¿A dónde van los muertos?
La muerte es sólo un recordatorio para atesorar memorias.
Estos días la muerte se nos vuelve relevante y, en México, nos solemos burlar de ella. Pero además de andar retando a la señora de la guadaña, también nos acordamos de quienes quisimos y ya no están. Poner una ofrenda es un poco eso. Quién sabe si realmente nos visiten los muertos, pero homenajeamos a quien apreciamos y se nos fue.
Este miércoles post-Día de muertos vale la pena seguir haciendo memoria y acordarnos de las veces en que fuimos felices con personas que nos miran (o quizá hasta nos leen) desde el más allá.
*Un videojuego 🎮*
Kena: Bridge of Spirits
Empiezo por la obviedad: nadie tiene la certeza de qué pasa cuando fallecemos. Como puede que nuestra existencia desaparezca, como que puede que reencarnemos, como que puede que lleguemos al Cielo… o al Infierno. En muchas culturas existe la creencia de que, cuando morimos, nos quedamos momentáneamente en este plano. Eso explicaría las numerosas leyendas de almas en pena, al menos.
Este juego se trata de eso, de una chica llamada Kena que ayuda a las almas a pasar “al otro lado”. En el camino, se encuentra con unos súper tiernos seres denominados “rot”. Una cosa de lo más curiosa porque, en inglés, to rot significa pudrirse. Estos seres son capaces de comerse la “corrupción” que dejan las almas que no quieren cruzar al otro lado. Podríamos decir que son unos simpáticos honguitos come-malas vibras.
Total, que Kena tiene que llegar a un lugar de adoración y, para ello, ha de atravesar distintas tierras que están repletas de espíritus que no son precisamente malvados, sino que por miedo o enojo, no quieren atravesar la puerta al más allá.
De una vez lo digo: hace tiempo que no jugaba un videojuego tan difícil. Sí, sí, Kena parece una niña súper linda y su ejército de rots es una cosa hermosa, pero hay batallas en serio complicadas. Para luchar disponemos de un báculo que puede convertirse en arco cuando lo necesitamos. Para protegernos, podemos invocar un escudo. Y ni así está sencillo.
Si eres fan de los juegos de aventura, te encantará. Además de lo mencionado, los paisajes y el ambiente están lleno de detalles; es un videojuego bonito, con el que una se siente a mitad de algún paraje de la India. La música es también una joya (de eso hablaré en un momento también). Lo encuentras para PlayStation y PC.
*Un libro 📖*
José Saramago - Las intermitencias de la muerte
Un día se nos cumple el sueño y La Muerte deja de trabajar. Sí, como leyeron bien. La gente ya no se muere porque doña Huesuda (Parca, Flaca, Catrina, entre otros mil nombres) se va de vacaciones. Esa es la premisa de este súper libro para estas épocas.
Preguntarme mi autor favorito es algo tricky. Quien me conoce sabe que amo con locura y pasión desenfrenada la obra de Tolkien. En realidad, el mundo de la Tierra Media me lo sé de memoria. Vaya, hasta el Padre Nuestro sé recitar en élfico. Y también escribo en alfabeto quenya. Por cierto que, si estás leyendo esto y fuiste mi profesor de Física: lamento reconocer que, a muchos años de la secundaria, hice acordeones de las fórmulas en el idioma de los elfos.
Pero si quitamos este mundo de fantasía, diría que uno de mis autores consentidos es José Saramago. Me encanta la manera en la que aborda la distopía, en la que juega con el límite del lenguaje escrito (como que no usa ningún señalamiento para indicar el inicio de un diálogo) y su particular uso de la ironía.
A diferencia de Ensayo sobre la ceguera (me atrevería a decir que la obra más famosa de Saramago), este libro, Las intermitencias de la muerte, tiene un tono mucho más ligero y divertido. No deja de tener su grado de fatalismo; después de todo, por más que en México nos carcajeamos de la muerte, esta señorita huesuda siempre trae cierto desastre bajo la capa.
El libro es una joyita de la tragicomedia y lo puedes comprar aquí.
*Una rolita 🎵*
A veces me pregunto qué debe haber en la mente de un compositor de música. Con el videojuego de arriba me preguntaba eso varias veces. La música es esplendorosa: va de algo muy zen a ritmos casi ritualísticos para los jefes de cada nivel. Me encanta cuando estás jugando y la música hace que los movimientos de lucha de un personaje conviertan la batalla en una danza.
Ya sé, en palabras muy llanas y medio vulgares, me podrías decir: “Jennifer, deja de prolongártela”. Pero juro que así me siento si un videojuego es lo suficientemente inmersivo. Y perdón, pero para alguien que es medio dos pies izquierdos como yo, la idea de bailar, aunque sea virtualmente, me parece encantadora.
Siiin embargo, ninguna plataforma ha sacado el soundtrack completo (ni siquiera PlayStation), pero les dejo una probada mediante YouTube aquí, justo de una de estas canciones de boss.
*Una película 🎥*
La pandemia nos cambió hasta la manera en la que se puede hacer cine de terror.
La vez pasada no recomendé algo de horror, sino una serie de suspenso, prácticamente. Para no quedarme con las ganas de hablar de uno de mis géneros favoritos, quiero hablar de Host. Al principio, esta película sólo se podía encontrar en la plataforma Shudder, el Netflix del terror (el día que llegue a México seré la mujer más feliz de la tierra). Así que sí: en un primer momento la vi de manera poco legal.
¿Cuál es la gracia de este filme? Para empezar, que es bien cortito. Porque todo se desarrolla durante lo que dura una llamada de Zoom gratuita (unos 40 minutos, más o menos). Y de hecho, el principio es muy divertido porque, si has sobrevivido a la pandemia, estoy segura de que has sobrevivido también a todas las fallas y complicaciones que implica tratar de conectarse por videollamada.
La cosa es que, en medio del aburrimiento por el coronavirus, nuestros personajes deciden tener una sesión espiritista digital y, como te imaginas, todo sale terrible.
La excelencia de esta película reside en adaptarse al formato y en tener muy poco presupuesto. Si quieres ver una película de terror ideal para el encierro, es esta. Y ahora la puedes ver aquí, en Netflix.
*Una minificción 🖋️*
A Juana le daba muchísima ternura que Fernando, su hijo más pequeño, le ayudara siempre que se tratara de decorar la casa. En tiempos de espera a la Nochebuena, Fernandito era quien ponía las esferas. Se quedaba despierto para ver si veía al culpable de poner los regalos bajo el árbol. Quizá, ese año, sí hablaría con el habitante más famoso del Polo Norte.
La cosa es que Juana sabía que Fernando tenía una costumbre similar en Día de muertos. El abuelo del niño había fallecido cuando él tenía sólo cinco; y eran la mar de cercanos. Desde ese mismo noviembre, Fernando se quedaba toda la noche en vela, junto a la ofrenda.
Ese año, a Juana le pareció tierno. Pero al año siguiente volvió a suceder y ya no lo fue tanto. ¿Era realmente necesario que el niño se quedara sentado junto a la ofrenda para hacer duelo?
Para el tercer año, Juana no aguantó la curiosidad y le preguntó a su hijo:
—¿Para qué esperas junto a la ofrenda, mi amor? Te prometo que Santa Claus no viene en ese día, no va a traerte nada.
Y Fernandito respondió:
—Día de muertos es mejor que Navidad, mamá. Ya sé que no viene Santa, pero el 2 de noviembre sí viene mi abuelito. Todos los años, ahí junto a las velas, platico la noche entera con él.
*Una reflexión 💭*
¿Creo en los fantasmas? Una de mis ex-roomies chinas tiene la respuesta ideal a esta pregunta: “No creo, pero los respeto”. Es un tema para el que soy agnóstica. En mi existencia, sólo he vivido algo medio inexplicable, pero como sólo fue “medio”, la otra mitad me la justifico y ya.
Tampoco sé si mi mamá vino a fumarse el cigarro que le dejé en la ofrenda. Es más, me gusta creer que en el más allá se ha curado de toda adicción. Pero bueno, por si las dudas, se lo dejé; igual encontró algo de placer en el cigarrito terrenal.
La tradición de Todos los santos y Día de muertos me gusta porque nos permite acercarnos a la muerte sin tristeza en los ojos. Nos damos el permiso de recordar lo vivido. Yo sólo me acordé de los mejores momentos con mi madre.
Y en esta mitad de semana, en un aeropuerto, sólo puedo pensar en que si mañana yo ya no estuviera, me gustaría dejarte la sonrisa que debe provocar la muerte en estas fechas. Para eso escribo cartas, también, para dejar lo mejor de mí en unos cuantos párrafos.
Por cierto, hice una dinámica con la que tres personas se ganaron una calaverita literaria. Podrás leerlas en mi Instagram próximamente.
P.D
Como Facebook prometió desde sus buenos tiempos, este newsletter SIEMPRE será gratis. Pero el trabajo creativo no deja de ser trabajo. Así que te dejo este link por si quieres invitarme un cafecito, con la promesa de un día tomárnoslo en la misma mesa, y animarme a seguir con este proyecto y extenderlo a otros lares.
¡Hasta el próximo miércoles!
¿Es tu primera vez? Te dejo más cartas aquí.
Con cariño libre de virus,
J. McNamara, aka Geeknifer.
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