¿Dónde está Dios?
En un mundo como el de hoy, necesitamos ser espirituales. La pregunta es ¿cómo?
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Lo que me dejó la escuela católica son unas desesperadas ganas de creer.
¿Qué significa creer en algo?
La interrogante de la divinidad y, por tanto, de lo que podría suceder al otro lado de esta vida me vuela la cabeza. Fue la razón principal por la que me interesé en la Filosofía: esta dualidad entre vida, muerte y lo que hay alrededor de estos dos momentos (físico o no tan físico).
Vivimos en una época emocionante sobre la espiritualidad. Hoy no morirás en la hoguera si decides no creer en nada. Con ayuda de Internet es relativamente fácil empaparse del conocimiento de otras religiones e incluso conocer comunidades enteras dedicadas a una fe.
Y también tenemos creencias alternativas que no son fáciles de desechar. Al final, nadie tiene la última palabra porque la metafísica, como la etimología indica, se refiere a cosas que no son precisamente comprobables con ayuda de la ciencia.
Noto que en mi generación hay una voluntad enorme por creer, pero nos queremos a acercar a algo con lo que podamos conectar y que más o menos entendamos. En momentos difíciles queremos recurrir a algo, a veces necesitamos de una guía o de un apapacho que no se ve, pero que se siente.
Si bien la mayoría de los mexicanos son bautizados en la fe católica, es una realidad que cada vez se practica menos. Mi teoría es que la Iglesia no hace esfuerzos suficientes ni por modernizarse, ni por reconectar con sus feligreses.
Pero por lo pronto, pretendo sumergirme un rato en esto que es la fe con tooodas sus posibilidades, ¿vienes?
Una serie 🎥
En el imaginario de la cultura pop, Dios es Morgan Freeman. El dios real que se le aparece a Jim Carrey en la película Todopoderoso. A mí siempre se me hizo una gran representación de “El Señor”. También m e parece el hombre ideal para explicarnos qué y dónde está dios (según un montón de religiones).
Reconozco que me encanta ponerle cara o forma a Dios. A veces me lo imagino como una luz en medio de mis ojos. Otras veces prefiero ser más tradicional (pero no del todo) e imaginarlo como un hombre barbón (con la voz de Geoff Castellucci, la verdad), pero joven y agradable, dios padre no parece alguien con quien se pueda platicar a gusto. Otras veces, me gusta pensar que es una mujer de piel oscura que ríe muy bonito.
Entender a Dios (o Alma, Energía, Fuente, Diosa, Universo, o como prefieras referirte a este espíritu que supuestamente sobrevuela nuestras cabezas y que nos gustaría traer en el corazón) es un asunto complicado.
Mi madre era cristiana. Y me encantaba molestarla diciendo que si hubiera nacido en la India, lo más probable es que no creyera en Cristo y acabaría automáticamente en el infierno cristiano. Sí, reconozco que era algo cruel decirle esto a una creyente.
Pero es una realidad que la religión no es algo inherente en nosotros, la espiritualidad tal vez sí, pero nadie nace sabiendo cuál es el cielo correcto. ¿El de las vírgenes? ¿El de los ángeles apoyados en nubes? ¿El que nos permite reencarnar hasta que hayamos agarrado la onda?
Si quieres ver la colección mundial de aproximaciones al tema y descubrir el universo de aristas para aproximarse a la religión, Morgan Freeman los presenta de manera ecuánime, respetuosa y humana.
Puedes verla a través de Star+ en este enlace.
Un libro 📕
Imagínate que tienes cáncer y te vas a morir.
De estar en una situación similar, al pensar que la muerte está en serio a la vuelta de la esquina, tendría yo los pelos de punta.
Y este es el momento de vida en el que está el protagonista del libro que quiero recomendar. Es la historia de un puberto con cáncer que cuenta con una tía muy loca (y con bastante dinero) que se lo lleva a que conozca las maneras en que los seres humanos hemos pensado en dios, los dioses, el alma y la espiritualidad.
Se llama El viaje de Teo, y es una novela escrita por Catherine Clément. Tiene la virtud de tener un estilo muy ameno, así que uno no se siente en clase de religión.
Lo puedes conseguir en Amazon con este enlace.
Una minificción 🖊
Querido Dios:
Sí fui a la sesión de ayahuasca.
Volví a verme niña, vi a la vez todas las veces que me he equivocado. Me reencontré con mi alma, que tenía forma de narval. Hablé con mis antepasados. Sobrevolé el agua, la selva y el desierto. Desperté con paz.
Mucha paz.
¿Y sabes qué fue lo mejor? Que necesito compartir esto… Es hora de llevar la medicina ancestral a nuestras junglas de cemento. Pero de algo tengo que vivir: ¡Ya tengo la idea perfecta de negocio!
Por favor, guíame ahora.
Una reflexión 💭
Hay un fenómeno en la actualidad que no acabo de entender. Raras veces hablo de ello con personas que no conozco, porque sé que los temas que tratan el alma, literalmente, son peligrosos. Saco el cliché de “para mantener la fiesta en paz, la gente no debería hablar de política, de religión o de futbol”.
Me parece rarísimo que en esta actualidad es más ofensivo decir que los horóscopos son el mayor timo contemporáneo, o que las plantas no reemplazan a las vacunas, que decir que Dios está muerto.
Aquí hago una pausa para hacer un breve agradecimiento. En los últimos años, son mujeres las que me han presentado otras mujeres increíbles de manera directa o indirecta. Lo digo para extirpar el mito de que el peor enemigo de una mujer es otra mujer. Paola Gómez, quien tiene una linda cuenta de Instagram, organiza clubes de lectura y promueve a un montón de escritoras, hace años mencionó la newsletter de una autora llamada Haley Nahman.
Hace un par de semanas, Nahman habló de los horóscopos y de cómo es preocupante que la gente se tome tan en serio unas misivas diarias que hablan de un determinismo rampante.
¿Por qué es preocupante? Porque está basado en pseudociencia. No hay evidencia alguna que soporte que los astros realmente hagan algo con nuestro destino (no podemos olvidar que la astrología nació en una época en la que se pensaba que la Tierra era el centro del universo, algo que… no es verdad).
“Por supuesto, la ciencia no puede explicarlo todo. Pero la astrología ni siquiera es un modo de creencia basado en el sentir, como la existencia del amor o la moralidad, como en muchas religiones, o incluso con un sentido más profundo de comunidad. Es un marco improvisado para la autocomprensión que resulta bastante rentable. Como una forma de fe compartida, es inusualmente individualista”. - Haley Nahman
A ver, no voy a negar que es divertido meterse a ver qué va a decir el horóscopo sobre mi semana. Reírme y ya. Pero no soy fan siquiera de la fiabilidad de mi signo. Según mi carta astral (que obvio saqué de Internet) soy doblemente libra. Soy libra por el día en que nací y mi signo ascendente también es libra.
La mar de las veces me han confundido con ser escorpio.
¿Por qué? Se supone que los librarianos somos delicados (no mucho), de excelente gusto (eso sí), indecisos (no realmente), complacientes (JA) y egoístas (hay que batallarle). Por cierto, esos dos últimos adjetivos… ¿no son un tanto… dispares?
La cosa es que los astrólogos, como miles de personalidades de las distintas pseudociencias que se han puesto de moda, pueden hacer mensajes con los que cualquiera se siente identificado. En psicología esto se llama efecto Forer. Para muestra, dejo este fabuloso video que lo ejemplifica mucho mejor y de manera entretenida.
Todo esto lo digo porque las formas alternativas de creencia me parecen peligrosas porque se presentan como la verdad, ¡y cobran un montón de dinero! Y si no compartes esta creencia, ¡te mereces juicio! ¿No se supone que nos alejamos de las religiones por la intolerancia, su hipocresía e injusticias?
No creo en las cartas, ni en los horóscopos, ni en los cuarzos o los cuencos, no creo en los santos ni en la Virgen María, no creo en la reencarnación (aunque me encantaría que cuando muriera pudiera ser enviada a otra dimensión), tampoco creo que el Paraíso esté lleno de vírgenes, mucho menos creo que hay que llevar la palabra por ahí; y no, pese a que me encanta la brujería como tema histórico, no me creo wiccana. Si alguna de estas afirmaciones te ofende: tenemos un problema. Porque cada quién es libre de depositar su fe en lo que se le dé su gana.
Si tú me dices que los horóscopos te han resuelto la vida y te han hecho tener relaciones más sanas, ¡felicidades! No comparto esta creencia, pero está cool que seas una mejor persona.
Somos víctimas de que tenemos ganas de creer y no sabemos en qué depositar nuestra fe. Las religiones organizadas, al menos a mí, me han defraudado. Cada vez que oigo de pederastia, homofobia y misoginia en la Iglesia católica me decepciono. También me decepciono cuando alguien pide dinero a cambio de una sesión para conectar con gente muerta, su mascota o… todavía peor, peligroso y doloroso: para curar el cáncer.
Me gusta creer que hay algo allá afuera que me dio el chance de pensar y compartir en comunidad ciertos sentimientos inexplicables. En mi vida he experimentado al menos dos veces este sentir cercano a lo muuuy espiritual…
Pero no puedo decir que sea real, porque es como cuando contamos historias de eventos paranormales en la noche. ¡Quién sabe! Nadie tiene la última palabra y de eso se trata la fe. De dar crédito a algo que no tiene comprobación.
Y siempre y cuando esa fe no le haga daño a nadie y nos convierta en personas más empáticas, más amables y con más ternura: ¡bendito sea!
Espero en dios (je) que si tienes fe, te lleve por caminos benditos para ti y los que te rodeamos.
¡Hasta el Servicio exprés del próximo viernes! (así salió el resultado de la encuesta!
¿Es tu primera vez? Te dejo más cartas aquí.
Con cariño libre de virus,
J. McNamara, aka Geeknifer.
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