¿De verdad el mundo es pro-pride?
El mes del orgullo terminó, pero los homofóbicos se quedan. Para mi alegría, cada vez son más visibles las creaciones de las minorías, que nos ayudan a ver el mundo de más colores.
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“Nadie nace odiando a otra persona por el color de su piel o su origen, su sexualidad o su religión. Si pueden aprender a odiar, se les puede enseñar a amar”
Nelson Mandela
Viene muy a cuento que haya acabado junio para hablar sin sesgos y efemérides de por medio sobre este tema.
En principio, esta carta es para visibilizar que al arte y a lo que creamos los seres humanos en general no le importa nuestras preferencias sexuales o la identidad de género. Y en estos últimos tiempos me gusta encontrarme con productos que reflejan una manera distinta de pensar.
Te invito en esta cartita a abrir la mente y quedarte con estas recomendaciones, independientemente de dónde vengan. Que surgieron del corazón de algún ser humano por ahí.
El menú de hoy incluye un libro 📕, una serie 📹, una rolita 🎶, un cuento 🖋 y una reflexión 💭.
Un libro 📕
De unos años para acá, ha tomado fuerza deshacernos de la costumbre de leer sólo escritores e incluir a mujeres en nuestras lecturas. Incluso, he conocido personas que han decidido dejar de leer hombres. Respeto esta decisión, pero a mí me gusta combinar de todo. Me gusta entender distintas perspectivas y hasta leer gente que me cae gorda. Aunque, sin quererlo, en los últimos tiempos leo más mujeres que hombres.
Sin embargo, no todos los días podemos decir que estamos leyendo a une autore no binarie. Yo me topé con Akwaeke Emezi por accidente, y su novela, La muerte de Vivek Oji, me pareció extraordinaria.
El título se parece a Crónica de una muerte anunciada. Es decir, desde el principio sabemos que Vivek Oji se va a morir. Pero no sabemos en qué circunstancias. Esta novela se disfruta más si ve van construyendo teorías sobre la muerte del protagonista.
Es una gran novela también porque habla sobre un personaje en crisis (una crisis de género) en medio de una comunidad muy conservadora. Y no sólo hablo del conservadurismo familiar o de adulto vs joven, sino también de la idiosincracia de un pueblo. Así, vemos cómo Vivek crece en compañía de su primo, quien le adora, pero a quien le toma tiempo comprender por lo que pasa su, prácticamente, mejor amigo.
Me pareció una historia conmovedora, dramática y por momentos divertida. Puedes conseguirla en Mercado Libre o Casa del libro en estos enlaces.
Una serie 📹
Cuando salió esta serie, Uncoupled (Desparejado en español), no me dieron muchas ganas de verla.
La premisa es que un gay soltero cuarentón en Nueva York tiene que sobrevivir a una ruptura. Y yo pensé que no podría relacionarme con un personaje así.
Pero hace meses decidí que fuera mi serie para la hora de la comida y quedé encantada. Por varias razones. Una, sí, fue ver el mundo gay desde una perspectiva cómica. Otra, ver que el choque generacional no es algo que sólo sucede en un mundo heteronormado. Y la última, muy importante: es divertida y reconfortante a la vez.
Aquí y allá, al parecer, que te partan el corazón es la misma experiencia. Tomando en cuenta que tengo algunos parientes divorciados, me reí con más ganas tras observar que las experiencias son de lo más parecidas. Sin duda, es una buena serie para palomear.
La puedes encontrar en Netflix en este enlace.
Una rolita 🎶
Una de las cosas que me enseña la diversidad de personas es descubrir la diversidad de creaciones. El arte se expande en la medida que combinamos arte previo. La originalidad, paradójicamente, se alcanza cuando metemos en un crisol lo ya conocido.
Y hablando de cosas conocidas, si combináramos algo de la islandesa Björk con electrónica y música latina, tendríamos el proyecto musical de Arca.
Arca es de Venezuela y se identifica como mujer transgénero no binaria. Buena parte de sus canciones tienen esto como referencia y sus mezclas son geniales. Ha producido a Lady Gaga y Ariana Grande; y ha colaborado con la propia Björk, Sia y la Rosalía.
Te dejo la canción “Time” en Spotify, que está buena para bailar de noche.
Un… ¿cuento? 🖊️
Las casas de la colonia tenían prendida la televisión. Pero nadie le prestaba atención en casa de Magdalena.
Ella estaba hincada, con las huesudas manos juntas, en posición de rezo. Los cabellos cobrizos y lacios se le venían una y otra vez a la cara. Harta, se puso de pie para hacerse una cola de caballo. “En cuanto salga de aquí, me corto el pelo”, se dijo, antes de volver a colocarse en medio del pentagrama pintado con gis negro.
El portazo le anunció que era su momento. Abrió la puerta y escuchó con atención.
—Claudia, ¡párate! ¿Hay comida?
Magdalena sabía que su madre no se levantaría. Menos en los últimos tiempos, en los que procuraba hacerse cocteles de ron con benzodiazepina.
—¡Magda! —. Odiaba que le dijeran así. Prefería la ele empalada a mitad de su nombre completo y cómo podía acariciar su lengua en el paladar cuando se pronunciaba. Apretó con su puño la navaja que le había dado Daniel. Su amigo creía que era un buen regalo para una chica que nunca se estaba quieta en los recreos.
Magdalena no contestó, optó por volver a arrollidarse, con el libro en las manos que había encontrado en una librería de viejo. A sus 17 años le parecía una locura rezarle a un demonio, pero ya había intentado demasiadas veces con Dios.
De pronto, las velas que tenía encendidas alrededor se apagaron y ella sintió un dolor inaguantable en el estómago y la cabeza. “¿Habrá funcionado?”, se preguntó.
Mientras se revolvía adolorida escuchó los erráticos pasos de su padre. La falta de alcohol lo pondría de un humor peligroso, pero le compraría tiempo para terminar el ritual. Justo cuando un paso ponía pie en la escalera, Magdalena vio al techo e intuyó que algo dentro de sí había cambiado.
Con nuevos bríos, abrió la puerta de su cuarto y bajó las escaleras. Su madre estaba ahogada, la televisión estaba prendida y su padre no perdió tiempo:
—¿¡No hay comida!?
—No.
—¿No es tu chamba hacerla?
—Es de ella hoy, pero mira qué útil —respondió Magdalena mientras se acercaba al inmenso cuerpo de su padre, que ya tenía una erección. “Ya no más”, decidió.
—Eres una malcriada, ¡tráeme una cerveza!
—Ya no hay nada.
—Entonces ven para acá —. El cuerpo de su padre se abalanzó sobre ella y trató de dominarla para ponerla de espaldas. No tuvo éxito porque su hija tenía mucho más fuerza que antes. Entonces, el hombre empezó a ahorcarla.
—¡Sué-lta-me! —musitó ella.
Magdalena se reflejó en los verdes ojos de su padre y supo que el infierno vivía ahí. La adolescente admiró la oscuridad de las pupilas, que dejaron de darle miedo. Quería salir de una vez por todas. “Ya te invoqué, haré lo que quieras, pero ayúdame”, pensó.
Justo entonces, de reojo, vio las chispas de un cortocircuito en la pared que llegaron hasta la alfombra y corrieron a la cortina. Su jaula de cemento estaba en llamas.
—Pinche escuincla, ¡ve por agua! —. Su padre la soltó y ella no dudó en abrir la navaja y clavarla varias veces en el muslo de su padre.
Desorientado, él cayó al suelo. La madre seguía sin moverse y Magdalena corrió afuera, a la calle.
Desde el asfalto vio cómo el techo en llamas pulverizaba la construcción de la casa que nunca fue su hogar.
Ahí, con las sirenas sonando a lo lejos, sonrió maliciosamente, sus ojos dejaron de ser verdes y refulgieron amarillentos, copiando la danza de las llamas.
—Nadie me volverá a poner un dedo encima —dijo para sí.
P.D. Psst… Magdalena es un personaje que conozco bien, eh. Sigue en sintonía porque seguro reaparecerá pronto por allí.
Una reflexión 💭
“Cada vez que la gente se comporte como si las imágenes de los gays en los medios de comunicación pudieran influir a sus hijos para ser gays, les recordaré que los niños gays crecimos viendo solo a gente heterosexual en televisión”.
Ellen DeGeneres"
Me parece algo muy bueno que la comunidad LGBT+ gane terreno, porque implica que todas, todos y todes vivimos con menos miedo a enfrentarnos a nuestra sexualidad y aceptarnos como somos. Desde el plano personal, antes siempre decía con tono de broma que por supuesto que no soy 100% heterosexual. Hoy la gente que me conoce sabe que lo digo más en serio que en broma y que eso no afecta mi vida.
Tengo también el honor y placer de conocer y trabajar con gente que pertenece al colectivo LGBT+ y me gusta verles contentos, sin tener que esconderse. Love is love.
La cosa del mes del orgullo es que no todo es fiesta. No sólo por la cantidad de violencias hacia estas minorías que vemos en medios de comunicación. También admito que conozco mucho más homofóbicos, transfóbicos y lgbtfóbicos de lo que yo quisiera. Dime que tú no tienes al menos una persona cercana así…
Y yo me pregunto, ¿en qué les afecta que una persona quiera a alguien de su mismo sexo? ¿en qué les afecta que alguien se identifique con otro género, que al cabo, es más constructo social que otra cosa? Niñas con rosa y barbies, niños con carritos y azul. ¡Por favor!
Tampoco me puedo llegar a imaginar lo que es saber dentro de ti que estás siempre en el lugar equivocado porque tu cuerpo no es el tuyo. Lo que sí imagino es que debe ser horrible y, por eso, esas personas tienen mi respeto.
No soy experta y aún tengo mucho por aprender. Pero cada vez entiendo más la lucha de personas que sólo quieren ser quien en verdad son. Eso lo comprendo porque los seres humanos buscamos reivindicarnos de esa manera todos los días.
¿El mundo es pro-pride? No sé. Pero debería serlo. Porque implica que tú y yo, con nuestras excentricidades e identidades, somos parte de él.
Sea mes del orgullo o no, te deseo que puedas ser siempre quien eres, amando a quien tú quieras. Te deseo, pues, muchas tardes de arcoíris.
Un meme
¿Es tu primera vez? Te dejo más cartas aquí.
Con cariño libre de virus,
J. McNamara, aka Geeknifer.
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