Cinco minutitos más 🥱
“Get off your arse and do something” Sandi Toksvig, escritora y comediante
La traducción de lo de arriba sería algo como “Mueve tu trasero y haz algo”. Uno de los consejos más al grano y útiles que leí el año pasado, gracias a mi pen-pal de la India.
Quiero confesarte que soy una perfecta procrastinadora (o sea, dejo todo para después y pierdo el tiempo en tonterías). Si no, ¿de dónde crees que saco tantas recomendaciones semana con semana? Ja, fuera de broma, este año estoy en la persecución de ser algo más productiva. No con un afán rampante capitalista, sino con el objetivo de disfrutar más la vida.
Hace poco leí, en una dinámica de la señorita Paola Carola, que los libros que más nos gustan son el reflejo de lo que fuimos mientras lo leíamos. Tiene sentido y esto no sólo pasa con los libros, sino con cualquier producto cultural. Para mí, por ejemplo, escuchar a Mägo de Oz es volver a tener 15 años leyendo a San Agustín para hacerle la vida de cuadritos a mis profesoras religiosas porque estaba empecinada en que la Iglesia es una mierda. Y, a veces, me gusta regresar a sentir eso... La sensación de rebeldía, no la parte de la coprocomparación.
Esto viene a cuento porque el año pasado, sin temor a equivocarme, la serie que más me gustó fue Misa de medianoche (aquí es donde hablo de ella), que trata acerca de la muerte. De qué significa morirse, de qué pasa después y, por supuesto, sobre la vida previa antes del fin.
¿Por qué me llamó tanto la atención? Porque en los últimos tiempos he visto la muerte de cerca y, aunque todavía no supero el terror a morirme, sí estoy en un estado de: “Dude, no sé qué pasa cuando te mueres, pero sí sé que mi vida es muy corta para no sacarle todo el jugo posible”.
Y eso también se logra formando hábitos buenos que te conviertan en una mejor versión de ti.
*Un producto 🔮*
Cambiar de trabajo es enriquecedor en muchos sentidos. No sólo aprendes métodos distintos para llevar a cabo tu labor, sino que conoces personas nuevas. ¡Y te enteras de la existencia de nuevas herramientas!
Por el trabajo, di con una aplicación llamada Notion. La puedes usar en web, en tu celular, como aplicación de escritorio, en fin, viene en todos los formatos. Es una cosa medio extraña por su multi-funcionalidad, pero que me está encantando.
Por un momento pensé que era como un bloc de notas en tachas, pero es más que eso. Es un repositorio de información que puede ser organizado como una wiki. Puedes agregar tablas, disponer información a manera de tarjetas, incluir líneas de tiempo, entre otras mil cosas.
No les voy a mentir, agarrarle la onda a las funciones complejas lleva su tiempo. Pero tiene una graaan ventaja: hay miles de templates que puedes robar y ajustar a tu gusto.
De hecho, el borrador de esta carta lo escribí en Notion y siento que tengo las cosas menos perdidas. También lo estoy usando como repositorio de citas de los libros que voy leyendo. Esto impulsa a poner atención (hablando de mejorar hábitos, quiero que mis lecturas sean más participativas).
Y claro: me vuelve loca su estética minimalista y elegante.
Puedes usarlo aquí. El uso personal es gratuito.
*Una recomendación 💡*
Foto de Mike Kenneally
Quienes me conocen saben que tomo cantidades industriales de café. Antes, era la primera bebida que entraba a mi sistema (y muchas veces también la última).
El café tiene incontables beneficios... pero también tiene sus bemoles, sobre todo por la manera en la que solemos consumirlo aquellos quienes somos adictos.
El primer error común es beberlo en ayunas. Para alguien como yo, que está más o menos preocupada por sus niveles de azúcar (no porque estén mal, no te preocupes, sino porque tengo familia con tendencia a la diabetes), me entristeció saber que el café, sin tener nada en el estómago, hace que se absorba más glucosa.
Solución: tómalo después del desayuno.
La segunda cosa es más complicada de sortear. Resulta que tomar café diario inhibe los receptores del cerebro a los que se une la adenosina, un neurotransmisor que hace que nos sintamos con sueño. En parte, por eso necesitamos cada vez más café para despertar por la mañana.
Solución: “resetear” a los receptores. Bien fácil: no tomes café por una semana.
Así, armándome de una canasta de producto de gallina, decidí que estaré sin cafeína la primera semana de cada mes.
En enero me costó un trabajo enorme porque, podrás imaginar, me sentía cansada todo el día. Pero descubrí que la práctica fue útil por una cuestión menos relacionada a la salud física y más inmiscuida con la salud mental: me supo delicioso el café tras esos días. Digamos que me re-enamoré de él.
Si has estado suficiente tiempo aquí, sabrás que alguna vez cité a Amin Toufani. Bueno, pues este coach de CEOs de Silicon Valley dice que una de las maneras para ser más felices es privarnos por temporadas de lo que más nos gusta.
Tiene sentido, porque cuando volvemos a eso, sabemos lo que vale. Es un mini “No supe lo que tenía hasta que lo perdí”.
Esta es mi semana sin café. Y no, no me estoy volviendo loca ni me estoy poniendo de malas, pero sí tengo que hacer un esfuerzo sobrehumano por entretener mi adicta mente con otra cosa.
Como escribir cartas.
*Otra recomendación 💡*
Pensaba, a propósito de esto de construir hábitos, recomendar un libro.
¿Pero para qué les recomiendo un libro de productividad si conozco una persona que se dedica justo a esto?
Gracias a Luis (Ramos) conocí Barcelona de la mano de un experto y un local (que en realidad no es tan local porque nació en Galicia, pero ajá, vivió mucho tiempo en la capital de Cataluña). Y no, su vida no gira en torno a dar tours por ciudades españolas, aunque debería plantearse la posibilidad de tener ese frente, sino a recomendar libros. Un día, él se dijo “¿qué podría hacer sin detenerme?” y su respuesta fue “leer”.
Así, abrió un podcast en donde reseñaba libros para emprendedores. Libros que pueden aumentar tu productividad, que pueden servir para construir hábitos, libros que sirven para algo.
Su proyecto creció, su podcast alcanzó las listas top de diversas plataformas y hoy combina este placer con su experiencia profesional y da coaching para emprendedores.
Incluso aunque no tengas un emprendimiento, su conocimiento es invaluable. Te recomiendo visitar su instagram aquí y escuchar su podcast acá, ya verás que encuentras buenos libros.
*Una rolita 🎵*
¿Cómo se oye el olor del mar? ¿Qué canción suena cuando partes una naranja? Te lo pregunto porque no hace mucho leí acerca de una voz que se oye “como una pinta oscura y profunda de Guinness”. Me sorprendió la declaración viniendo de una persona irlandesa, la hizo la drag queen y activista Panti Bliss. Me era casi un mandato escuchar semejante voz, puesto que la cerveza Guinness es uno de los mejores inventos de los hijos de los celtas: efectivamente profunda, pero también amarga, poderosa, deliciosa: malteada para adulto.
Y lo que me encontré fue un rolón.
Quizá no te lo he contado, pero mi apellido paterno es irlandés. Viajar a Irlanda hace unos años fue una experiencia entre romántica y espiritual, casi formativa y hasta ontológica. Superó cualquier expectativa que pude tener. Uno de mis lugares favoritos fue Galway, una pequeña ciudad portuaria en la costa oeste, al oootro extremo de donde queda Dublín.
Esta canción se oye como esa ciudad, en realidad, como toda Irlanda tocando música. Lo cual no es raro. Como dice Sally Rooney en su novela Beautiful World, Where Are You?, hablando de esa isla musical: “Aunque por aquí todo el mundo es así. Gente sin oído sólo hay en Dublín. Sin ánimo de ofender”. No hay lugar en ese país donde alguien no esté tocando un instrumento o bailando en un pub.
Bueno, bueno, este señor se llama Adrian Crowley y nació, obvio, en Galway. Esta canción me suena a Guinness en un pub con una bartender de nombre impronunciable, me suena a un par de amantes tumbados cerca de la costa, viendo los barcos de vela contonearse entre agua color lapizlázuli; en ella el clarinete es espuma de cerveza y de mar, en ella los violines son brisa marina.
Y puedes escuchar esta canción, "Bread and Wine", con aroma a malta tostada aquí.
*Una minificción 🖋️*
Entre todos las jerarquías de demonios, la mía es la peor.
En caso de que no lo sepas, los demonios somos ángeles caídos, así que tenemos la misma jerarquía: están los serafines caídos, los querubines caídos, los tronos caídos, las dominaciones caídas, virtudes, potestades, principados, arcángeles y sí... ángeles. Viles ángeles sin tanto ‘che poder, pero caídos.
Bueno, pues yo soy uno de esos demonios. Y tengo chamba, ¡maldito Belcebú! Te digo, hay ángeles que son la pereza que resguardan y no hacen absolutamente nada. Unos zánganos. Unos huevones, pues. Nada más ocupan el espacio cósmico a lo güey.
En cambio yo tengo un trabajo y no es de 8 horas, sino de 16, más o menos. ¿Quieres que te cuente a qué me dedico? Pues, fíjate que soy tu roomie. Okay, en realidad soy más como un paracaídista que invadió tu casa. Y ni te has dado cuenta, zopenco. O zopenca. O zopenque.
Mi labor es susurrarte al oído todas las mañanas que pongas el “snooze” de tu alarma. Soy el que te dice que hoy no comas fruta y mejor te tragues dos conchas de pan de dulce, que son más ricas y te llenarán de energía por media hora.... antes de que te dé el bajón. Soy el que anda detrás del algoritmo para ponerte un video estúpido e inútil, pero que tiene gatitos que harán que no desprendas la vista de la pantalla. Soy el que llena tu calendario de juntas inútiles. El que te recomienda series sin parar.
Sin embargo, cada vez hay más gente dando truquitos para pararme: libros sobre buenos hábitos, voluntad de hacer ejercicio y, sobre todo, la estúpida necesidad de los humanos de andar reconectando en tiempos de pandemia. Yo sólo te vengo a decir una cosa. De favor, ya párate a trabajar. Sí: ya no me hagas caso.
Yo también quiero ser un ángel caído sin nada que hacer. Uno de esos miserables zánganos.
*Una reflexión 💭*
En estos días he estado reenamorándome de mi alrededor. No sólo de las personas, sino de los objetos que me rodean y mis rutinas.
Paso mucho tiempo sola, ¡no es queja! En estos días donde sólo tengo de compañía a una gatita gris de collar rosa (mi más grande rasgo de que he sucumbido a ciertos rasgos del sistema heteropatriarcal), he pensado en los tiempos en los que reencaucé mi existencia.
Los tiempos en los que planeé una maestría del otro lado del charco, donde mis amigos volvieron a ser mis hermanos y donde hice las paces con que mi familia está llena de personas maravillosas.
Bueno, pues la soledad me ha llevado a pensar en qué quiero convertirme. Y quiero ser una persona sana que viva mucho tiempo para estar con los suyos, una que escriba y haga contenido íntimo, que sirva para tocar corazones y mentes.
Dejar el café una semana sólo es una manera de redescubrir las pequeñas cosas que disfruto y que son bellas. Construir buenos hábitos es eso. Es levantar el trasero y preocuparte por ti, que eres la primera persona con la que convives.
Paso conmigo 24 horas al día. Busco estar orgullosa de mí. ¿Y tú, cómo vas?
P.D
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¡Hasta el próximo miércoles!
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Con cariño libre de virus,
J. McNamara, aka Geeknifer.
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