El crisol de mayo 🔮
Como en tiempos de antaño, esta carta presenta una edición sin tema, pero con una buena canción, un libro de música, una serie para ver locos y un cuento de miedo.
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Si me has seguido el suficiente tiempo, sabrás que estas cartas a modo de correo suelen tener un eje temático. Cuando empecé a escribirlas en realidad no había tal. Eran un conjunto de recomendaciones que iba descubriendo y algunos cuentos que acumulaban polvo digital.
Quiero recuperar una vez al mes esta suerte de aproximación medio de tómbola sorpresa y este mayo traigo algunas cosillas cool. Hoy encuentras un libro 📕, una rolita 🎶, una serie 🎞️, un cuento 🖋️ y una reflexión 💭.
Un libro 📕
Hace unas semanas entré a una de las Cafebrerías (café/librería) “El Péndulo” con la firme convicción de no comprar nada. Evidentemente mis convicciones no están tan bien cimentadas como quisiera porque salí con un libro bajo el brazo. También, había un módulo con “Blackie Books con 20 por ciento de descuento”. Y Blackie, junto con Valdemar, son de mis editoriales favoritas en el mundo hispano.
El libro en cuestión es de Andrew O’Neill, un comediante metalero que hace un recorrido hilarante por la historia del Heavy Metal. He de decir que parte de su atractivo es que aborda muy bien la ideología detrás del Metal y por qué, a diferencia de otros géneros, se vuelve una especie de estilo de vida. Si nos fijamos en la historia de la música, el rock pesado que digievoluciona en Heavy Metal es una reacción a lo hippie:
”Los hippies lo intentaron con el pacifismo y el amor. Y no funcionó. Ahora tenemos que contar la verdad y no es agradable”.
Y entra en escena Black Sabbath para hablarnos de las cosas más terribles.
Si te gusta el metal, debes leerlo porque hay cosas que seguramente se te han perdido. Si no te gusta, es un divertido estudio antropológico de una bola de greñudos que mueven sus cabezas y que hasta pueden lastimarse de por vida haciendo eso.
Si eres MUY fan del metal tal vez puedas estar en desacuerdo con O’Neill en algunas cosas. No es por presumir, pero el capítulo del Black Metal lo pude haber escrito más profundo y con mayor humor negro. Yo, a diferencia del autor, no tengo nada en contra del Gothic Metal. Y se ve que este compa odia el Glam. Que, por momentos, sí es más show que música.
Puedes conseguir La historia del Heavy Metal a través de este enlace en el Péndulo o en este otro en Amazon.
Una serie 🎥
De esas veces en que tienes un programa de televisión anotado como “pendiente de ver” por siglos. Apenas por fin le di la oportunidad a We Crashed y me llevé una grandísima sorpresa.
Plus: aparecen Jared Leto, cosa que le emociona a mi mejor amiga, y Anne Hathaway bajando un semitono el rango de su voz, lo cual me emociona a mí.
¿De qué va la serie? Seguramente medio ubicas estos espacios de co-working llamados WeWork. Pues el advenimiento y caída de su modelo de negocio tiene autor y se llama Adam Neumann. Esta serie describe cómo este loco, porque no se le puede llamar de otra forma, hizo un imperio de co-workings. Y cómo estaba tan loco que se le cayó el teatro. Su esposa, Rebekah, también es parte del drama.
Es una serie divertida porque, como está basada en un caso real, te puedes dar cuenta de cómo alguien se puede salir con la suya sin importar el qué. ¿La lección? Verbo mata carita.
La puedes ver en Apple TV+ a través de este enlace.
Una rolita 🎶
Hace mucho que no comparto covers. Una de mis canciones favoritas en la vida (sin duda está en mi top cinco) es “Wicked Game” de Chris Isaak. Y tiene la bondad, porque no con cualquier rola se puede hacer, que es covereable.
Pues apenas Lengua Ignota hizo lo propio. Kristin Michelle Hayter es la persona detrás de este proyecto y ha sido aclamada por la crítica porque lo suyo es una combinación rarísima: suena barroca, como cantante de música de cámara, tiene algo de darkwave, de experimental…
Es una contralto que te hace entrar en trance. Nunca imaginé que Wicked Game pudiera sonar así de triste y tan “música de cámara”.
Un cuento 🖋️
Shuttle
Había sido el elegido para ir a la conferencia exclusiva de la farmacéutica.
El avión se detuvo todavía lejos de las puertas. No tenía ganas de viajar y ya me dolía la cabeza tras escuchar durante dos horas los berreos constantes de la niña que venía delante de mí. Hacía berrinche porque no la dejaban usar el iPad.
Me removí en el asiento tratando de no tocar a la francesa rubia que venía junto a mí. Imaginaba que era de ese país por sus tatuajes en ese idioma. Carraspeé cerca de su oído. Ya nos tocaba bajar. Los pasajeros nos seguimos en fila india hacia la pista.
Sin pensarlo, seguí a la multitud al shuttle, el autobús donde nos hacinó la aerolínea. Puse mi maleta en uno de los compartimentos destinados para ello mientras los vapores humanos me hacían fruncir la nariz.
Cuando por fin nos detuvimos y se abrieron las puertas, fui de los primeros en tomar mi maleta y bajar. Mi equipaje me fue siguiendo hasta que entramos a una bodega.
Primero pensé que era un elevador a algún piso del aeropuerto. Pero cuando nos dimos cuenta de que no pasaba nada, todos los pasajeros nos empezamos a ver a los ojos, muchos susurrándose, inseguros de qué hacer.
–SHHH –dijo alguien para acallar los murmullos.
A lo lejos, se oía como si presenciáramos unas cuantas llantas perdiendo aire.
De pronto, me llegó un olor como a mazapán, un dulzor incontenible que me hizo tener náuseas. Una mujer de maleta rosa vomitó encima de un anciano. La niña empezó a toser.
–¡Déjenos salir! –gritó un hombre de lentes.
–Help!!! –La chica de los tatuajes en francés se desgañitó la garganta.
La locura nos atenazó: unos cuantos pasajeros se encaramaron en sus acompañantes para ver si podían salir.
Sentí una incomodidad incontenible en el tórax. No era el único, varios pasajeros se llevaron la mano al pecho. A los pocos segundos me ardió y sentí que el torso me explotaría del dolor. A mi alrededor algunas personas se convulsionaban.
Cuando me faltó el aire, por alguna razón, me acordé de la invitación. Saqué mi celular para ver el correo, que decía:
“Nos complace invitarlo a la prueba de nuestro más reciente pesticida. Mismo que cambiará la industria agrícola y nos dará posibilidades nunca vistas. Su nombre clave, por el momento es ZC”.
Escuché las uñas contra las paredes y se me partieron los tímpanos al imaginar miles de gises rascando pizarrones. Cuando el dolor en mi pecho se volvió inaguantable, llegó a mi mente la traducción de ese experimento.
ZC. Zyklon-C.
Una reflexión 💭
—¿Cómo es que el calor te puede poner tan de buenas?
Estoy de visita en el lugar donde nació mi mamá, Guadalajara, en donde andan como 10 grados arriba en comparación con el centro del país. Y, perdón, pero estoy tan contenta de poder usar vestidos y faldas todo el día sin tener que andarme vistiendo por capas…
No quiero que todos los team frío (que son mayoría a mi alrededor) me lapiden. Sólo saco el tema a colación como pretexto por algo que he estado haciendo últimamente: recuperar mis gustos.
¿Te ha pasado que el ambiente, el trabajo o la rutina inhiben aquello que más disfrutas? A mí me suele pasar de vez en vez. Por ejemplo, durante años dejé de leer cosas que escogía yo y más bien me guiaba por las modas de redes o por lo que llegara a mis manos.
Ahora mi pretensión es escoger más mis lecturas. Y estoy leyendo un libro de vampiros que va súper bien.
También, ¿con qué cara ando por la vida presentándome como Geeknifer si me he perdido de lanzamientos clave de ese mundillo medio ñoño? Por ejemplo: ya, ya estoy viendo X-Men 97 y tengo en lista ponerme al corriente con todo lo de Star Wars que no he visto.
Esto es más por falta de lana, pero ya te contaré si la secuela del remake de Final Fantasy VII está buena. Me da terror jugar esto porque está basada en un juego que tiene a bien romperme el corazón en el momento en que una de sus protagonistas es asesinada.
Momento canónico en mi vida, porque a partir de entonces le pongo más atención a los villanos.
Eeeen fin, a lo que quiero llegar es que parte de nuestra identidad también son las cosas que disfrutamos y aunque creo que este mundo necesita más tolerancia hacia lo ajeno, tampoco está mal volver a donde somos más felices.
Espero que logres eso esta semana.
Un meme 👾
¿Es tu primera vez? Te dejo más cartas aquí.
Con cariño libre de virus,
J. McNamara, aka Geeknifer.
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