¿De quién deberías enamorarte?
“No es hasta que estamos perdidos que comenzamos a comprendernos a nosotros mismos”. – Henry David Thoreau
Cuando estaba en la universidad mi sueño húmedo era vivir sola. La gente me suele ver como un ente independiente. Por supuesto, no me había terminado ni de graduar cuando me mudé a otra ciudad. Pese a que extrañé algunas cosas de vivir bajo el techo familiar, casi siempre fui feliz como ser solitario.
Pero una cosa es acostumbrarse a la soledad y otra muy distinta es disfrutar de una misma. Decir que estás en paz contigo es un logro grandísimo; lamento informar que no es algo fácil o inamovible. A veces, cuando por fin siento que estoy en paz, algo pasa que me hace no creerlo y vuelvo a caer en mis vicios favoritos.
Por ejemplo, en términos generales puedo no involucrarme demasiado con las personas que no me son cercanas, pero cuando alguien me importa puedo resultar abrumadora y es algo con lo que he aprendido, y sigo aprendiendo, a lidiar. A dar un espacio, a esperar, porque no todas las personas funcionamos igual.
No sé si te pasa, que te obsesionas equis relación: con tus padres, tus amistades o tu pareja. He llegado a la conclusión de que, cuando eso ocurre, he dejado de verme. Por eso, hoy quiero escribirte de la persona que más debería gustarte: tú.
*Un libro 📖*
Start Where You Are - Meera Lee Patel
Una de las actividades que más me gusta hacer es filosofar. Es decir, hacer como que pienso en cosas trascendentales a ver si me encuentro verdades. La Filosofía tiene un problema, eso sí. Es complicado llegar a cosas por entero ciertas, es una tierra donde hay más preguntas que respuestas. Quizá por eso tantas personas la ven con desdén: ¿quién, en tiempos de pandemia, necesita más incertidumbre?
Me gusta creer, sin embargo, que las verdades a las que llegamos filosofando, si bien no son universales, nos son necesarias. Sobre todo cuando filosofamos sobre nuestra propia existencia. A veces vivimos de forma mecánica. Al menos yo estoy segura de que hay días en que me levanto, trabajo, como, veo alguna serie, hago ejercicio y juego videojuegos. ¿Realmente pensé en mí? No. Y no me refiero a ser sistemáticamente productiva, sino a cuidarme.
Hace unos meses, por recomendación de una respuesta a esta carta, llegó a mis manos Start Where You Are, un libro de Meera Lee Patel que combina un diseño muy pero que muy lindo con preguntas no muy fáciles de responder. En otras palabras, es un journal —un diario— de auto-exploración. Es una práctica a veces divertida, retadora, un tanto triste en ocasiones, pero que da guía.
Les seré honesta. No todos los días lo abro; en realidad, lo uso cuando ando introspectiva (como en estos días) o triste (esos días en los que también veo la serie Modern Love, que me voy chiquiteando porque no quiero que se me acabe).
Por ejemplo, la página que hoy me tocaría dice “Escribe una cosa amable que hayas hecho por alguien más en las últimas 24 horas”. Y, pues... chale. Me quedé en blanco porque no sé si haya algo. Digamos que es una pregunta que incentiva no sólo la reflexión sino, en parte, a la acción. ¿Qué cosa amable, buena, puedo hacer en las próximas 24 horas?
Y para hacer el ejercicio contigo, me puse a pensar en una amiga que me contó los detalles de su relación tóxica. Tal vez mi cosa amable fue escucharla sin juzgar y darle mi consejo cuando lo pidió. Tal vez me queda el resto del día para hacer mi buena obra.
Al final, este pequeño volumen da empujoncitos para pensar y apreciar lo que nos rodea. Lo puedes conseguir aquí, está en un inglés muy sencillo.
*Una recomendación 💡*
¿No te pasa que quieres organizar un plan y de repente tus acompañantes se zafan? Los grupos de WhatsApp están llenos de buenas intenciones de viaje, seguro te has dado cuenta.
Por cierto. Consejo. Antes de que vivas con compañía, viaja con esa persona. En mi experiencia, hacer un viaje puede ser un deal-breaker. Se conoce mucho de alguien así.
Así que hoy vengo con un reto que puede derivar en una experiencia interesante: Un día, viaja en soledad por puro placer. De esto podría escribir una carta entera, pero hoy lo tomo de recomendación rápida.
Como dice la frase allá arriba, no saber a dónde ir es un gran primer paso para conocerte. Viajar solo cae en esa categoría, a mí me ha llenado de experiencias, de pensamientos y de autoconocimiento.
La primera vez que viajé sola (aunque no del todo, porque tuve quien me recibiera), fue a Barcelona. Yo digo que fue una experiencia curativa porque fue un diciembre duro. Llevaba meses sin ver el sol, acababa de pasar la primera Navidad sin mi mamá y, bueno, con lo mucho que me encanta esta época, estaba rodeada de roomies que o eran ateas o musulmanas, así que todo este asunto les era muy nuevo.
Aunque fui Santa Claus en 25 de diciembre y fue casi como estar en familia.
En fin, viajar sola tiene muchas ventajas. Decides a qué hora te levantas, qué quieres ir a ver primero, qué cosas en realidad no te interesan, con quién hablar, qué ruta tomar.
No voy a relatar cada travesía que he hecho, pero París, poco después de ese primer viaje, me abrió los ojos. Curioso, porque ir sola a la ciudad del amor representó amarme a mí misma. Recuerdo que llegué al Palacio de Versalles y me senté en una banca. El clima era bastante agreste, me gustaría volver a ir en primavera, pero creo que ahí, sentadita, agradecí todo lo que me estaba pasando.
A ver, sí, estaba sola, pero también estaba estudiando en otro continente, tenía la posibilidad de conocer lugares que vi una y otra vez en mi adolescencia con añoranza. Incluso, pasearme por los museos que había estudiado treinta veces en clases.
Ir a otro lugar sólo con tu mochila es ir contigo. Es permitirte disfrutar de lo que nadie más entendería. Yo sé que nadie entiende por qué es importante para mí devorar un éclair de chocolate en una fuente (mis hermanos medio podrían adivinarlo), pero quizá a ellos no les haga suspirar la madre de todas las iglesias, porque era de noche y tenía vista a Notre Dame.
Viajar no es sólo útil para conocer a alguien más, es útil para conocerse a sí mismo.
*Una serie 🎥*
Una de las cosas que más me gusta hacer es inventar palabras. Las necesito para expresar ideas que no tengo a la mano, porque nuestras palabras reflejan el espectro de luz con el que vemos nuestra existencia.
En la universidad, una profesora nos repetía una y otra vez el concepto de Willhel Dilthey “Weltanschauung” que significa “visión del mundo”. Me encanta esto para pensar en los idiomas. Cada lengua representa una manera de entender el entorno y por eso es que aprender otro idioma puede ser tan divertido, porque es conocer, casi, otro planeta. O como decía el filósofo Ludwig Wittgenstein: “Los límites del lenguaje son los límites de mi mundo”.
Total, que no sé cómo describir uno de los tipos de series que más me gustan. Pensé en el inglés “wholesome” cuya traducción es “sano” a falta de otra cosa mejor. Podría usar el término inspirador, pero no es exactamente eso. ¿Nunca has visto una peli que te toca el corazón y que sabes que te da bienestar, paz mental o te hace conectar a un nivel profundo con los personajes? Seguro que sí. Si tuviera que definir ese tipo de productos, les diría Herzinspitty. Llegan al corazón, son inspiradores y tienen cierto humor inteligente.
Ajá. Tres párrafos para definir un género de series y películas.
Atypical cae ahí. Relata las vivencias de un adolescente que está en el espectro autista. De alguna manera, su mente se orilla naturalmente a la soledad.
La primera temporada fue aclamada pero se le criticó por no tener actores y escritores que de verdad fueran autistas, esto se arregló en las temporadas siguientes y creo que cada vez se pone mejor. Hoy ya es un producto terminado que vale la pena ver.
¿Por qué? Bueno, porque es un ejercicio de empatía a lo lejos. Una persona con autismo casi siempre no está en nuestra normalidad. La serie te relata que le pasa a él y a quienes viven a su alrededor.
La saco a colación porque hay varios episodios que demuestran que, incluso cuando se tiene que vivir medio aislado, podemos crear conexiones con las personas a nuestro alrededor.
La puedes ver en Netflix acá.
*Una minificción 🖋️*
Foto de Jacek Dylag
La vi desde el otro lado de la calle un día.
Le daba sorbos a una taza
que rebosaba espuma.
Yo disfrutaba verla de lejos,
cruzando la calle.
Sin importunarla, sólo admirándola.
Era guapa y, a veces, sacaba una libreta.
Seguro que era lista.
Creo que me gustaba.
Un día, esa mujer que tomaba café me devolvió la mirada.
Y, así, me di cuenta de que lo que veía era el reflejo de la vitrina.
Me sonreí. Qué estupidez.
Tanto tiempo viéndome sin verme.
Pero desde entonces, espero a esa mujer, todas las tardes.
En el café de siempre.
*Una reflexión 💭*
Pese a que ya desde hace algún tiempo la gente no se casa a los 20 años, aún vivimos en una sociedad a la que le parece extraña la soledad.
Llego a un restaurante sola. Me pasan a una mesa y no quitan los cubiertos de enfrente. “¿Espera a alguien?”. “No, todo bien”. El mesero procede a verme con el ceño fruncido.
Disfrutar la soledad, creo que más como mujer, todavía resulta medio tabú. Cuando dices que vas al cine sin acompañante cabe que te vean extraño. Y, con todo, te lo recomiendo. Tener una cita contigo es algo que deberíamos tener de vez en cuando.
En mi experiencia, vivir completamente sola da un elemento de madurez y entendimiento importante. También soy de las que creen que haciendo las paces contigo se abren puertas que antes no veías.
No voy a mentirte, hay días, como estos, en los que me cuesta trabajo estar solo conmigo, pero cada día es una oportunidad para abrir mis libretas y escribir mis sueños, a las arenas de colores a las que me gusta volver. Espero que hoy también sea uno de esos días para ti.
P.Ds
Me hallas haciendo cosas chistosas en Instagram y Telegram. Al final, podemos reivindicar las redes para crear vínculos y no estar tan solos en medio de la muchedumbre.
Como Facebook prometió desde sus buenos tiempos, este newsletter SIEMPRE será gratis. Pero el trabajo creativo no deja de ser trabajo. Así que te dejo este link por si quieres invitarme un cafecito, con la promesa de un día tomárnoslo en la misma mesa, y animarme a seguir con este proyecto y extenderlo a otros lares.
¡Hasta el próximo miércoles!
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Con cariño libre de virus,
J. McNamara, aka Geeknifer.
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