogar. Sí. Nuestro hogar. Todavía sueño despierta con tus labios llenando de besos mis manos, cuando dije que sí me quería casar contigo. Sueño con tu sonrisa, esa que se ensanchó cuando le puse nombre al cachorro. Vi con buenos ojos que lo abrazaras como un muñeco de felpa. “Cuidará bien a nuestros hijos”, pensé.
Hoy me desperté y supe bien que mi mayor acto de valentía ya no es plantarle cara a un sepelin, ¿o era con zeta? No sé. No me importa. Mi acto de valentía hoy, pues, es levantarme de la cama. Soy valiente al besar a mi madre enferma y al arrojar flores en la tumba de mi padre sin tomarte de la mano. Pero sobre todo, mi mayor acto de valentía es no pensar en tirarme al río, que en esta época huele a sal. ¿Te acuerdas?
¿Sabes? Nadie me quería dar el periódico esta semana. ¡Todos querían evitar que saliera! Y tu odiosa madre —¡ahora al fin te lo puedo decir sin reparos!— se negó a darme la carta. No he visto las palabras oficiales. ¡No sé qué dicen! ¡No lo sé! ¡Es injusto! A pesar de ello, supe el contenido de la misiva inmediatamente, por pura intuición, porque tu padre, quien siempre llega a abrazarme en la puerta, no se movió del sillón.
Dime, James, ¿estoy loca por escribirle a un fantasma? ¿Perdí la cabeza por dejar de tenerle miedo a los espectros? Te escribo, simple y llanamente, porque todavía necesito tus besos. Todavía quiero casarme contigo... y necesito que sepas que aquí, mientras un perro ladra y ladra, hay una mujer que piensa y pensará en ti todos los días de su vida.
Que el Señor sea tan tierno contigo como yo lo fui.
Con amor,
Emily
*Una reflexión 💭*
He pensado en lo difíciles que han sido estas semanas laboralmente y cómo se desconecta uno para el estrés. De todas mis entretenciones, a mí me salva el humor. Soy propensa a la risa y, afortunadamente, mi diario vivir está enmarcado por carcajadas.
A veces noto que estamos enfrascados consumiendo contenido digital, cual zombies postmodernos. Cómo me dan gracia esas personas que escriben “Jajaja” en un mensaje de WhatsApp… ¡Pero no se ríen! Creo que, si bien hay entretenimiento en redes, no hay nada como pasarla bien en vivo con otra persona. Qué hipócrita, me dirás, haciendo como que me doy cuenta de que lo que más necesitamos es interacción no virtual mientras escribo una carta digital.
Por eso es que trato de que mis escritos sean rebotados con personas reales. Me gusta creer que incluso en este ámbito digital podemos compartir ideas, ser íntimos y conocer al otro. Esa es la razón por la que decidí escribir un newsletter y no una cuenta de YouTube o de redes per se.
Hablando de risas y desconecte, te deseo una gran Semana Santa, si andas de vacaciones. Si no, como yo, también. De preferencia, con dosis importante de humor (véase el podcast de esta semana).
P.D
Como Facebook prometió desde sus buenos tiempos, este newsletter SIEMPRE será gratis. Pero el trabajo creativo no deja de ser trabajo. Así que te dejo este link por si quieres invitarme un cafecito, con la promesa de un día tomárnoslo en la misma mesa, y animarme a seguir con este proyecto y extenderlo a otros lares.
¡Hasta el próximo pinche miércoles!
Con cariño libre de virus,
J. McNamara, aka Geeknifer.
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