¿Cómo cuidar tu salud... en serio?
Cuidar tu cuerpo es más fácil de lo que parece. Para esto, se necesita mantener la mente sana, escuchar a los expertos, como la bióloga que aquí cito ¡y comer chocolate!
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Nunca fui señorita ejercicio. Durante buena parte de mi vida era la clásica nerd que odiaba la clase de educación física. Sí, sacaba dieces. Sí, alguna vez recibí un balonazo que me enterró los lentes en la nariz. Sí, tengo pésima coordinación.
Pero no, no me quiero morir joven.
Y también, no me quiero cuidar por miedo, sino porque mi cuerpo también es parte de mí. Puede parecer una declaración algo obvia, pero siento que las personas que somos más analíticas y nos sentimos cómodas con cosas más “mentales” (whatever that means), dejamos de ver nuestro cuerpo. Literalmente. Hay veces en que prefiero ni verme en el espejo porque no me siento chida.
También me puedes decir que la estúpida sociedad cartesiana contemporánea me ha llevado a ser así. Es probable.
Pero bueno, por lo anterior, quiero compartirte algunas de mis estrategias como chica NO-fit.
Hoy encuentras una app 📱, un producto🔮, una recomendación 💡, una entrevista 🎙️, una rolita 🎶, un cuento 🖋️ y una reflexión 💭.
Una app y recomendación 📱💡
Esto es en combo. La recomendación es muy simple: experimenta. ¿A qué me refiero? He oído a mucha gente allá afuera decir: “Es que odio el ejercicio”. ¿Pero en serio has intentado absolutamente TODOS los tipos de movimiento que hay allá afuera?
Somos animales y venimos de antepasados que hacían mucho, muuucho ejercicio. ¿Por qué ya no nos gusta? Mi pregunta es honesta porque yo era de esas.
He descubierto que lo mejor es buscar tu clase de ejercicio. Yo siempre lo he sabido pero me había renegado a regresar a ello por flojera al proceso de quitarme la ropa. No, no hablo de pole-dancing; me fascina nadar. Y es algo que sé desde chica, desde que mis papás me rogaban porque me saliera de la alberca o el mar en nuestras vacaciones.
Moverme en el agua me llena. No sé si es el contacto con ella, que no me siento pegajosa por el sudor, o el hecho de que es mi momento más consciente porque es como meditar: sólo estoy con mi respiración y yo.
Y a veces imagino cosas. Como que un tiburón me persigue.
Peeero como soy humano y no rana (maldita sea, Dios), pruebo ejercicios de todo y en los últimos tiempos lo hago con la app de iOS Apple Fitness +. Más barata que el gimnasio y tiene muchos tipos de ejercicios: de fuerza, funcionales por intervalos (tipo crossfit), rutinas de caminata y trote, kickboxing, remo, bici, con un laaargo etcétera.
He descubierto que me gusta mucho hacer yoga, pilates y bailar (este último me sale espantoso, pero me gusta). Y el ejercicio por intervalos es menos pesado si tu entrenador te cae bien (te estoy hablando a ti, Jamie-Ray Hartsthorne).
Te la recomiendo mucho. Más si tienes un iPhone y todavía más si tienes un Apple Watch. Puedes encontrarla en este enlace.
Un producto 🔮
Es mejor decirlo de una vez. En términos generales, odio los postres. No te desuscribas después de esta declaración. Huyo de los pasteles en los cumpleaños. Los flanes y las gelatinas me causan repulsión. El pan dulce me va y me viene.
Lo cual sería excelente para mi salud… Si no me gustara tanto la cerveza… y el chocolate.
El cacao me hace muy feliz. Y la vida me ha enseñado que la salud mental incluye consentirse de vez en cuando. El chocolate amargo es mi forma de decir: todo está bien.
De un tiempo para acá, gracias a un glorioso amigo tabasqueño, conozco una marca de cacao mexa que me ha sacado del apuro y me devuelve la alegría: CACEP.
Especialmente soy fan de sus gotitas de chocolate amargo sin azúcar. Me han dicho que salen buenísimas para preparar postres, pero yo prefiero usarlas como si fueran palomitas cuando tengo ansiedad por algo chocolatoso. Ejem. Hecho que casualmente ocurre más o menos cada 28 días (quién sabe por qué… 🩸).
Puedes pedir chocolatito directo a tu domicilio en este enlace.
Una entrevista 🎙️
¡Te doy la bienvenida a este experimento! Al menos una vez por mes quiero acercarme con gente random sobre los temas que he preparado.
Ella es Mariana Gutiérrez: bióloga, instructora, doula, niña juguetona, adulta curiosa. Y me extenderé con ella en un live de Instagram el viernes a las 7pm. ¡Sígueme para que nos escuches en vivo!
¿Qué estudiaste y por qué estudiaste eso?
Estudié biología porque era el punto medio entre el mundo de los animales (veterinaria) y el de las plantas (agronomía). Tenía ganas de saber cómo funciona el mundo natural, nuestros cuerpos, la tierra, los animales que nos rodean… Para poder responder muchos porqués que a lo mejor nadie me supo responder cuando era niña. Desde chica sentía una conexión profunda y muy linda con los espacios abiertos. Soñaba despierta y durante la noche con encuentros cercanos con animales, con aventuras en bosques y selvas.
Tengo una carrera técnica en nutrición que surge de este mismo interés de conocer cómo funcionamos y porque estaba muy involucrada en el deporte. Servía a las ganas que tenía de seguir desarrollándome como deportista por lo que supuestamente hay que hacer y comer cuando entrenamos.
Por otro lado, con la suma de la niña siempre juguetona con ganas de más y más movimiento en forma de danza, natación, juegos, trepar árboles y estar en la tierra, junto a la adolescente deportista, fui haciendo más y más camino y desarrollando el interés sobre todo lo que hay detrás del movimiento. Muy desde la fisiología, lo mecánico, lo tangible de la corporalidad. Y poco a poco fui acercándome a la parte artística que actualmente me tiene con el corazón encendido.
Todo eso ha tomado diversas formas. Desde el haber estudiado para ser entrenadora deportiva, pasando por la práctica como hobbie de muchos tipos de danza distintos, hasta una formación para ser profesora de Yoga y mucho mucho trabajo con el cuerpo tanto en la parte física de mantenimiento, hasta investigaciones personales con juegos y performance.
Además, me estoy formando como terapeuta somática porque en mi vida la forma en que aprendí a vivir tuvo que ver con conocer mucho sobre mi historia. Poder entender por qué hacía o no las cosas me daba cierta tranquilidad. Lo hacía muy desde mi propio entendimiento y después en compañía de terapia psicológica, la cual en algún momento me tuvo harta porque era un seguir repasando cosas que ya sabía de mi vida pero sin poder hacer nada distinto. La terapia somática aterriza a la mente en el sentir del cuerpo y es entonces que nuestro sistema puede empezar a accionar diferente. Y bueno, entre que a mí me sirvió mucho y lo mucho que me gusta acompañar procesos de otras personas, decidí que quería estudiarlo para compartirlo con más gente.
Así también empecé una formación de doula junto con el amor que siento por todo lo relacionado con la reproducción, tanto de plantas como de animales. Tengo diferentes estudios en temas relacionados con crianza y Educación Viva para acompañar a la gente que busca aprender poniendo foco en la esencia del ser y no en el deber ser.
Finalmente siento decir que soy y somos mucho más que los estudios profesionales y todos los papeles que podemos tener. Y aún así, y con los muchos desencuentros que tuve con la Biología, no cambiaría por nada la forma en que vivo, veo y siento, gracias a haber estudiado eso tan lindo que abre puertas a otros mundos.
¿Cómo crees que puedes ayudar a las personas?
Compartiendo el conocimiento y sobre todo la experiencia que tengo, vivida en primera persona o por la gente que tengo cerca, en relación a nuestra biología y fisiología que permitan ir tomando consciencia de lo que vivimos. Habilitar la curiosidad, sembrar semillas con la posibilidad de ir viendo nuevas formas de relacionarnos con nosotros mismos y con quienes nos rodean, humanos y no humanos, para vivir mejores vidas, más acordes y en coherencia con quien somos.
¿Qué te molesta más de nuestras creencias actuales?
Quizá lo que más me molesta o frustra, es que nos alejan mucho de lo que nuestra biología como seres humanos requiere, ya que llevamos apenas unos cuantos segundos viviendo en una sociedad moderna en comparación de los miles de años que tiene el ser humano en la tierra. Nuestras células y su funcionamiento no evolucionan a la velocidad que cambian las modas en nuestra sociedad.
Hacen que se nos olvide que también somos animales, y sobre todo mamíferos con ciertos requerimientos de movimiento y comportamiento.
Otra cosa que me parece sumamente importante y triste es que estamos afectando mucho a las infancias, con tantas limitaciones disfrazadas de libertades, pero quizá de eso hablaría en otra ocasión.
Y por todas estas cosas entre muchas otras, es que se está poniendo la atención en cosas que no son tan relevantes. Se están queriendo resolver cosas muy superficiales. Y si bien, todo proceso lleva su tiempo, una parte mía cree y siente que “ya es tiempo” de observar aquello realmente importante para que como sociedad empecemos a caminar hacia mejores lugares.
¿Quieres saber de qué habla Mariana en este último párrafo? Entérate el viernes 😉
Una rolita 🎶
Hablando de salud mental, esta rolita me tiene encantada. Es rock independiente, producido por Perfume Genius, el proyecto de Mike Hadreas, un ser queer con excelentes ideas. No es un secreto que me fascinan los experimentos de rock con elementos orquestales y esto cumple con ello. (en lenguaje hípster: suena a The Temples meet soundtracks).
Por cierto que la próxima semana tengo un buen anuncio para rockeros de corazón 🎸
Un cuento 🖋️
La alberca
El primer sonido era para agacharme. El segundo para lanzarme al agua y nadar por mi vida. No es metafórico. Las personas a mi alrededor gritaban enardecidas para que yo moviera los brazos y los pies cada vez más rápido, pero nadie entendía que yo sólo estaba salvándome.
En el abismo de la alberca, un monstruo despertaba y me seguía. Cuando empecé en este deporte, era tranquilo, no era tan rápido como yo. Pero al paso de los días y los años, su hambre creció. Dejó de ser un simple dragón de largos colmillos y se volvió una hidra acuática cuyas fauces rozaban los dedos de mis pies.
Salía del agua para encontrarme con las medallas, los trofeos y los abrazos. Los de afuera creían que lloraba de emoción, pero yo sólo lloraba de alivio.
Competencia tras competencia tenía menos grasa y más premios. Más músculo, más roto el corazón. Menos grasa, menos paz. Cada triunfo era mucho más miedo.
Llegó el día de los Olímpicos. Como siempre: el primer sonido era para agacharme. Al segundo sonido me empecé a convertir en el mejor tiempo jamás visto. La hidra despertó y sus ojos rubí salieron tras de mí. Nadie podía creer que yo iba a llegar antes que mi contrincante china, antes que Estados Unidos, incluso.
Pero justo cuando iba a tocar la pared de la alberca para batir récord, el monstruo de las profundidades… me devoró.
Una reflexión 💭
Deseo que te preocupes por tu cuerpo, por ti, antes de que te lean la cartilla como me sucedió a mí. Te cuento.
Siempre he tenido un estira y afloja con cómo me siento en mi cuerpo. Hay días buenos, hay días que no tanto. Durante algunas temporadas de mi vida he estado obsesionada con mi peso y eso no lleva a lugares precisamente bonitos.
Tras vivir un año en Londres regresé con sobrepeso. ¿Para ser franca? No me había dado cuenta, hasta que gente cercana a mí no omitió decírmelo de maneras nada discretas. Esta parte no estuvo nada chida. Me parece que se pudo haber dicho lo mismo sin tener que recurrir al body-shaming, como le decimos ahora. PERO vi por primera vez mi cuerpo desde el lado clínico. ¿Será que soy saludable?, me pregunté.
Total, que después de hacerme estudios, mis niveles de triglicéridos salieron por los aires. Y el endocrinólogo me explicó algo súper interesante. Resúltase ser que la insulina sirve para “limpiar” grasas. Seguro que él lo dijo de manera más profesional. La cosa es que salí resistente a la insulina y, aunque mi azúcar siempre ha andado en niveles saludables, esto se traducía en niveles altos de grasas.
Para acabar pronto, en mi familia hay tendencia a diabetes, así que una sola pastilla me cayó de perlas y, sumado a portarme bien, bajé de peso. En estos últimos meses he tenido un rebote y hay días en que me caigo bien y otros en que no.
Me gustaría volver a bajar rápido pero estoy aprendiendo que crecer también implica cambios en tu metabolismo. Me da paz que el doctor dice que estoy bien (y es lo que me digo todos los días). Hago ejercicio diario, procuro comer sanamente. ¿Lo que más me cuesta? Alejarme de mi amiga la cebada, porque te la encuentras en todas las reuniones sociales.
Yo digo que normalicemos el vino o el tequila derecho, que me hace menos mal.
Mi mente me dice que mejor normalicemos buscar la salud por encima de la estética.
Un meme 👾
¿Es tu primera vez? Te dejo más cartas aquí.
Con cariño libre de virus,
J. McNamara, aka Geeknifer.
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